Fruncí el ceño y negué con la cabeza. Me siento realmente mareada...
Miré a mi alrededor con dificultad. Estoy en una habitación completamente vacía. Las pareces están pintadas de un gris clarito, no tienen ninguna decoración, nada. Solamente una ventada, con la persiana bajada, a pesar de que se filtra un poco de luz mediante algunas rendijas. El suelo, realmente daba mala espina. Las baldosas, de color negro mate, volvían la estancia mucho más tétrica de lo que me gustaría. La falta de decoración en las pareces también se ve reflejada en el suelo, tan sólo hay un pequeño sillón de color verde hierba. Es lo único que le da un poco de color a todo esto...
Pero la pregunta es... ¿Qué demonios hago yo aquí?
Iba a levantarme cuándo unos pasos me hicieron retroceder. Los pasos cesaron antes de que pudiese ver a las personas que los provocaban.
—Hiciste un buen trabajo—una voz femenina llenó el silencio del lugar.
—Para eso me contrataste ¿no?—respondió un hombre con suficiencia.
—Cierto.
—Has tenido suerte de que no le haya hecho nada a la rubita.
Una risita resonó por la estancia. Pestañeé confusa. ¿De qué están hablando?
—¿Te crees que me habría importado? La tengo atada de pies y manos con cadenas ¿Recuerdas? Podrías haber hecho con ella cualquier cosa.
—A buenas horas lo dices...
—Anda, coge tu dinero y lárgate de aquí, no quiero verte en lo que me resta de vida—la chica suspiró.
—El sentimiento es mutuo preciosa.
Escuché una puerta abrirse y luego cerrarse. El repiqueteo de unos tacones contra el suelo hizo que apretase la mandíbula por la molestia. Agaché la mirada. Aturdida y abrí mucho los ojos al encontrarle el sentido a la conversación que había escuchado.
¡Yo estaba atada de pies y manos! Una especie de esposas—que me sujetaban las muñecas y los tobillos—se unían a cadenas sujetas a la pared con aparente firmeza. Tragué saliva.
Mi corazón comenzó a palpitar a mil por hora al darme cuenta de que estaba en serios problemas y que nadie podría ayudarme. Los pasos se acercaron hacia la habitación en la que estaba y se me cortó la respiración.
¿Acaso la vida es tan cruel que no me deja vivir en condiciones? ¿Qué hice para que me pague de semejante manera? Que yo sepa no soy una mala persona, ni tampoco me paso la vida fastidiando a los demás, no tengo enemigos, ni siquiera tengo una economía privilegiada. ¿Qué podría buscar de mí una secuestradora? Si fuese un hombre, todavía podría encontrarle sentido, pero, ¿una mujer?
—Oh, veo que despertaste...
Apreté los ojos y comencé a temblar involuntariamente. Nada bueno puede salir de esto, estoy segura, si esta mujer deja que vea su rostro, es porque no tiene pensado dejarme salir de aquí con vida, eso está claro. Sin embargo, no me atrevo, no soy capaz de mirarla a los ojos. No si sé que ella me matará.
—Me encanta verte temblar—la diversión en sus palabras me hizo estremecer.
Piensa Lynette, ¿cómo podrías salir de aquí sin ser un cadáver? La simple idea de pensarlo hizo que me comenzasen a picar los ojos.
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Hermana Mayor
Novela JuvenilLa tranquila pero alocada vida independizada de Lynette se ve perturbada, cuándo sus hermanos pequeños van a pasar el verano con ella. Sus padres, fieles religiosos, le piden con devoción que mantenga a raya las alborotadas hormonas de los chic...