XIII: Sorpresas

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Rin.

—Rin Matsuoka no es un omega que se aprovecha de su celo. Él es una persona muy confiable y respeta el trabajo de sus colegas. La revista Cherry Blossom lo eligió porque su imagen iba perfecta con el tema del artículo, no porque Rin haya utilizado a sus superiores para beneficiarse.

—¿Usted no habrá caído en el efecto omega? Se le ha visto con el modelo y fue implicado en el pleito con Haruka Nanase.

—Nunca permitiré que lastimen a mis amigos y Haruka Nanase se aprovechó de las circunstancias. No me arrepiento de haber defendido a Rin y si debo hacerlo otra vez, lo haré con gusto.

Apagué la televisión y lancé el control en la mesita del centro, de donde agarré mi celular y desbloqueé la pantalla con el fondo de un tiburón. Busqué en mi agenda el contacto de Nitori y le marqué.

—Oh, Rin, estoy yendo a tu edificio.

—Gracias por decir esas cosas lindas de mí. Por un instante me sentí contento y mis ánimos se renovaron.

—No permitiré que te ataquen de esa manera despiadada. No te lo mereces.

—¡Te prepararé una deliciosa comida!

—Lo estaré esperando. —Colgué la llamada y me levanté del mueble.

Ese Nitori es grandioso. No le importa involucrarse conmigo, a pesar de que su trabajo como periodista principal de la revista Cherry Blossom esté en peligro. Además, él me ha apoyado en estas semanas tan difíciles. Incluso quiere organizarle una fiesta a Sou por su cumpleaños.

Si me hubiera enamorado de un chico así de dulce, amable y tierno, no habría sufrido por el estúpido de Haru. No me estaría lamentando, pero la historia es distinta a mis deseos. La historia que vivo es diferente a un alegre cuento de hadas y, quizá, no tendré un final feliz con mi príncipe azul.

El timbre interrumpió mis pensamientos, por lo que corrí a abrir la puerta creyendo que era Nitori. Sin embargo, el hombre parado delante de mí era Haru. Y no el Haru frío con mirada seria, sino un Haru que me amenazaba con su presencia.

—¿Q-Qué haces aquí? —Retrocedí hacia atrás, sintiéndome amenazado—. Vete.

—No me iré —afirmó y entró. Cerró la puerta y colocó el seguro a su paso.

—T-Tu supresor —balbuceé. Mis piernas temblaban igual que una gelatina y sabía que no era una buena señal.

Haru me sujetó de la cintura y me cargó como un costal en su hombro derecho. No intenté forcejear porque mi mente estaba concentrada en lo que mi parte inferior gritaba: sexo. Él no tomó su supresor y lo más seguro es que su celo había llegado. Vino hasta este lugar con la intención de saciarse y lo peor no era eso, lo peor era que yo reaccionaba a su aroma.

Ingresamos a mi habitación y me tumbó en la cama. Me di la media vuelta y comencé a gatear desesperado, pero Haru me detuvo de los tobillos y me arrastró de regreso a la orilla del colchón. Bajó mis prendas y, luego de unos segundos, su majestuosa erección estaba dentro de mí.

—Aaahhh. —Tragué saliva y empuñé la sábana con mis manos.

Separó mis nalgas aún más y me penetró hasta que sus testículos chocaron contra mi piel. No podía desgarrarme, ¿verdad? Él no me iba a herir. Sólo es su celo, sólo necesito satisfacerlo.

—Rin. —Se agazapó encima de mí sin pausar sus poderosas embestidas que me sacudían con la cama de madera—. Rin —repitió y alejó los cabellos de mi nuca.

Tú eres mi reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora