Capítulo 14

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Durante el almuerzo no paró de hablar sobre Sebastián

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Durante el almuerzo no paró de hablar sobre Sebastián.

─Parece que te sacaste la lotería.

─¡Claro, mamá! Bueno... es que yo... no sé cómo explicar esta emoción que siento.

─Y vaya que lo sabes disimular, pareces una psicópata sonriendo de ese modo.

─Somos amigos.

─Ya lo habías dicho, hija.

─¿Sí? ─su mamá asintió─. Lo mejor de todo es que puedo llamarlo por su nombre.

─También me lo has dicho. Me gusta verte de esta manera.

─¿Cómo una loca?

─También pero muy enamorada. Espero que por esa cabecita no pase la idea de secuestrarlo.

─¿Y por qué no?

─Tendrías que esconderlo muy bien.

─Si, eso haré para que nadie lo vea. Te quiero, mamá ─se levantó de la silla y le dio un fuerte abrazo─. Amo a Sebastián, quisiera que se fijara en mí.

─Solo dale tiempo y sé paciente para su corazón. Entra en su mundo.

─Dejaré que entre en el mío.

─Eso está muy bien ¿quieres helado? Compra tu favorito.

─Claro que quiero, has despertado mi antojo.

Miró su teléfono, aún eran muy temprano, se moría por verlo. Mientras comía en la cafetería de la universidad lo vio pasar, vestía mezclilla con camisa azul claro con las mangas dobladas hacia los codos.

«Demasiado guapo» pensó mientras se fijaba en su manera de caminar. Se dejó llevar por sus impulsos y sin tiempo que perder fue hacia él. Estaba por alcanzarlo, pero la incógnita lo detuvo ¿Cómo debería llamarlo en la escuela?

─Sebas... profesor ─volteo y aquellos ojos chocolate se fijaron en ella, su media sonrisa salía al descubierto haciéndole el día.

─Hola, Emilie ¿Cómo estás?

─Muy bien, tenemos mucho de qué hablar sobre esa historia.

─¿Terminaste de leerla?

─Por supuesto, es maravilloso, me imagine absolutamente todo desde el principio a fin, fue un romance fuerte tengo que admitirlo.

─Fuerte, puro y natural. Alguien que va en busca de su amor, de su complemento, de su felicidad. Para muchos sería algo estúpido aferrarse a una foto, pero no para ese personaje.

─Me gusto el final. Llore.

─¿De verdad?

─Si, Sebastián, perdón, profesor.

─Sebastián está mejor.

─Es que estamos en la escuela y sería extraño que yo te llamara así enfrente de todos.

─Entonces qué te parece si me llamas Sebastián cuando estemos solos como ahora.

─Me parece bien, Sebastián ─Emilie sonrió abiertamente─. Escribes muy bien, creo que tienes mucho que mostrarme, conocer más sobre ti, lo que te gusta, lo que no.

─Tenemos tiempo, Emilie, mucho tiempo. Estuve pensando que podríamos ir a comer después de las clases, es sin duda una invitación ¿Qué dices?

─Que aceptó la invitación.

─¿Te gustaría que fuéramos a la cafetería?

─No importa el lugar siempre y cuando pueda hablar contigo.

─Entonces así quedamos. Tengo que irme debo entrar a una junta ya sabes cómo son aquí si llego tarde, pero nos veremos más tarde para mi clase.

─Si, Sebastián. Te veré en clases ─parecía muy feliz. Emilie suspiro, se sentía muy bien llamarlo por su nombre─. Sebastián... Sebastián ─susurró mientras lo veía partir.


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