II: No es tuyo

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Rin.

—¿Qué le hiciste a Rin?

—¿Y tú quién eres? —Haru frunció el entrecejo y miró a Sousuke rabiando, como si su presencia y actitud lo molestaran.

—No te atrevas a lastimar a Rin o vas a conocerme —advirtió muy enfadado.

—Chicos, ¿qué es este escándalo? —La mujer se metió en la discusión de ellos y los apartó extendiendo sus brazos—. Yamazaki, me alegra tenerte por aquí, pero no armen esta clase de peleas infantiles.

—Te esperaré en mi camerino, Natasha —anunció Haru y luego de dirigirme una mirada desafiante, se marchó de la habitación.

—No me gusta ese maldito tipo —bufó y se dio la vuelta. De inmediato suspiró al notar que yo estaba en perfectas condiciones y suavizó su semblante—. Te esperaré afuera.

Cualquier persona que nos viera, concluiría que somos novios por la manera en que Sousuke es conmigo. No es que me desagrade, de hecho, es todo lo contrario, me gusta poder confiar en él, pero NO somos novios. En nuestra relación no existe el sentimiento de amor romántico, aunque al principio solía pensar que las atenciones que Sou tenía hacia mí, indicaban que me estaba pretendiendo.

Y sí, intentamos formalizar una relación, misma que no duró ni una semana. Nos reímos de esa estupidez porque ninguno de los dos se deseaba y era más la costumbre de convivir juntos, que el querer besarnos y hacer el amor. Después, decidimos ponerle fin a esa absurda historia.

Desde que entré a la secundaria, Sou y yo nos conectamos, y aún hoy, somos un par de idiotas que coexisten en un apartamento. A él nunca le ha importado lo cursi o soñador que puedo ser y a mí nunca me ha importado lo rudo o territorial que es cuando alguien trata de lastimarme.

—Rin, vístete. —Natasha me entregó una muda de ropa con zapatos y me arrastró a los cambiadores—. Te maquillaré un poco, así que apresúrate.

Luego de arreglarme, salí. Sousuke me acompañó sentado en una silla que le habían dado en el fondo de la locación y Haru no paró de gruñirme en la sesión fotográfica. No quise recordar su amenaza porque me dolía su odio. ¿Acaso yo pedí nacer siendo omega? ¡Claro que no!

—Lo están haciendo excelente, chicos —nos felicitó el camarógrafo principal—. Descansemos quince minutos y vayan a que les retoquen el maquillaje.

—Rin, tu mánager te mandó mensaje. —Sousuke se acercó con mi celular en mano y una toalla—. Dice que llegará mañana.

—Tch —rechiné los dientes—, no la necesito.

—Oye, oye, no seas soberbio —murmuró sonriendo y revoloteando mis cabellos—. ¿Quieres agua? —preguntó mientras secaba las diminutas gotas de sudor que escurrían por mi frente y cuello.

—Sí, muero de sed —afirmé. Sousuke me dejó la toalla y se volteó para ir a comprar la botella en el expendedor del pasillo.

—Rin, ven acá. —Natasha señaló un banco negro, ubicado detrás de las cámaras y los reflectores.

—Sí, sí —asentí y comencé a caminar en su dirección, pero mis piernas se doblaron y caí sobre mis rodillas y las palmas de mis manos.

—¡RIN! —gritaron en unísono.

—Ay, no.

Tapé mi boca al sentir un inmenso calor subiendo por mi espalda. Empezaba a sudar y el pulso de mis latidos se disparaba. Conocía esta sensación y sabía que no era bueno permanecer indefenso en el suelo, pero mis piernas no me respondían como les ordenaba.

—¡Vayan por los supresores! —ordenó una voz y no supe de quién se trataba—. Maldición, ¿no tomaste tus inhibidores? —Oh, es Natasha. Ella me ayudará.

—Quítate, Natasha. —El cuerpo de mi maquillista se impactó a un costado de mí y de un momento a otro, un sujeto me sostenía del mentón—. Hueles delicioso —murmuró llenando sus pulmones con el oxígeno impregnado de mis feromonas.

—No lo toques. —Haru lo pateó en el estómago, sacándole el aire y me cargó acunándome en sus brazos—. ¿Dónde están tus supresores?

—E-En... —balbuceé sin finalizar la oración—. H-Haru.

—Cállate, me estás mareando. Tu aroma es muy dulce —bramó. No sé si se enfadaba con él o si me repudiaba más a mí.

—P-Perdóname, Haru. —Las lágrimas descendieron como dos cascadas que se desbordaban en mis mejillas. Mi cuerpo estaba caliente entre sus brazos y aparte de estar en celo, Haru me odiaba.

—No llores. —Ingresó a uno de los camerinos vacíos y, sin encender la luz, me bajó y se resbaló contra la puerta—. Ngh, ¿por qué estoy así?

—Haru, te necesito. —Me senté en su regazo y él me miró con esos ojos azules profundos que ahora ardían en llamas por mí.

—Rin. —Me lanzó hacia atrás y mi cabeza retumbó, pero no atendí el dolor.

Haru se encaramó encima de mí y me besó desesperado, queriendo dominar mi lengua con la suya. Sus manos soportaban su peso, por lo que no tenía mucha libertad para desvestirme y yo inicié desabotonando mi camisa negra. Él restregó su miembro en el mío de arriba abajo, arrancándome gemidos que al parecer le agradaban.

—Mngh, H-Haru. —Me separé de sus suaves labios y exhalé nubes de vaho.

—Rin. —Condujo su mano derecha a mi pierna, la acarició unos segundos y la levantó para acomodarse mejor.

Las sensaciones que él me provocaba eran indescriptibles. Mi piel aperlada por el sudor se erizaba a su contacto, como si hubiera esperado por Haru. Mi sangre hervía en mis venas y se calentaba a su toque, dejando sensible la zona. En mi entrepierna ya escurría un líquido y mi pene ansiaba su atención.

—En verdad hueles dulce. —Me despojó de las prendas inferiores y abrió mis piernas de par en par.

—Hazlo. —En la mínima cordura que me quedaba, mi mente gritaba por él.

Haru metió su gran erección en mi entrada y no se frenó hasta adentrarse en lo más recóndito de mi ser. Mi espalda se arqueó al sentirlo rozar mi próstata y, rápidamente, comenzó a arremeter en ese punto. Mis sentidos se nublaron conforme sus embestidas me agitaban y su pene crecía. Sólo aclamaba por él, por Haru.

Quería que me poseyera y me marcara como suyo, porque sí, yo le pertenecía.

—S-Sí, ahhh, más... Haru, Haru. —Me silenció con un beso y continuó intensificando los embates.

—Nh, me estás apretando, Rin. —Lo rodeé de la cadera con mis piernas y apresé su esbelto cuello con mis brazos, colocando mi cara al nivel de su oreja, en donde gemía—. R-Rin, no hagas eso.

—Haru, m-me voy a correr.

—Yo también. —Su miembro estaba por anudar en mí cuando alguien entró.

—Basta de este jueguito tonto, Rin. —Sousuke empujó a Haru a tiempo y se dirigió a mí con una inyección.

-n-

—¿Cómo está? —Escuché a una persona hablando, pero mis párpados pesaban y mi cuerpo parecía dormir.

—Tardará en hacerle efecto porque el celo de Rin es diferente y se le adelantó. Se supone que sería el próximo mes.

—¿Y Haru? —¿Haru? ¿Dónde está Haru? ¿Qué día es?

—Ese imbécil cedió a sus impulsos —resopló furioso—. Vamos, no despertará hoy.


 Nota: la semana siguiente estaré actualizando dos días porque estoy en semana de vacaciones. Esta historia también se encuentra en AmorYaoi, por si se les hace más fácil la lectura. 

En cuanto a la escena de lemon... La corté porque era necesario, así que, ¡perdón! xD

¡Nos leemos pronto! <3

Tú eres mi reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora