Jugando videojuegos con los hermanos

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Ella es mi hermana menor Lola, a pesar de que ha crecido mucho, aún es curiosa.

─Charlie, la televisión de nuestro cuarto desapareció. ─Dijo abriendo la puerta del cuarto de papá, cuando vio que la instalaba sólo pudo decir: ─Oh. Apareció.

─ ¿No ibas a quedarte en casa de una amiga hoy? ─Le pregunté confundido, hice una pausa para tronarme la espalda y seguí con los cables.

─Eso lo decidiste por ti mismo. ─Se cruzó de brazos. ─Ninguna de mis compañeras están disponibles, y sabes mejor que nadie que no tengo amigas.

─Sí, tienes a Lotta. ─Paré otro momento para secarme el sudor con mi camisa ya que el pañuelo más cercano estaba lleno de polvo porque estaba limpiando los cables. ─Nunca debes de perder de vista a las personas que te quieren.

─Hace mucho que no la veo. ─Se lamentó y se aventó a la cama en seco, volteé a verla para ver si lloraba. ─Me pregunto cómo le irá.

─Son amigas de la infancia, apuesto a que si le hablas te contestará bien. ─Terminé e instalé las dos consolas, limpié los controles y conté los 53 juegos que habíamos reunido entre todos los chicos, esta noche iba a ser épica. ─ ¿Qué vas a hacer esta noche?

─Ya van como tres veces que lo preguntas, mi respuesta será la misma siempre. ─Apartó la cara de la cama molesta, suspiré estresado. ─A todo esto, ¿para qué necesitas dos televisores?

─Tampoco podría pedirte que te quedes en casa de Kath porque la odias. ─Pensé en voz alta rascándome la nuca. ─Tendré que ponerle llave a tu cuarto.

─ ¿Si quiera estás escuchando lo que te digo? ─Preguntó en voz alta para llamar mi atención. Me paré y sacudí mi ropa.

─Hoy quedé con unos amigos de jugar videojuegos en la noche. ─Le expliqué estirándome, ya no era tan joven como antes. Oh, espera aún tengo 17 sí estoy joven. ─Van a estar muchos hombres, así que no es seguro que estés en la misma casa.

─ ¿Es una Pijamada de hombres? ─Preguntó emocionada. Sus ojos se iluminaron, y ni siquiera entendí lo que acababa de decir. ─ ¿Cómo son las Pijamada de hombres?

─ ¿Pija qué?

─ ¿Hablan de mujeres? ¿De las chicas que les gustan? ¿Qué hacen tantos hombres en un mismo cuarto? ─Seguía preguntando, pero yo no recordaba ni las primeras preguntas que hizo. Tampoco le podía decir que nos masturbábamos en grupo, o que teníamos sexo con chicas al mismo tiempo.

─Lola, sólo vamos a jugar videojuegos toda la noche. No lo llamaría, como lo que tú dijiste...

─ ¡Pijamada! ─Me aventó una almohada y la alcancé.

─Así es, una Pijamada, yo lo llamaría como "pasar la noche jugando videojuegos", aunque yo también estoy curioso por saber cómo sería una Pijamada entre chicas.

─No se permiten chicos en Pijamada de chicas. ─Me regañó, alcé las manos en señal de confusión, Lola se rio de mi cara.

─Bueno, pues en esta "Pijamada" de hombres no entran chicas. ─Contesté autoritariamente, aunque eso nunca le afecta a Lola.

─ ¡Acabas de aceptar que es una Pijamada! ─Gritó victoriosa, nunca funciona mi tono autoritario, suspiré estresado.

─Definitivamente tendrás que ir al departamento de Kath. ─Sentencié, iba a llamar a mi novia, miré mis manos y decidí lavarlas antes de tocar mi celular, en eso mi celular empezó a sonar con el tono de llamada de Kath, mis manos seguían enjabonadas. ─Lola, mi celular está sonando, ¿puedes contestar?

Lola tomó mi celular, pasó por donde estaba y o tiró a la taza del baño.

─ Pero ¡¿qué?!

─No iré al departamento de Katherine. ─Lo volvió a tomar desde el fondo y lo sacudió.

─ ¡Si no querías ir, no hubieras ido! No tenías que tirar mi celular a la taza. ─Se lo arrebaté de las manos, preocupado. Avancé con paso rápido a la cocina, tomé un saco de arroz y lo vacié en un tazón grande, eché mi celular con las partes separadas, con eso bastaría para que se secara de aquí a mañana. ─Maldición, mi novia va a cortar conmigo por esto.

─Eso es música para mis oídos. ─Canturreó Lola y la perseguí molesto por toda la casa, ella corría riendo por su maldad, como siempre, cuando la atrapé la tacleé y me senté arriba de ella para hacerle cosquillas.

De algo tenía que sufrir.

Cuando me di cuenta de lo mal pensado que eso se podía ver, me paré y sonreí. ─Eso te enseñará a no tirar el celular de los demás en las tazas de baño. ─Le mostré que le había quitado su celular, sorprendida, pensó que lo iba a tirar a la tina del baño, pero llamé a Katherine.

─Te quedarás en la casa, pero no puedes salir de tu cuarto. ─La condicioné mientras le devolvía el celular después de haberle colgado a Katherine, sonaba molesta, pero entendió a la perfección la situación.

─ ¿Es porque soy mejor que tú en los videojuegos? ─Lola se cruzó de brazos desafiante. Levanté una ceja.

─Nunca te enseñé a jugar videojuegos. ─Respondí confundido, si no tenía amigos, ¿entonces cómo sabía?

─Sé que si me enseñas seré mejor que todos ustedes. ─Alardeó con una sonrisa. Ya decía yo, lo testaruda aún no se le quitaba, reviré los ojos y encendí el televisor.

─Mientras llegan mis compañeros vamos a jugar un rato. ─Acepté encendiendo la consola, después le sonreí, ella se veía emocionada. ─Sólo para callarte la boca.

Lola rio a carcajadas, escucharla tan emocionada me hizo sentir un poco aliviado, jugamos toda la tarde hasta que llegaron en la noche mis amigos, al tocar el timbre puse pausa y encerré a Lola en su cuarto.

─ ¿Por qué no puedo jugar con ustedes? ─Preguntó pegando sus labios a la puerta, pegué mi cabeza para escucharla mejor. ─ ¿Tienes miedo de que les vuelva a ganar?

La verdad me dio en el orgullo que haya ganado una vez después de 15 partidas ganadas por mí, pero mis razones para dejarla encerrada eran más.

─Son problemas mayores, Lola. ─Tenía miedo de decirle la verdad. ─Quédate ahí, aunque me siento un poco machista con eso, así que te doy la llave de la puerta, con la condición de que no entres al cuarto de papá cuando yo esté dormido.

─Eso suena muy raro. ─Masculló ella, pero realmente no quería darle explicaciones ahora, les había dicho claramente a los chicos que mi hermana no estaría esa noche, y ocultarla de ellos sería un problema, y más si tardaba en abrir la puerta.

─Sólo dime que obedecerás... ─Le supliqué apretando las manos, aunque ella no pudiera verlo. ─Te juro por mi vida que es por tu propio bien.

─Bien. ─Susurró ella y me aparté de la puerta para abrirles a mis amigos.

Charlie y LolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora