—Sigo pensando que debemos avisar a papá y a mamá…—musitó Jean enterrando su cara entre las manos.
Dylan lo fulminó con la mirada.
—¿Estás loco? ¿Pretendes que se nos vengan abajo las vacaciones?
Volqué los ojos, incrédulo.
—¿De verdad es eso lo que más te importa?—toqué su pecho con un dedo—¡Es tu hermana la que casi se muere!
¡Es increíble!
Lynn está de camino al hospital, después de casi morir ahogada. Vale que ya esté consciente, pero eso no signifique que esté bien. A lo mejor se tiene que quedar hospitalizada unos días, estar en observación, medicarse... o algo así.
Dylan agachó la mirada.
—No es eso… estoy tan preocupado por ella como todos nosotros, pero no creo que nuestros padres sean de ayuda. ¡Sabes de sobra cómo son! Nos vigilarán veinticuatro horas al día los trescientos sesenta y cinco días del año sólo para asegurarse de que estamos bien.
—¿Eso no es muy exagerado?—soltó Charlotte mirándonos con una ceja alzada.
Suspiré.
—Nos sobreprotegen.
—Oh, ya… veo—se giró hacia adelante aún con el ceño fruncido.
Supongo que mis padres son extraños para el resto de habitantes del siglo veintiuno. Al menos para la gran mayoría. Nosotros ya estamos acostumbrados a su trato, sin embargo, sabemos de sobra que los padres de nuestros amigos son menos sobre protectores, más permisivos y comprensivos.
—¿Queda mucho para llegar?—preguntó Jean.
Emma lo miró por el retrovisor y sonrió.
—No te preocupes, en un par de minutos estaremos allí.
***
Caminamos en completo silencio por el pasillo del hospital.
Nuestro sigilo tampoco es que sea algo exclusivo aquí. En cierto modo, da mal rollo entrar y no oír ni los pasos de los médicos, ni los de nadie. Hay ciertos murmullos, pero si no fuese por eso, parecería que el hospital está desierto.
Supongo que la gente que viene aquí no está de ánimos para hacer mucho ruido, quitando a las mujeres que acaban de dar a luz, el resto de internos están enfermos o heridos en menor o mayor medida.
Desde luego, este sitio no me gusta para nada…
Will se acercó a la recepcionista; una chica bajita de tez blanca, ojos grandes; casi negros, pelo castaño claro ondulado en las puntas, y con una enorme sonrisa en el rostro que la hace ver ciertamente dulce.
—Disculpe, nos gustaría saber cómo se encuentra Lynette…
—Thompson, Lynette Thompson—terminó Aaron tratando de agilizar la respuesta de la recepcionista.
—Un momento por favor…—miró en su ordenador unos segundos—Ahora mismo le están haciendo pruebas, para ver el estado de sus pulmones, vais a tener que esperar un rato. Su habitación es la 601, en seguida la llevarán para allí.
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Hermana Mayor
Teen FictionLa tranquila pero alocada vida independizada de Lynette se ve perturbada, cuándo sus hermanos pequeños van a pasar el verano con ella. Sus padres, fieles religiosos, le piden con devoción que mantenga a raya las alborotadas hormonas de los chic...