XXI: La luz en el desierto

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Haruka.

—Haru, hazme el amor.

—Rin... ¿sabes lo que estás diciendo? —preguntó confundido—. No es que no quiera, pero Sakura está por nacer. ¿Qué tal si lo lastimo?

—¿Lastimarlo? —replicó, soltándome para darse la media vuelta—. Sí, tienes razón. Perdón por pedirte algo así, Haru.

—Oye —lo llamé y rodeé su cintura, reposando mi mentón en su hombro derecho—, te amo. Te deseo como no tienes una idea, Rin. Claro que quiero hacerte el amor, pero no de esta manera y no hoy.

—¿N—No es porque estoy gordo? —balbuceó sollozando—. ¿No te provoco asco?

—¿Gordo? —repetí riendo—. Me haces el hombre más feliz con sólo cargar a mi hijo en tu vientre. ¿Cómo podría sentir asco?

—Sigues aquí —bramó Sousuke detrás de mí—. ¿Qué hacen?

—Nada que quieras saber —rezongué, volteándome para confrontarlo—. Hoy me quedaré a terminar de pintar las paredes de la habitación.

—¿No tienes una casa a la cual debas regresar? —interrogó molesto—. Yo puedo finalizar tu trabajo.

—No tengo una casa, pero estoy con los trámites para adquirirla rápido. —Esbocé una sonrisa de oreja a oreja y lo miré fijamente—. Adivina con quiénes me iré a vivir cuando Sakura nazca.

—Seguro con tus mascotas —gruñó, caminando hacia mí—. No te atrevas o juro que te hago pedazos.

—¿Y piensas dejar huérfano a Sakura y viudo a Rin?

—H—Haru —titubeó Rin—. ¡Haru! —vociferó nervioso.

—¿Qué sucede? —Me giré para atenderlo y sólo pude abrir la boca como un plato—. ¡Rin, Sakura nacerá! —exclamé al ver el líquido que escurría en sus piernas, empapando su pantalón gris de algodón.

En ese momento, cargué a Rin y Sousuke fue por la bolsa con ropa y artículos de bebé. Bajamos por el elevador, rezando para que Sakura resistiera un poco más adentro de Rin y no quisiera nacer en un ascensor. Afortunadamente, llegamos a mi automóvil en menos de cinco minutos y, no sé cómo, pero Yamazaki condujo y yo subí a los asientos traseros junto con mi hijo y Rin.

Al estacionar en el hospital, volví a cargar a Rin y lo llevé al interior del edificio, donde lo recibieron de inmediato. Lo ingresaron de emergencia debido a las fuertes contracciones que tenía, las cuales se presentaban con más frecuencia y parecía que desgarraban a Rin. Eso me asustó, pero no me aparté de él.

Luego de media hora, cuando casi pierde la consciencia por el dolor, lo sedaron y lo trasladaron a otra habitación. Yo los acompañé y, para mi desgracia, Yamazaki también. A pesar de que él hubiese preferido echarme, se tragó su orgullo.

En el cuarto podía oír perfectamente el pitido de los aparatos a los que Rin estaba conectado, el sonido de los instrumentos quirúrgicos que el doctor y las enfermeras utilizaban, la respiración entrecortada de Yamazaki y mi corazón aterrado. Nunca me había sentido tan frenético, pero ya esperaba a Sakura. Quería que Rin despertara y que esto acabara pronto.

Y sí, después de una eternidad para mí, el médico sostenía a Sakura en sus manos.

—Es un niño —anunció feliz—. Un niño sano.

Rin.

Abrí los ojos y observé la pared blanca que estaba delante de mí, lo único que veía. Comencé a recordar por qué estaba en un hospital, pero mi cuerpo dolía demasiado, como si me alguien me hubiera golpeado a propósito.

—¿Rin? —Haru se inclinó sobre mí, cubriendo mi horrible panorama—. ¿Te sientes mal? ¿Voy por el doctor?

—Estoy en un desierto —murmuré somnoliento—. La luz... —susurré la mitad de una frase y caí en la oscuridad de mi inconsciencia.

...

—Sakura, papi está allí. Aún duerme, así que no podrás conocerlo —musitó una dulce y tierna voz—. Él te ama más que a nada en este mundo —aseveró, carcajeando de repente—. Sí, está bien que me agarres.

—¿Haru? —cuestioné. Por fin lo miraba a él y a ese pequeño bulto azul que resguardaban sus brazos.

—Rin, ¿continúas en el desierto o ya estás con nosotros? —Se levantó del mueble que lo separaba de mi alcance y avanzó con paso lento.

—¿Un desierto? ¿Por qué estaría en un desierto? —expresé, todavía aturdido por el sedante y el ardor de la operación.

—Creo que estabas soñando, pero no importa —murmulló, entregándome a mi precioso bebé—. Te ha esperado en silencio.

—Sakura —articulé con lágrimas derramándose en mis mejillas—. Cariño... —Destapé su rostro y sólo me maravillé de lo hermoso que era: ojos azules, tez blanca y cabello rojizo.

—Es nuestro hijo, Rin —afirmó, depositando un beso en mi frente—. Y es perfecto.



Nota: ¡hola! No sé cuántos días pasaron esta ocasión para que pudiera actualizar, así que, mientras esté de vacaciones, no les aseguro publicar un capítulo por semana porque a veces estoy ocupada o me voy de vaga xD. ¡Una disculpa por eso! 

¡Ha nacido Sakura! <3 :'D  Con su nacimiento, les aviso que este fanfic está a menos de 10 capítulos para que finalice. uvu Sin embargo, ya saben que pueden pasar a leer Tú, mi diamante y, cuando termine éste, será reemplazado por nuevos fanfics. 

¡Nos leemos luego! 

Tú eres mi reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora