Haru.
—Pueden irse a casa, buen trabajo.
—¡Haru! —Rin corrió al encontrarme con los ojos detrás de las cámaras y los reflectores.
Hoy lucía más radiante que ayer. ¿Acaso este chico rejuvenece cada mañana? ¿Qué tipo de tratamientos se hará para estar tan espectacular? No, Rin es un hombre hermoso de nacimiento y yo estoy orgulloso de ser el único capaz de tocar y besar a ese hombre hermoso.
—Pensé que ya no vendrías —murmuró ronroneando igual que un gatito adorable—. ¿Ya comiste?
—A veces hablas mucho. —Lo jalé pasando mi mano derecha en su nuca y lo atraje hacia mí para robarle un beso.
Quizá él se contiene porque no quiere avergonzarme por estar en una relación con un omega, pero eso me vale un carajo. Me prometí no marcarlo sin su consentimiento y juro que estoy haciendo lo posible para soportar mis deseos reprimidos. No obstante, Rin es popular, guapo, amoroso y ese airecito lleno de soberbia lo vuelven irresistible ante esos malditos alfas hambrientos.
Si no dejo en claro mi territorio, ellos creerán que Rin está libre y, ¡NO!, definitivamente no es libre.
—Vayamos a un restaurante. —Solté su cuello y entrelacé mis dedos izquierdos con los suyos, comenzando a caminar rumbo a su camerino.
—Haru, ¿no te molesta?
Sí, lo sabía. Eres fácil de descifrar cuando se trata de amar y ser amado. Tú puedes abandonar tus propios sentimientos con tal de que tu pareja no te diga cuán empalagoso o inaguantable eres, pero yo pienso que esas cualidades forman tu personalidad. Yo sí te acepto, Rin.
—¿Molestarme? ¿No deberías estar molesto tú? Te besé porque quiero que esos machos empedernidos sepan que me perteneces —aseguré. Él apretó más mi agarre y rió tan bajito, que casi no lo escuché—. ¿Cuándo será tu celo?
—Supongo que, en tres meses, si es que las píldoras funcionan —respondió casual y nos paramos frente a la puerta de su camerino, el cual abrí—. ¿Por qué?
—Makoto me informó de un protagónico. El director quiere que participe en una serie de misterio y las grabaciones inician en dos meses, pero todavía no digo que sí. —Ingresé al cuarto siguiéndole a él y me senté en un banco mientras Rin se desvestía.
—Es una excelente oportunidad, Haru. ¿Por qué no has firmado el contrato? —preguntó quitándose el pantalón sin estar consciente de que yo me deleitaba con tremendo espectáculo.
—¿Por qué? Por ti —murmuré mordisqueándome el labio superior.
La piel de Rin parece de porcelana y sus piernas contorneadas son preciosas. No sé qué me gusta más de él. Amo la suavidad de sus labios, lo dulce de su aroma y lengua. Me fascinan sus pezones rosados, que se tornan rojizos al ser acariciados. Su cabello es sedoso, como si promocionara alguna marca de champú caro. Sus nalgas están tonificadas, se acomodan en cualquier pantalón y es un placer divino poder palparlas.
Dios, ¿por qué me castigas de esta manera? No, ¿por qué me estoy convirtiendo en un pervertido? Yo no suelo divagar con esa clase de cosas. Jamás en mi vida había enlistado las maravillas del cuerpo de un hombre y me sorprende que Rin sea perfecto a mi vista, porque incluso los aspectos negativos de él son tiernos.
—¡Haru! —gritó. De pronto, Rin ya estaba delante de mí semidesnudo—. ¿Qué pasa? ¿Aún no solucionas tus problemas con Makoto?
—¿Eh? —¿Desde cuándo tengo problemas con Makoto?... Oh, se refiere a la discusión, ¿o no?
—Haru, ¿estás enfermo? —Se inclinó para alcanzar mi frente con la suya y negó con la cabeza—. No, tu temperatura es normal.
—Mi temperatura subirá si continúas en bóxer —avisé tragando saliva—. ¿Sabes? Mi resistencia no es de las mejores.
—Dijiste que te pertenezco y ahora me dices que estás reteniéndote —murmulló carcajeando y se separó, pero lo jalé del brazo y lo besé.
—No te burles —siseé. Su mirada se topó con la mía, permitiéndome contemplar mi reflejo en sus rubíes.
—Haru, eres un tonto —sentenció. Sujetó mis mejillas y se colocó en mi regazo muy cómodo con la posición—. Te amo, Haru. —Y volvió a unir nuestros labios en un profundo beso.
Conduje mis manos directo a sus redondos glúteos y los apretujé a mi gusto. Rin jadeó exhalando una bocanada de vaho caliente, mismo que sirvió para prenderme más en esta abrasante pasión que surgía.
—H-Haru. —Terminó el intercambio de saliva, dejando colgar un hilillo y respiró un par de veces calmando su pulso cardíaco—. Aquí no.
—¿Te recuerda a ese día?
—No es por eso —refutó. Se limpió la boca y me regaló una sonrisa de oreja a oreja—. No tenemos condón.
—En mi carro hay —susurré. En esta ocasión no habría forma de controlarme, no después de saber que Rin también está ansioso de sentirme dentro de él—. Apúrate.
—Voy a arreglarme. —Se levantó y dio la media vuelta, dirigiéndose al cambiador individual que se hallaba al fondo de la habitación.
—Oye, que sean ligeras. No quiero perder el tiempo con la ropa —bufé y oí el sonido de un cinturón estampándose contra el piso.
—¡H-Haru! —exclamó balbuceando, y lo imaginé erizándose con un rubor en los cachetes.
—¿Rin? —cuestionaron en el exterior, acompañado de un golpeteo en la madera—. ¿Estás ahí? Necesito charlar contigo, Rincito—. ¿Rincito? ¿Quién demonios llama Rincito a mi novio?
—Adelante —gruñí. La puerta separándose dejó ver a un tipo de melena rosada y ojos coquetos, los cuales me devoraron con sólo un vistazo—. ¿Quién eres?
—Ah, Haruka Nanase —dijo ignorando mi pregunta, mi presencia y todo lo que no era Rin Matsuoka—. Sí, claro, soy Kisumi Shigino, un amigo íntimo de Rin-Rin.
—¿Un amigo íntimo? —repliqué enarcando una ceja en señal de desaprobación—. Conozco a Sousuke, pero de ti no he sabido ni tu edad. Raro, ¿no? Si fueras un amigo íntimo, al menos te identificaría.
—No existe una razón para que me identifiques. —Rió divertido y se estiró bostezando, como si no le interesara entablar una conversación conmigo—. Rincito debe estar vistiéndose, así que lo esperaré.
—¿Kisumi? ¿A qué viniste? —Rin cruzó el espacio que lo distanciaba del algodón de azúcar y ahí sentí que mis celos explotaban.
—Quiero invitarte a comer, porque no has comido, ¿verdad?
—Perdón, pero iré con Haru. —Sostuvo al algodón oportunista de los costados y empezó a empujarlo. ¡Ése es mi Rin lanzando a los estorbos! —Tú pídeselo a una chica bonita del equipo o visita el bar de Sou, ¡disfrutarás las bebidas!
—¡Genial! Me apunto con ustedes —canturreó feliz. Rin enmudeció y yo me reincorporé enojado.
—Lo siento, pero es una cita; una cita de dos, no de tres —expliqué tomando a Rin de la cintura para interponerme.
—¿Una cita? ¿Son novios? —La expresión de su cara reflejó penumbra en segundos y me fulminó con los ojos—. ¿Eres el novio de Rin?
—Ajá, soy su novio, su amante, su alfa y lo que quiera, por lo tanto, lárgate —ordené seriamente y le devolví el gesto poco amable.
—¡Ah! Ya entendí. —Abrazó su estómago y carcajeó retorciéndose—. Oh, ¡lo había olvidado! Soy un idiota. ¿Te cogiste a Rin en su celo? ¡Yo también, pero no soy su novio! ¡Qué mal! ¡Hay una severa desigualdad!
—¿Qué? —Mi quijada cayó al suelo con una mezcla amarga de sorpresa y decepción.
Nota: esto arde más que mi pasión por Rin y Jared Leto xDDD.El algodón de azúcar sabe clavar puñaladas en el orgullo. uvu
¡Nos leemos el jueves! <33
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Tú eres mi reflejo
FanfictionRin Matsuoka es un modelo profesional muy popular. Le gustan los faciales, la moda y Haru, pero Haru no es el chico que aparenta ser y Rin lo sabe tan pronto como lo ve. Sin embargo, su obsesión por Haru puede exceder muchos límites, incluyendo que...