El celular

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Ella es mi hermana pequeña Lola, es muy pequeña y muy graciosa.

Sin embargo, cuando está muy callada como hoy, debe significar peligro. Lola nunca se queda quieta, sin hacer ruido, sin correr por toda la casa, tal vez era otra etapa de crecer, dejar de ser tan hiperactivo.

─¿Lola, dónde estás? ─Dije abriendo el baño, el nuevo lugar favorito privado de Lola. No estaba allí afortunadamente, así que fui a la cocina. Sentada en la mesa, comía cereal combinado con leche rosa y leía algo en su celular nuevo, con una mano deslizaba la pantalla y con la cuchara del cereal en la mano.

Algunas cosas no cambiaban nunca. Oh, espera...

─Espera, ¿desde cuándo tienes celular? ─ Se lo quité de la mano, se asustó porque no había notado mi presencia, quiso hacer un gesto, pero tenía la boca llena, así que se medio atragantó.

Yo dejé que se atorara un poco mientras tecleaba mi número de celular.

─Bien, ahora estaré al pendiente de tus redes sociales. ─ Exclamé victorioso guardándolo en mi bolsillo.

─Eh, me lo acaba de dar papá. ─ Se quejó, tosía un poco, apuesto a que se había pasado una hojuela de cereal sin morder.

─Termina de comer. ─ Le ordené mientras lo meneaba en donde pudiera verlo, ella se levantó molesta y trató de alcanzarlo, pero era mucho más alto que ella, alcé el celular lo más alto que pude, me rodeó con su brazo el cuello y se colgó de mí, aún no podía alcanzarlo, pero sentí en mi pecho sus atributos.

Me avergoncé un poco, no me había dado cuenta de todo lo que había crecido en tantos meses.

Me zafé y aventé el celular a la mesa del comedor, en seguida fue por él como si su vida dependiera de ello, parecía feliz por haber ganado esta vez, sin embargo, pensaba en que ya no podría jugar cuerpo a cuerpo porque ahora se malinterpretaría.

Después de obtener su celular, los días en la casa se hicieron más callados, y lo único que se oía era el sonido predeterminado de sus notificaciones, dejamos de hablar durante la comida, dejamos de hacer vídeos juntos, sólo nos etiquetábamos en imágenes y no hablábamos para nada en la escuela.

Pronto su celular se llenó de fotografías que ella le tomaba a la comida, a los paisajes que le gustaban y después cuando lo llevó a la escuela, se llenó de fotos de chicos despistados y de ella con sus amigas y amigos, después fotos de ella en poses muy sensuales que subía regularmente a internet.

Había muchos comentarios de hombres, y eso me molestó.

Un día entré a nuestro cuarto y la encontré acostada en su lado de la cama con una blusa muy delgada y sin sostén, también sólo tenía un bóxer mío, le quité su celular y revisé que se la enviaba a un idiota de mis amigos.

Me di la vuelta y guardé su celular en mi pantalón.

─Charlie, ¡dame mi celular! ─ Me gritó furiosa, pero yo lo estaba más, la empujé y cayó al suelo en seco.

─Quiero volver a la habitación y encontrarte con ropa adecuada y no uses la mía. ─ Sentía un nudo en la garganta, ¿por qué le enviaría una foto así a alguien de mi edad?

─No eres mi papá, no puedes ordenarme nada. ─ Gruñó, y se levantó del suelo, trató de quitarme el celular, pero la volví a empujar, esta vez se mantuvo de pie.

─ ¿Por qué tanto lo quieres? ¿A quién le ibas a mandar esa foto? ¿Qué quieres ganar con eso? ¿Qué mierda pasa por tu cabeza? ─ Le gritaba ahora y de la furia estaba a punto de llorar, Lola trató de acercarse a mí de nuevo, pero me volteé y le di un puñetazo tan fuerte que rompí la puerta de madera de nuestro cuarto.

Lola se quedó quieta, su expresión era de terror.

─ ¿Sabes lo que estos idiotas hacen con fotos como la tuya? ¡SON UNAS VILES MIERDAS! ¿Quieres que toda la escuela se burle de ti por puta? ─ Esta vez di un puñetazo en la pared, mis nudillos ardían, pero se sentía bien de alguna manera, me recargué en la pared. ─Los hombres somos una mierda cuando se trata de mujeres, y las mujeres unas imbéciles cuando se enamoran.

Eso hizo que Lola se enfureciera, pero no se atrevió a acercarse a mí.

─ ¿Qué mierda pensabas hacer con esa foto? ¿Qué si te pedía una sin ropa? ¿Qué si te deja embarazada un hijo de perra como él? ─El simple hecho de imaginar a Lola teniendo sexo con un patán hizo que alcanzara mi límite, y empecé a golpear furioso la pared hasta que la sangre me salpicó en la cara.

Dejé caer mi cabeza para que se golpeara en la pared, Lola, aterrorizaba corrió por el botiquín de primeros auxilios y una bata de baño, se puso la bata encima y me arrecostó en su regazo.

Mi cabeza daba vueltas, y los colores se mezclaban a mi alrededor, por estar metido en las prácticas del equipo olvidaba comer bien, y no dormía por cumplir mi tarea, tal vez sólo estaba a punto de desmayarme, cerré mis ojos y en seguida los volví a abrir.

Desperté en la cama de papá, mis manos ardían en totalidad, y las tenía totalmente vendadas, quería pararme a ver cómo estaba la puerta, para no alarmar a papá sólo pegaría un póster y ya. Volteé la almohada apara acostarme en el lado más fresco, Lola entró en ese momento con un poco de cereal con leche rosa.

Cuando me vio, se quedó quieta por un momento.

─Te traje la cena. ─Anunció en voz baja para que no se notara su voz ronca, se sentó en una silla al lado de la cama, me senté en la cama y bajé los pies al piso, mi cabeza dolía como si hubiera tenido una resaca y empecé a comer despacio el cereal. La vi de reojo, se había duchado, su cabello seguía mojado y detrás de ella, se podía ver ya la luna, había quedado dormido varias horas.

Llevé mi mano a los bolsillos, ambos celulares estaban allí.

─Lamento haberte empujado, sabes que cuando me molesto no quiero estar cerca de nadie, aunque no es una razón para maltratarte. ─Volteé a verla a la cara, sus ojos estaban rojos e hinchados por tanto llorar, también tenía unas ojeras muy marcadas, quién sabe cuántas noches se había desvelado con ese u otro maldito infeliz y no me había dado cuenta. ─Mañana mataré a cualquier maldito que se te acerque. ─ Sentencié con voz grave, Lola esquivó mi mirada, ahora llevaba un suéter y pantalón de mezclilla, parecía que iba a dar un paseo. Sus lágrimas caían por sus mejillas en silencio, esta era la primera vez que peleábamos. ─Espero que me perdones.

Lola me abrazó con fuerza, hizo que se me cayera el cereal y empezó a llorar muy fuerte, desconsolada, sus manos me apretaban con fuerza, pero la separé de mí.

Desconcertada, quiso hablar, pero le dije primero: ─Ya no compartiremos cuarto.


Charlie y LolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora