No lo entiendo. Dylan jamás se había comportado así antes. Está muy raro desde que se enteró de que había una fiesta.
No sé, pero no me gusta verlo de tal forma, me recuerda al año que ocurrió lo de Wendy. Creo, que nunca lo ha superado del todo, pero, a ver, este último año ha estado perfectamente, hemos salido, bebido y ligado. Por eso mismo me desconcierta su actitud.
En fin, no estoy aquí para pensar en Dylan. Si eso mañana hablo con él.
Repartí la vista por toda la zona y suspiré.
No hay barra libre, al menos no la veo. Necesito meterle algo al cuerpo, a ver si me activo a la caza de una hermosa señorita.
Hace unas semanas que no salgo, y ya me estaba pasando factura que la música no palpite en mi cuerpo al mismo ritmo que mi corazón.
Divisé a Aiden enfrente de una mesa con miles de botellas encima. Parece que sí que hay barra libre al fin y al cabo.
Sonreí.
Parece que mi hermanito ejemplar se ha esmerado en encontrar el alcohol.
Corrí hacia él y toqué su hombro.
—¡Eh Aiden! —saludé con una sonrisa.
—¿Qué pasa? —contestó desganado.
Extinguí la curvatura de mis labios.
—No, nada. Sólo vine en busca de un cubata. ¿Y tú? ¿Por qué no estás con Jean?
—El… se ha ido con una chica hace un rato—bebió un trago de su bebida.
Carraspeó.
Madre mía, otro de mis hermanos que está rarito, parece que esto se expande. ¿Soy el único fiestero el día de hoy o qué? Primero Dylan, luego Aiden, sólo falta que Lynn y Jean estén por ahí amargados para que casi toda la familia Thompson esté literalmente, perdida en la sombra. Y eso que, con la música a tope es realmente extraño.
—Entiendo—lo miré detenidamente—Tu… ¿estás bien?
Su rostro cambió de golpe a otro más neutro.
—Perfectamente, voy a buscar a Jean, hasta luego—dijo antes de perderse entre la gente.
Volqué los ojos.
—¿Se puede saber que les pasa a estos críos? Eso me pasa por ser amable con ellos…
Llené medio vaso de whisky y lo posé con fuerza sobre la mesa.
La próxima vez pasaré de ellos. Prefiero que piensen que no me preocupo por ellos a que me hagan estos desplantes. Aaron Thompson no ha nacido para recibir este tipo de trato.
—Hola, ¿me pasas la botella de vodka?—una voz terriblemente dulce, eclipsó de golpe mi pequeña “rabieta”.
Evité abrir los ojos como platos al ver a la chica que tengo en frente
—Esto… ¿quién eres?—musité.
Vale, es cierto, acabo de decir lo primero que se me ha pasado por la mente, pero es que, ¿Qué podría decir con un bellezón así enfrente de mí?
Ella se echó a reír.
—Me llamo Naila—sonrió—¿Y tú?
—Aaron.
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Hermana Mayor
Ficção AdolescenteLa tranquila pero alocada vida independizada de Lynette se ve perturbada, cuándo sus hermanos pequeños van a pasar el verano con ella. Sus padres, fieles religiosos, le piden con devoción que mantenga a raya las alborotadas hormonas de los chic...