Charlie y Lola

Casanova

Ella es mi hermana menor Lola, como ahora usa tacones ya no es pequeña, y como se preocupa más en lo que la gente diga, ya no es graciosa.

─Espero que el grupo de basquetbol no esté enojado contigo por mi culpa. ─Me saludó Lola sirviendo un poco de pizza calentada en su plato, me serví uno también. Mi padre llegó más temprano de lo esperado, así que nos iba a llevar en carro al instituto.

─No fue tu culpa, yo lo arreglo con los chicos. ─Le calmé cerrando mi maleta oficial del equipo, muy dentro de mí, tenía miedo de que me echaran, si lo hacía estaría resentido de por vida con Lola.

─Ya estoy lista. ─Le gritó Lola a mi padre, sus tacones tronaban contra el suelo como bombas, un sonido insoportable para mí.

─ ¿Vas a ir así? ─Hice una mueca al verla tan...

Plástica.

─ ¿Me veo bien?

─Te ves fatal, no seas ridícula y vete a cambiar. ─Le ordené viéndola con un vestido no muy casual y demasiado corto, ¿a dónde creía que iba? ¿A un prostíbulo?

─ ¡No soy ridícula! Y puedo ir a la escuela como quiera.

─Por su no lo sabías, la escuela tiene un lineamiento de cómo deberías ir vestida.

Ella sólo reviró los ojos groseramente y empezó a ponerse una tercera capa de maquijalle. La persona que estaba ahí no era mi hermana, era una puta.

─No iré a la escuela en el mismo carro que una zorra. ─Le gruñí. Mi padre me oyó y abrió los ojos como platos, sí me sentía mal por decirle así a mi hermana, me dolía, y yo sabía que no lo era, pero parecía.

─Pues, ¡traga mierda! ─Me gritó enseñándome su dedo de en medio. Padre le vio asustado, Lola al percatarse de su presencia se quedó quieta y avergonzada de ella misma, él la mandó a cambiarse y a que se quitara todos los kilos de maquijalle que traía puestos.

Ojalá también la hubiera mandado a lavarse la boca con cloro.

Traga mierda, traga mierda, traga mierda.

¿Dónde aprendió eso? ¡Yo jamás digo groserías en la casa por respeto a su persona, y por respeto a la foto de mi madre que estaba colgada en la pared!

Traga mierda, traga mierda, traga mierda.

Ella era la que se buscaba pura mierda, en especial a ese tal Marcos, y Chad. Estoy seguro que no sabía a cuántas niñas han expulsado de la escuela por quedar embarazadas por la culpa de ellos.

Al menos yo casi siempre uso condón con Katherine, o la saco antes de venirme.

Las manos me sudaban por los nervios y la furia que tenía hacia Lola, por eso mismo, no fui con ella a la escuela. Dejé que mi padre le diera un sermón antes de dejarla en el instituto. Lola y yo nos encontramos en la entrada, saludé a mi padre que seguía dentro del coche y se marchó. Lola tenía ahora una cola de caballo a la mitad, sin maquijalle y con los ojos un poco hinchados y ligeramente roja de toda su cara, llevaba jeans y una camisa rosa con estampado y zapatos bajos.

─Al parecer alguien le dieron un regaño muy fuerte. ─Me burlé de ella con una sonrisa falsa, aún dolía el haberle dicho "zorra". Me pregunto si a ella le dolió decirme una grosería.

─Cállate, hippie. ─Me contestó jalando su coleta para que se ajustara. Tal vez sí me hacía falta un corte de pelo, de hecho, me hizo feliz que Lola escogiera el mismo peinado para venir a la escuela. Al parecer sus insultos disminuyeron de intensidad.

─Lamento haberte dicho "zorra". ─La tomé de los hombros para que me viera a los ojos, estábamos en medio del pasillo de la escuela. ─Estaba molesto porque has cambiado demasiado, y no quiero aceptarlo.

La abracé, porque no quería verme débil llorando en plena multitud. A Lola le causó el efecto contrario, pues sentía cómo mi camisa se humedecía, la apreté contra mi pecho.

─Es la primera vez que me insultas.

─Primera y última vez. ─Le prometí apartando su flequillo y dándole un beso en la frente.

En el salón de clases, no pude evitar que todo el mundo me viera con ternura, y me molestaban con que padecía de SAHM, (síndrome de apego a mi hermana menor). Bastante ridículo a mi parecer. Katherine no había venido a clase, pero sus amigas sí, así que nos la pasamos platicando. Apostaba lo que fuera a que Marv se sentía celoso porque ahora todas las chicas iban sobre mí.

En receso, fui a la cafetería a comprar una bebida junto con Marv, no había dicho mucho en todo el día, y no me preocupé mucho hasta que vi a Lola hablando sola en la mesa del equipo de básquetbol.

─Ya valió... ─Masculló Marv al verme paralizado, lo tomé del brazo bruscamente y nos acercamos a la espalda de Lola, ella se asustó. ─Hola, chicos... Qué coincidencia.

─Lola, ¿qué haces aquí? ─Marv trataba de escapar de mi mano que podía quebrar su brazo de la fuerza que le aplicaba.

─Sólo vine a disculparme porque por mi culpa perdieron el partido. ─Dijo inocentemente, los chicos del equipo estaban rojos de sus caras, sabía qué estaban pensando, Lola podía engañarlos, pero no a mí. Y ellos podían engañar a mi hermana, pero no dejaría que se acercaran a ella.

─Te dije que yo lo arreglaría. ─Le regañé, ella bajó su cabeza apenada. Volteé a ver al capitán del equipo. ─Fue error nuestro.

─ ¡No me incluyas! ─Gritó Marv molesto. ─Esto fue por tu SAHM.

─Te romperé el brazo. ─Le amenacé para que se callara.

─Creo que ya lo hiciste.

─Perdimos por incompetencia, no por default. ─Sentenció el capitán. ─De ahora en adelante entrenaremos más duro, no les daré el lujo de descansar.

─Sí, capitán. ─Respondió todo el equipo.

Tomé a Lola de la cintura y la llevé cargando a la salida de la cafetería. ─Vete con tus amigas. ─Le ordené furioso.

─No tengo. ─Me respondió molesta.

─Consigue una.

Trató de empujarme, pero no pudo moverme, y se molestó más. ─Te odio.

Regresé a la mesa del equipo y todos hablaban de Lola. ─ ¡Eh, Charlie! ¿Me das el número de tu hermana? ─Me preguntó en broma uno de los más "graciosos" del grupo, lo tomé de la camisa y lo miré a los ojos.

─ ¿Qué tal si se entera tu novia de esto? Apuesto que no conseguirás otra.

Todos empezaron a burlarse de él, fui por Marv y lo llevé arrastrando al salón de nuevo. Marv se iba quejando todo el camino, al llegar me golpeó en la espalda molesto, me sorprendió un poco.

─Deja de tratarme como un saco de basura. ─Me escupió, sus ojos brillaban y los labios le temblaban. Lo abracé, se estremeció un poco. ─Estás sudado. ─Sentenció y me apartó de él con la cara encendida, se rascaba la nuca y volteó a otro lado, como si escondiera algo.

─ ¿Desde cuándo te incomodan mis abrazos? ─Me burlé de él, por la ventana del salón vi pasar a la novia del chico que se había burlado de mi hermana, y salí del salón para hablar con ella.

Y no debería decir esto, pero fue demasiado fácil.

No sabía que tenía esa clase de encanto en las mujeres, una a una terminó en el baño conmigo, y fui ganando reputación en cada salón, se podía decir que me había vuelto popular.

Tal vez demasiado.