Capítulo 13: Mi cabeza explotando en tres, dos, uno... [Lynn]

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     —Esto… ¿Qué demonios está pasando aquí? —pregunté mirando a mi alrededor boquiabierta.

     Aaron sonrió.

     —¡Buenos días! —canturreó alzando una ceja burlonamente.

     No, no, no, no…

     Moriré, esto no me puede estar pasando…

     Avancé dos pasos, bajo la atenta mirada de todos los chicos que hay en la casa. Me senté bruscamente sobre el sofá y suspiré lentamente.

     —¿Te largas tú o te echo yo…?—musité mirándolo fijamente.

     —¿Hablas en serio? —abrió los ojos como platos.

     Aaron volcó los ojos.

     —Lynn, no seas aburrida…—Dylan frunció el ceño.

     Miré al rubio de reojo.

     —Tú mejor cállate Dylan, no quiero a este…—repasé el aludido  con la mirada—chico, en mi casa.

     Jean se echó a reír.

     —Y vuelven…

     Suspiré de nuevo.

     —Yo no pretendo pelear—repliqué—en cuánto él se vaya, todos seremos felices.

     —Sí que me odias…—Will agachó la mirada afligido.

     Alcé una ceja.

     No me lo puedo creer. ¿Cómo puede ser tan exagerado?

     Vale, no me cae bien, prefiero no ver su cara a menos de veinte quilómetros de mí y todo   eso… pero no lo odio; al menos no aún.

     Tampoco pretendo ponerme a la defensiva, o echar cuatro gritos acabándome de levantar de la cama pero es que…

     ¡Él se lo gana!

     Le acabo de decir que se vaya y pasa de mí. Ahí sigue, sentado, mirándome fijamente, con su sonrisa de casanova. Me enerva su actitud.

     Nuestra… “relación” no ha empezado nada bien, pero tampoco lo veo con intención de mejorarla.

     —No te odio—suspiré y traté de sonreír—A ver William…

     —Para ti soy Will preciosa—me guiñó un ojo sonriente.

     Asentí tranquilamente.

     —Will, ¿te importaría decirme que te trae por aquí tan temprano? —inquirí cruzándome de brazos.

     Posó sus dedos lentamente en su barbilla y se quedó en silencio.

     —Nosotros lo invitamos—una media sonrisa surcó el rostro de Jean.

     —Ya veo…—musité—Pues, ya que os da por hacer lo que os da la real gana, ¿por qué no invitamos al chico a comer? Luego pensamos un plan de lo más divertido para pasar la tarde, que se quede a cenar. Y… ¡Es más! ¿Por qué no a dormir también? ¡Sí! Sería una gran idea…—espeté irónicamente, sin alterar lo más mínimo mi tono sosegado.

     —Pues…—Aaron frunció el ceño—¡Es una gran idea!

     Dylan sonrió.

     —¡Esa es mi hermana! ¡Sabía que no podías ser tan aburrida!

     Abrí los ojos como platos.

     ¿Hablan en serio?

     Una de dos. O no se ha notado mi ironía, o les conviene no entenderla.

Hermana MayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora