Music to my ears

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En un entrenamiento, me enteré que la novia del chico que me había pedido el número de Lola había roto con él, y ahora me odiaba, es más, muchos principiantes del equipo me odiaban, porque me había acostado con las chicas que les gustaban.

En pleno entrenamiento, estaba solo y Marv no sabía a quién pasársela porque le bloqueaban el paso.

─ ¡Pásamela! ─Le grité haciendo señas, pero en eso escuché que alguien gritó: "Pásame a tu hermana".

Reconocí la voz en seguida, tomé al imbécil del cuello y le golpeé el estómago, me senté encima de él y empecé a golpearlo en la cara con una mano, con la otra lo ahorcaba. El capitán, Marv y otro chico trataban de apartarme de él, pero yo no lo soltaba por nada del mundo, haría que pagara por insultar a mi hermana.

El chico terminó en el hospital por una semana, y yo expulsado por unos días.

En casa no tenía nada que hacer para animarme después de hacer la limpieza, mi padre no sabía si castigarme por mis acciones o felicitarme, y Lola se sentía avergonzada de sí misma. No entendía bien, la había defendido, no me dirigía palabra y no me miraba, nuestro padre estaba preocupado porque nuestra relación se estaba destruyendo.

¿Cómo le hacíamos de niños para llevarnos tan bien?

Marv me llevaba la tarea y me explicaba los temas nuevos, a veces Katherine y otras chicas me visitaban saltándose las clases. Jugaba videojuegos, iba al parque a pasear y conocer personas de todas las edades, hacía ejercicio, arreglé por fin la puerta del cuarto de Lola y hacía los mandados.

A pesar de todo, me quedaba mucho tiempo libre, y me aburría mucho la rutina, aunque sinceramente amaba mucho despertarme temprano y no ir a los entrenamientos, pero sentía que engordaba.

─Te lo manda un amigo del equipo. ─Marv me extendió una bolsa de marihuana, vino un día cualquiera a pasarme la tarea y nunca esperé que me dijera eso de la nada.

─No podemos consumir sustancias mientras estemos en el equipo. ─Le dije serio.

─Creo que ya no eres parte de él. ─Sentenció serio, me explicó cómo usarla y dijo que un buen comienzo era escuchar música.

─ ¿Y esto para qué? ─Miré la bolsa un poco preocupado, ¿esto es a lo que suelen llamar "presión social"?

─Pues, para probar, dijo que, si no querías que la regresaras, no hay problema. ─Marv la sostuvo un momento también. ─Siempre me pregunté cuál sería su olor.

─No soporto fumar, lo sabes. ─Me paré de la sala y fui a la cocina a tomar un vaso de agua, entre más alejado estuviera de él, me sentiría mejor.

─Podríamos comerla. ─Insistió, dejé el vaso vacío en la repisa y me acerqué a él..

─Tantos años en la escuela diciendo lo peligroso que son las drogas y tú insistiendo a que hay que comerla. ─Le regañé, aunque la curiosidad me mataba.

─Esta cosa huele mucho. ─Marv olía la planta pues ya había abierto la bolsa.

─Va a apestar mi casa, llévate esa cosa. ─Cerré la bolsa y la guardé en su mochila. ─No tengo ningún interés en eso.

─De algo vamos a morir.

─Yo decidiré de lo que no quiero morir. ─Me rasqué la nuca, en verdad estaba tentado a probarla, pero algo dentro de mí me decía que estaba mal, ¿qué ejemplo le daría a Lola? ¿Qué diría mamá? ─No tengo necesito fumar para sentirme bien con lo que hago. Disfruto la música, el arte y la vida en una manera sana. Además, quiero ser un ejemplo para Lola.

─Y te quejas del SAHM, ¿vamos por unas cervezas?

─Está bien. ─Asentí y tomé la cartera. ─Pero piensa bien en lo que te he dicho.

Marv sólo rio y subió al carro.

Le había rogado a mi padre que me enseñara a manejar, y aceptó gustoso. Ahora era el chofer de mi padre y de Lola. Me dijo que podía quedarme con el carro, así que era más fácil visitar a las chicas.

Marv conectó su celular al estéreo y puso nuestra canción favorita, bajamos los cristales y subimos el volumen, cantando a todo lo que el pulmón daba. Esto era a lo que me refería hace rato, sólo necesitaba un amigo y mi música favorita. Hicimos un recorrido más largo de lo habitual para recorrer todas las calles.

Compramos muchas cervezas, pensabamos invitar a amigos a mi casa, por alguna extraña razón era siempre en mi casa y no en la de alguien más, y nos encontramos a Lola en el camino, subió al carro sin pensarlo dos veces.

─¡Yo quiero poner mi música! ─Gritó Lola poniéndose en medio de nuestros asientos desde la parte de atrás, pasaríamos a la gasolinería y volveríamos a casa, estaba oscureciendo.

─¡Por supuesto! ─Contestó feliz y educadamente Marv. ─Deja quito mi...

─Ni hablar, Lola escucha pura música de mierda. ─Dije mirándolo suplicando que no le diera el control de la música.

─Entonces no.

─¡Mi música es buena! ─Exclamó molesta, alzó sus dedos para contar a sus artistas favoritos. ─Nicky Minaj, Justin Bieber, One Direction, Drake...

Fingí vomitar por la ventana y Marv se suicidó con su mano en forma de pistola.

─Ustedes no saben de buena música. ─Se quejó e hizo un puchero. Marv reímos sarcásticamente.

─Lola, bájate de mi carro.

─Ok, supongamos que tu música es buena, ¿qué crees que pensarían si vena dos hombres con esa música?

─Que son gays. ─Dijo Lola en un tono diferente, Marv la volteó a ver enfadado.

─Hay gays que escuchan buena música, la verdad no me importa lo que la gente piense de mí. No soy como ella. ─La señalé con el pulgar y se enfadó. ─Mi carro, mi música.

Marv volteó a verme con una sonrisa, y todo el camino se la pasó viendo su celular decidiendo qué poner nuevamente.

Lola iba viendo a la ventana, no sabía lo que pensaba, pero su semblante era serio y pensativo, quisiera hablar más con ella para saber lo que piensa y lo que siente.

Y yo veía fijamente el camino, los colores, las personas, la velocidad, la emoción, pensando en cómo le haría para pagar la gasolina si ya nos habíamos gastado todo en cerveza.

Charlie y LolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora