Capítulo 27: Vergonzosamente rosa [Lynn]

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     —Aún no me creo esto…—musité negando lentamente mientras sujetaba la mano de Kai con fuerza.

     Debo reconocer que estoy aterrada, por completo.

     Nos encontramos en el parque de atracciones. Más concretamente, cada dos de nosotros sentados en un vagón de una montaña rusa. Jamás me había montado en una antes, es emocionante y a la vez terrorífico.

     Y para ser sincera,  tener a Kai a mi lado, no me ayuda para nada.

     La única novedad de la semana, es que la odiosa de Julissa se ha ido, la verdad, no sé por cuánto tiempo ni por qué, pero me importa muy poco, si no regresase me haría un gran favor.

     —¡Está a punto de arrancar! —gritó Naila emocionada detrás de mí.

     Una sensación de miedo me invadió por dentro, juraría que toda la sangre de mi cuerpo huyó de él despavorido.

     —Me quiero bajar…—musité con un nudo en la garganta, apreté con fuerza la falda de vuelo gris que me llega por las rodillas, haciendo que se subiese unos cuantos centímetros

     —¿Te encuentras bien Lynn?—Kai me miró preocupado. Le solté la mano.

     —No, no me siento bien.

     El revisor se acercó a nuestro vagón para asegurarse de que la seguridad era óptima. Lo miré aún con el malestar y lo toqué en el hombro derecho.

     —Disculpe, me lo he pensado mejor, necesito bajarme.

     —En seguida—frunció los labios con gesto de fastidio y soltó todo mecanismo de defensa existente.

     Sentí como la sangre volvía poco a poco a mi rostro. Inspiré aire profundamente y miré a los chicos.

     —Creo que iré a por algo de comer, estoy mareada, luego nos vemos—sonreí y prácticamente corrí hasta perder de la vista la atracción.

     Suspiré y me senté en el primer banco que vi, curiosamente, al lado de la casa del terror. Seguramente que ahí estaría mucho mejor que en la montaña rusa. Sólo de pensar en las alturas me siento mal. Pensé que a pesar de mi fobia a ella podría subirme y pasar un buen rato, o como mucho, superar mi miedo, si es que eso es posible. Pero no puedo ni montarme sin sentirme angustiada.

     Bueno… ¿Y ahora que como? Y lo mejor, ¿dónde podría encontrar restaurantes o puestos de comida?

     Suena raro… pero nunca antes había estado aquí, parece bastante penoso, pero estas cosas no me van mucho, casi todas las atracciones están pensadas para derrochar adrenalina por doquier y para la diversión de adultos, adolescentes y niños. Yo, aparentemente no entro en ninguna de esas categorías.

     ¿Será posible que sea un extraterrestre?

     Quién sabe, uno nunca termina de conocerse a sí mismo del todo, ¿no?

     Vi pasar a una pareja, la chica sostenía un algodón de azúcar rosa. Me mordí el labio inferior y sonreí.

     ¡Creo que ya sé lo que quiero comer! Puede que no sea algo muy “saludable” pero se supone que el azúcar potencia las fuerzas, eso es lo que me hace falta de momento.

     —¡Lynn!—la voz de Will sonó a lo lejos, me giré y abrí los ojos como platos.

     Se puso delante de mí y me tendió un algodón de azúcar grande de color rosa. Fruncí el ceño.

Hermana MayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora