CAPÍTULO 118: "SOLO QUEDA GRITAR"

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Bajo, como histérica del auto, corrí a la puerta, y empiezo a tocarla fuertemente, pero no hay nadie, no se escucha nada.

Me siento estúpida, dejé las llaves en la casa de Lila y ahora no se que hacer, no se que pensar, no tengo idea de por donde empezar.

Corro hacia la parte trasera de la casa, por el jardín.

-Maldición.-Digo al ver que todas las luces están apagas.

Corro de nuevo a la parte delantera de la casa y me subo al auto, lo enciendo y me dirijo al hospital.

Busco mi teléfono en el asiento del copiloto, marcando el numero de Alexa.

-¡Alexa! ¿donde estas? ¿Que paso con Beck? ¡Llegue a casa y no había nadie!-Grito mientras me paso un semáforo en rojo.

-Estamos en el hospital.-Dice y yo corto la llamada.

Mi mente me esta matando, ella es mi peor enemiga.

Estoy entrando en una fase de pánico, y cuando entro en esta fase, cosas raras me pasan.

En mi celular, busco el número de Mackenzie, la madre de Beck.

-¿Hola?-Contesta.

-¡Señora Mackenzie!-Grito.

Pero de repente freno de golpe, viendo Jenn, parada a mitad de la carretera, con las luces del auto en su pálido rostro, con la marca de la bala a un costado de su cabeza, con el cabello teñido rubio pero manchado de sangre, y con la pistola en la mano; como aquel oscuro día en la playa, el cual se suponía iba a ser el día mas feliz de mi vida, el cual termino siendo la peor de mis pesadillas.

A esto me refería, cada que entro en situaciones de pánico ella aparece.

Me quedo estatica, y ella simplemente esta allí parada, sonriendo, con esa sonrisa que significaba venganza.

-¡No es real!. ¡No es real!. ¡No es real!.-Me digo a mi misma en voz alta.

Es tanto el pánico que siento, que ni siquiera caí en cuenta, de que el auto de atrás había golpeado el mio.

-¿Señorita esta bien?-Dice un hombre golpeando mi ventanilla.

A lo lejos escucho un zumbido.

Llevo mi mano a mi cabeza, palpándo con cuidado; y noto que estoy sangrando.

Miro a aquel hombre; en su mirada se veía preocupación; pero no le preste atención, al dirigir mi mirada a la carretera Jenn ya no estaba, había desaparecido.

-¡No es real!-Grito una vez mas, respirando agitada.

Acelerando y salgo del lugar.

Tomo mi celular con manos temblorosas, y lo acerco a mi oído, ya no esta, la señora Mackenzie cortó la llamada.

No se que hacer, y sinceramente ya no recuerdo que ruta tomar para ir al hospital.

En mi mente tengo pensamientos erroneos, pero el que mas esta allí presente, el que capta toda mi preocupación, es el pensar que Beck morirá, y que mis hijos se quedaran sin padre, de nuevo, por culpa de Jenn; y que yo me quedare sin esposo, sin apoyo, sin compañia, sola, y no me podre despedir de el como es debido.

En el hospital...

Entro corriendo y subo las escaleras, al ultimo piso, donde se supone que están atendiendo a Beck.

Abro las puertas, y allí están; Mackenzie y su esposo; Liz, Martín, Camile, Alicia, Santiago, Avalon y Alexa.

Aun no logro entender porque llegaron tan rápido, incluso mas rápido que yo.

-¿¡Donde esta Beck!?-Me acerco histérica a Alexa.

-Emily.-Dice con cara de preocupación.

-¿¡El esta bien!? ¿¡Donde esta!?-Grito.

Y sin esperar una respuesta entro a la habitación.

No se como hice pero entre, tampoco se si es esa, pero lo hice, entre; y entonces todo se detuvo, y en algo me pude fijar bien, Lo habían desconectado, ya no esta conectado al cilindro que le proporciona oxigeno. 

-¿¡Porque no esta conectado!?--
Grito dirigiéndome al doctor que estaba parado ahí en frente de Beck.

-Salga de aquí por favor.-Me dice.

En ese momento solo me fui sobre el.

-¿¡Porque lo desconectó!? ¿¡No se da cuenta!? ¡el no puede respirar por si solo!-Grito propinando fuertes golpes en su rostro.

De repente alguien tira de mi cintura, tomándome en sus brazos y saliendo de la habitación; y yo, yo solo gritaba.

-¡El no podrá respirar!-Una y otra vez.

Me estoy debilitando, veo todo borroso hago mi mayor esfuerzo por seguir gritando.

Lo ultimo que logro ver con claridad es a Jenn, una vez mas ella aparece, frente a mi, con su sonrisa psicópata.

Ellos lo han desconectado, el morira, y ni siquiera me pude despedir.

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