1. Ojos azules

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Escuchaba los gruñidos a mis espaldas mientras corría por el bosque intentando encontrar la carretera.

Me perseguía una horda, al principio eran unos 20, pero ahora escuchaba más gruñidos a mis espaldas.
Giré mi cabeza hacía atrás para ver cuantos caminantes venían detrás de mi..

-¿QUE DEMONIOS?- Pensé mientras seguía corriendo. Definitivamente el ruido de esos 20 atrajeron a mas caminantes. Ahora debían haber unos 40 detrás de mí, les llevaba unos 30 pasos de ventaja.

Volteé mi cabeza al frente y caí al suelo, había chocado con algo.. O alguien. Tirada en el suelo saque mi arma apuntando al frente.

-¡BAJA EL ARMA!- Me ordenó aquel chico delante de mí, no pude evitar notar que tenía unos ojos azules hermosos, transmitían desconfianza, y tampoco pude evitar notar que me estaba apuntando igual que yo a el. Baje el arma, morir con un disparo en la cabeza era mejor que ser comida por los caminantes.

-Dame el arma.- volvió a ordenar con una voz fría. Rodé mis ojos y se la entregue mientras me levantaba, el dió un paso atrás mientras seguía apuntándome y me miraba con desconfianza.

Me levanté y miré atrás, maldita sea estaban muy cerca. Volví a mirarlo con una expresión de horror

-¡CORRE!- Le grité mientras comenzaba a correr. Sentí sus pasos detrás de mí y luego como estaba a mi lado yo corría al frente, sin saber muy bien a donde ir, solo quería alejarme de los caminantes.

-¡POR AQUÍ!-Tomo mi mano y al pasar un árbol cruzamos a la derecha. No se si fue la adrenalina del momento pero sentí como una corriente recorrió mi cuerpo, comenzando por el lugar donde nuestra piel se tocaba y recorría por todo mi cuerpo.

Seguíamos corriendo y llegamos a una carretera, había una casa rodante, el chico de ojos azules abrió la puerta, me empujo dentro para luego entrar el y cerrarla.

Me apoye con ambas manos a un mesón que estaba a mi lado, intentando recobrar el aliento.

-Hey Grimes, presenta a tu novia- Escuche una voz decir, no era la del chico de ojos azules, miré a mi alrededor y me di cuenta de que no estábamos solos, habían unas 13 personas y una bebe durmiendo en brazos de una mujer canosa. Todos me estaban mirando expectantes y atentos a mis movimientos, los vi a cada uno a los ojos y me detuve en el chino con una sonrisa en su cara, supuse que había sido él, el que dijo ese comentario.

-Cierra la boca  chino.-Le dije mirándolo con desconfianza.

-¡Soy coreano maldita sea!-Dijo con frustración alzando las manos.

Y con eso el ambiente paso de estar tenso a ligero con la risa de todos los tripulantes de la casa rodante.

In the end. {Carl Grimes}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora