Ahora mismo no sé ni cómo me siento, en un primer momento, Naila al principio me pareció… enigmática, cautivadora, muy hermosa; para qué mentir, y sobre todo, bien educada. Mis padres, desde luego, serían felices con una chica así en la familia.
No puedo negar, que lo pensé nada más verla y eso que no quiero relaciones por ahora. Soy muy joven para las ataduras. Pero por desgracia, son consciente de que mis adorados progenitores no tardarán en proponerme asentar cabeza, cosa que no entiendo demasiado bien.
¿Qué más les da que me case o que no?
En tal caso, ya tomaré yo la iniciativa cuándo conozca a aquella persona indicada. La chica perfecta para mí, que, a pesar de no creer mucho en ello, todo el mundo dice que existe.
A lo mejor es verdad, quién sabe.
Pero, lo que está muy claro, es que Naila no puede ser esa persona. Pensé que era distinta, pero me equivoqué.
Tan sólo bastó oírla decir que no dejó ir a su hermana pequeña a la fiesta porque alguien tenía que cuidar a su gata, me dejó completamente descolocado.
Está claro que su cara bonita no refleja toda su personalidad, en ese momento la vi arrogante, mala y soberbia.
Puede que yo también tenga mi punto de arrogancia, pero, por mis hermanos lo que sea, eso lo tengo muy claro, jamás me comportaría de esa manera con ellos.
Menos mal que tan sólo la conozco de hace un día, si me hubiese encaprichado con ella, no querría saber lo mal que la iba a pasar, sería un duelo interno entre lo que creo y lo que quiero.
Pero en fin… se acabó, me olvidaré de las chicas durante todo el verano, sólo pensaré en pasármela bien y disfrutar del momento, que no se tienen diecinueve años todos los días.
—¡Eh! ¿Cómo vas con las heridas? ¿Te duelen? —preguntó Jean con semblante de preocupación.
Alcé una ceja.
—¿Desde cuándo te preocupas por mí?
—¿Cuándo no me he preocupado por ti?—rodó los ojos—¡Eres mi hermano pedazo de tonto! Si no me preocupo por ti no me preocupo por nadie.
—Vale, vale, tranquilo, no me muerdas fiera—sonreí—Me siento bastante bien, seguramente mañana me verás quejarme de los cortes pero no me hagas mucho caso, soy un quejica y lo sabes.
Me miró apenado.
Entiendo que esté pendiente de mí, pero lo veo demasiado implicado. A ver si va a ser verdad eso de que “no sabes lo que quienes hasta que lo pierdes” o, en este caso, “hasta que lo ves en peligro”.
—Además…—proseguí— así tengo una anécdota que contarles a mis nietos, ¿no crees? El loco de su abuelo, es víctima de un atentado en una fiesta mientras flirteaba con una chica—me eché a reír.
Jean sonrió.
—De aquí a que tengas nietos, tendrás muchas otras cosas que decirles.
—Ya lo creo, soy una máquina de meterse en líos.
Ambos nos quedamos en silencio.
Ahora me doy cuenta de que… no se escucha al pesado de Dylan por aquí, ni a la controladora de Lynn y mucho menos a Aiden. ¿Dónde se habrán metido?
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Hermana Mayor
Ficção AdolescenteLa tranquila pero alocada vida independizada de Lynette se ve perturbada, cuándo sus hermanos pequeños van a pasar el verano con ella. Sus padres, fieles religiosos, le piden con devoción que mantenga a raya las alborotadas hormonas de los chic...