X: Las palabras duelen

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Nota: la imagen no me pertenece. Todos los créditos van a su respectivo autor/a. Si alguien lo/a conoce, favor de dejar el nombre en un comentario. 

**Las cursivas pertenecen a los diálogos de las llamadas. 

¡Disfruten!

Haru.

—¿No lo sabías, Nanase? Oh, una disculpa por... —Rin lo interrumpió al abalanzarse sobre él, asignándole un puñetazo en la mejilla derecha.

—¡Cállate! —exclamó enojado y se interpuso entre los dos, viendo fijamente a Shigino.

—¿Es cierto? —pregunté, dirigiéndome a mi novio—. ¿Lo golpeaste porque es cierto y te aborreces al ser tan fácil? —Escupí las palabras sin pensarlas y él se dio la media vuelta, llorando.

—¡Vete al infierno, Haru! —gritó y pasó al lado de Kisumi para salir del camerino.

—Me dolió —cuchicheó el algodón de azúcar, todavía masajeando la zona rojiza de su rostro—. Incluso a mí me lastimó lo que dijiste. Eres insensible.

—¿Y de quién crees que es la culpa? —Lo sujeté del cuello de la camisa y alcé su liviano cuerpo unos centímetros del piso.

—Me follé a Rin, pero no te da derecho a insinuar que es una puta —siseó sonriendo de la manera más sínica—. ¿Sabes que acabas de herir los sentimientos de su preciada florecita? Sousuke te molerá a golpes. Lo hizo conmigo y no dudará repetir esos crueles actos con tal de proteger a su niño.

—¿Qué? —Lo solté, empujándolo hacia atrás y él logró equilibrar su peso, evitando caer al suelo.

—Te lo diré porque quiero que te sientas terrible. —Cruzó sus brazos y se recargó en la puerta de madera—. Yo estuve con ellos en el segundo año de secundaria y me enamoré de Sousuke, pero en ese tiempo, él estaba preocupado porque los resultados médicos de Rin arrojaron que era un Omega y me rechazó. Debido a eso, creí que Sousuke lo amaba y, en el celo de Rincito, me aproveché de él.

—¿L-Lo violaste? —balbuceé retrocediendo unos pasos sin poder aceptar esa historia.

—Bueno, digamos que quería venganza por el rechazo de Sousuke. Cuando él se enteró de lo que le había hecho a Rincito, terminé en una camilla de hospital. —Se acercó a mí y murmuró en mi oreja—. ¿Ustedes son novios porque tuvieron sexo en su celo o tú amas a ese chico? En el caso de que sea lo primero, te daré la razón al no haber apoyado a Rincito; pero si lo amas o te gusta, temo que tu definición de amor es muy estúpida.

—No busques a Rin —ordené avanzando hacia la salida.

—No me interesa tener una relación con Rincito, pero quizá lo lleve a un hotel la próxima vez.

—Te mataré si lo haces —afirmé conteniendo mis impulsos asesinos y me marché.

Necesitaba encontrarlo y pedirle disculpas. Seguro había corrido con su perro guardián y meterme en ese edificio sería como entrar a la boca del lobo, pero si no lo hacía, perdería a Rin. Me comporté de la peor forma con él. No demostré ni un poquito de confianza o comprensión, sabiendo que su celo es un tema delicado.

Aunque quisiera ignorarlo, ese maldito algodón de azúcar tenía la boca llena de verdad. Mi definición de amor es pobre y nula, pues nunca me había enamorado. No obstante, creer en un desconocido sin escuchar a mi novio era patético. Herí sus sentimientos y lloró delante de mí. Yo no lo detuve, lo dejé ir así.

—¿Haru? ¿Qué pasa? Estás decaído.

—¿Has visto a Rin? —cuestioné evadiendo su pregunta y comentario.

Tú eres mi reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora