Empezamos a caminar al rededor de todo el parque sin soltarnos de las manos, era como el imán y yo el metal, no podíamos separarnos, aunque quisiéramos. Caminábamos de un lugar a otro, siempre con una conversación entablada. Yo sonreía a cada comentario que el hacía, por más impertinente igual reía.
-Me está dando hambre –dije tocándome la barriga- Creo que debo ir de vuelta a el hotel donde me hospedo.
-¿Qué? ¿Me dejarás solo? Apenas nos volvemos a ver. –dijo Harry mirándome atentamente a los ojos-
-No te dejaré solo. Pero quiero comer –dije haciendo puchero-
-Te invito algo de comer entonces –dijo él sonriendo- Vamos a Starbucks. –dijo y yo agarré su mano nuevamente-
Caminamos hasta llegar a la central, al llegar, fuimos directamente a Starbucks sin cantaleta. Al llegar nos sentamos en una mesa, alado de la ventana y cerca de la puerta, conversamos un rato más. Harry se levantó y fue a pedir mi desayuno, cuando llegó, llegó con un café y unos panecillos de chocolate.
-Tu quiere...-Harry me interrumpió-
-No quiero matarte con espinillas amor, obviamente no quiero.
-Esto no es desayuno –sonreí mordiendo el panecillo-
-Pero no me negarás que está delicioso –dijo él haciendo lo mismo que yo-
-No, no te lo negaré, sería una completa idiota –sonreí-
Tomé un sorbo de mi café lentamente ya que estaba caliente, lo coloqué nuevamente sobre la mesa y seguí comiendo los panecillos de chocolate, que aunque no me llenaba servía para matar un poco el hambre.
Cuando terminé de comer Harry y yo nos levantamos y salimos de Starbucks. Le dije que tenía que volver al hotel, ya que posiblemente mi hermana estaría muriendo en estos momentos, preguntándose: "¿DÓNDE CARAJOS ESTÁ?" Me despedí con un beso en los labios de Harry y tomé un taxi en dirección a el hotel. Al llegar corrí rápidamente, tomé el elevador hasta mi piso, y corrí por los pasillos hasta llegar a nuestra habitación. Abrí la puerta temblando, que gran reprendida me iba a dar Melanie. Para mi sorpresa, al entrar, la vi aún dormida. Suspiré salvada, entré completamente y me senté en la cama. Vi como se movía de un lado a el otro, apunto de despertar.
-Que bien, has despertado. Yo también dormí, y mucho –dije-
-No me mientas Richelle, sé que saliste –dijo frotándose los ojos-
-¿Qué? ¿En serio? –pregunté poniendo mis dos manos en mi cintura- Pues, yo me quedé aquí durmiendo, posiblemente estés alucinando.
-No, no estoy alucinando, te vi salir de la habitación muchacha traviesa. Pero no te preocupes, no te reprenderé. Pero para la próxima sé más cuidadosa, que aún no he conocido esta ciudad para decirte si es buena o no. –dijo Melanie dirigiéndose al baño- Vístete que iremos a cenar al restaurante del hotel –entró al baño, suspiré-