Epílogo

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"¿Recuerdas la última vez que jugaste en el patio de la casa? ¿Recuerdas cuando aún jugabas con tus juguetes e inventabas historias sin tener que razonarlas? ¿No extrañas los cuentos en la noche? ¿Extrañas viajar a lugares llenos de magia y aventuras?".

Leí por milésima vez en la carta de mi madre, y la respuesta a ellas nunca se las pude decir en persona. Mi familia era la principal razón por la que extrañaba todo eso y lo recordaba al ver a Nathaniel y a Sonia en el parque jugando, riendo y otras veces llorando.

Extrañaba con fervor esos días de juegos e inocencia, pero ahora mi deber como tío era darles la misma felicidad que yo había recibido durante todos esos años. Acaricié el papel amarillo y débil, las letras grises y borrosas, el olor a viejo que desprendía.

Mamá era la que me había inspirado a ser un mejor hermano durante todos esos años difíciles. Todo parecía mejor ahora, y me sentía aliviado de cierta manera.

El tiempo pasa y no espera a nadie, crecemos y creemos que toda esa magia que antes tenía la vida se había perdido para siempre y que por más que intentáramos no iba a volver...

Pero lo cierto es, que aún sigue ahí. Sólo somos niños tratando de actuar como adultos. Sí, extraño todo eso, sin embargo, es mi turno de hacer a otras personas felices de ahora en adelante.

"¿Cuento contigo?" leí al final de la carta, asentí con una sonrisa.

─Cuentas conmigo.








                                                                                             FIN

Charlie y LolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora