V: Está bien, lo acepto

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Haruka.

Y si volví a ver al pelirrojo que tanto odio, pues sí, las siguientes dos semanas lo acosé en su camerino por las tardes y noches. Incluso lo acompañé a su carro, intercambiamos números telefónicos y le compré comida. En este punto de mi vida, he llegado a la conclusión de que Rin Matsuoka es un tipo imposible de olvidar y difícil de dejar.

Tal vez yo tengo graves problemas de soledad y como él se ríe mucho de mí, me siento cómodo con su compañía. También he pensado que no está mal tener un amigo omega, es decir, la principal razón de detestarlo es porque mi padre marcó a una mujer que no era mi madre, y debido a eso, mi familia se disolvió. Rin ni siquiera es novio del perro que lo vigila y su celo está controlado.

No sé por qué me complico la existencia. Mientras no tenga deseos de hacerle el amor o de morderlo, creo que podré manejar la situación a mi favor. Me gusta que él esté conmigo, así que no lo ignoraré porque cuando lo hago, sus ojos se llenan de lágrimas y me fastidia más. Sólo debo evitar a su estúpido amigo y ya.

—¿Hoy irás con Matsuoka? —interrogó Makoto, recargado en la puerta de mi camerino en la espera de una respuesta que lo tranquilice.

—No, me mandó un mensaje diciendo que su perro pasará a buscarlo. —Jalé mi camisa azul de cuadros blancos y líneas negras.

—¿Cuánto tiempo necesitas para aburrirte de Matsuoka? —Me vestí con la prenda y lo miré de reojo. Su semblante me enojaba porque se entrometía en mis asuntos como si fuera mi mamá—. Yo puedo avisarle a Yamazaki de tu amistad y vendrá a golpearte.

—No me amenaces, Makoto —bufé y agarré mi celular de la repisa frente al espejo—. Tú concéntrate en el trabajo y yo haré lo que me plazca.

—Si tu madre se entera...

—¿Correrás a hablar con ella? —Me acerqué y lo sostuve del cuello de su suéter con ambas manos—. No metas a Rin en mis asuntos familiares.

—¿Por qué? ¿Te interesa el omega? —Esbozó una sonrisa llena de hipocresía, de ésas por las que lo golpearía si no fuera más que un empleado—. Te estás mintiendo y lo estás ilusionando. No te fijas en el daño que le harás en el futuro.

—Soy su amigo y él lo sabe. —Lo solté empujándolo a la derecha para abrir la puerta y salir de este sofocante lugar.

—¿Qué pasará cuando lo domine su celo y tú estés con él? ¿Te lo follarás y le echarás la culpa a Matsuoka? ¿Lo buscarás en su apartamento y le dirás que no quieres compartir una sesión fotográfica porque es omega? —Me mordí el labio inferior conteniendo la rabia que se apoderaba de mi cuerpo y giré la manija—. Eres un cobarde, Haru. No aceptas tus sentimientos, pero lo persigues con esa patética excusa de que son simples amigos.

—Cállate —le ordené y comencé a caminar por el pasillo, rumbo al elevador—. ¡Mierda! —Me detuve a la mitad del corredor y golpeé la pared con toda mi fuerza.

—¿Haru? —Me di la vuelta al escuchar su inconfundible voz detrás de mí—. ¿Qué sucede?

¿Por qué te preocupas por mí? ¿En serio te gusto? ¿No podrías olvidar tus sentimientos y convertirte en mi amigo? No, aunque él me responda, ¿qué es lo que yo deseo de Rin? ¿Por qué no me alejo?

—¿Y tu perro? —pregunté evadiendo su pregunta. No tengo las palabras que quieres oír de mí y no te haré sufrir.

—Sou se retrasó —murmuró cabizbajo y, jugueteando con los mechones de su cabello, me observó intentando que yo no me percatara de su mirada.

Tú eres mi reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora