Capítulo 32

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Sebastián permanecía sentado a la espera de que la rectora entrara por aquella puerta, sólo había impartido la primera clase del día, pero su mente estaba en Emilie, desde ese incidente su teléfono había permanecido apagado, y en su casa nadie le abría la puerta. Estaba muy preocupado por ella, en esos días apenas había podido dormir pensando en todo lo que, ocurrido, era como si una parte de él, la más importante, se hubiera esfumado, esperaba verla ese día. Con desánimo suspiró mientras la tristeza se hacía su compañera, de pronto Hanna entró por aquella puerta y por su mirada era obvio que había problemas, la observó tomar asiento en su escritorio antes de hablar.

─Tienes problemas, Sebastián, los papás de ese joven que golpeaste no están felices. Vengo de una junta con los profesores, tomaron la decisión de darte de baja definitivamente de esta institución. Lo siento ─aquello fue un golpe bajo, estaba seguro que todo era un pretexto para quitarlo del camino, desde aquel día en que Stilman se apareció nada fue lo mismo─, los papás de ese joven quieren hablar contigo, pero me opongo.

─¿Por qué?

─Porque, aunque no lo creas, no quiero que te hagan ningún tipo de daño, son una familia adinerada ¿te arrepientes de algo?

─No, sinceramente no, yo hice lo correcto, y si me fui a los golpes fue porque perdí el control. Defendí a mi novia, no sé qué le hicieron, pero tenía que hacer algo, acepto las consecuencias de mis actos.

─Espero que ella se encuentre bien.

─Yo también lo espero.

─Hoy es tu último día, puedes ir a terminar tus clases, despídete de tus alumnos.

─Gracias por todo.

─Antes de que te vayas quiero hacer una pregunta ¿crees que estoy haciendo bien mi trabajo? Para mí es difícil despedir a alguien.

─Haces lo correcto desde que estas como rectora, lo que dijo Stilman el otro día es verdad, hay muchas cosas que no se deben dejar pasar. Solo no te dejes llevar por los veteranos. Nos vemos.

Antes de marcharse a sus clases vio al persona de la construcción, usaban la maquinaria minuciosamente para derribar poco a poco aquel edificio, Sebastián pensó en ese momento que había sido una tontería haberse molestado con Emilie aquel día, pero era su lugar favorito. Tomó su teléfono, esta vez escuchó los tonos lo que hizo que su corazón saltara de emoción, pero ella no respondía, intentó una vez más, pero era el mismo resultado.

«Por favor, Emilie»


Emilie no sabía cómo mirarlo a los ojos, estaba tan cerca peor a la vez muy lejos. Apenas recordaba lo que había sucedido aquel día, Eliza le contó un parte, pero todo era confuso, en casa nada era igual, tenía a su mamá muy pendiente, pero ella tenía la culpa por aceptar aquel vaso con refresco, poco a poco el mareo la hicieron perderse, aun podía sentir el olor a cigarro y a marihuana, estaba molesta con ella misma era como tener un gran peso sobre sus hombros. Un lavado de estómago y reposo total, intoxicada por drogas y alcohol, su mamá se había tenía el temor de que habían abusado sexualmente de ella, en ese momento sintió un fuerte bajón, pero con unos exámenes esa idea fue descartada.

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