Capítulo 17

443 51 57
                                    

El tiempo había transcurrido de un modo distinto para Sebastián, disfrutaba de los momentos que compartían, era una chica simpática que cada vez que sonreía sentía que se contagiaba de ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El tiempo había transcurrido de un modo distinto para Sebastián, disfrutaba de los momentos que compartían, era una chica simpática que cada vez que sonreía sentía que se contagiaba de ella. Se ofreció a ayudarle en sus tareas cuando en uno de sus exámenes obtuvo una calificación baja, aquel día no le gusto verla así, preocupada y sin ánimos. Su lugar para reunirse siempre era el mismo, la cafetería, ella siempre pedía un helado sabor napolitano, y él simplemente un expresso. Lo admitía, Emilie era una gran compañía y excelente ser humano.

─Solo tienes que leer un poco más el texto ─notaba cierta expresión que no le agradaba, era como si se apagara─. Sé que leer esto es un tanto aburrido, a mí me costaba comprender estas técnicas o la estructura química de los organismos.

─La verdad me cuesta comprender, pero contigo entiendo mejor, el profesor Juan es muy rígido para enseñar. Te agradezco que me ayudes aun cuando tienes cosas que hacer.

─Descuida, no tengo nada que hacer.

─¿Qué es lo que haces al llegar?

─Recostarme en el sofá, poner algo de música, ver lo que hay en el refrigerador y calentarlo. Comer. Escribir un poco. Darme un baño y dormir. Nada fuera de lo normal, solo que en algunas ocasiones salgo a cenar con mi alumna que me soporta.

─¿Sí?

─Si, es una chica que no deja de sonreír.

─Debe de estar loca ¿no cree?

─No lo creo ─Sebastián admiró aquella sonrisa fugaz─. Hace dos meses que somos amigos, y me estaba preguntado si te gustaría venir conmigo al cine. Sé que te gustan las palomitas acarameladas, Emilie.

─Oh por dios ¿es enserio, Sebastián? ─y allí estaba, la magia en sus ojos.

─Es que siempre comemos hamburguesas y pienso que deberíamos ir a otros lugares, igual nos sirve como distracción, hay que olvidarnos de la escuela un poco.

─En realidad son dos meses, una semana, tres días y tres horas.

─Wow.

─Somos amigos, y quiero que avancemos. Tú me ayudas y yo quisiera poder hacerlo.

─Lo haces, aunque no lo creas, Emilie. Entonces dime que aceptas, por favor.

─Sabes que sí, acepto y es que me la paso muy bien contigo.

─Yo también me la paso muy bien contigo ¿te parece el sábado a las seis? O dime tu.

─Está perfecto a esa hora.

Sebastián quería que ya fuera sábado, solo tenía que esperar un día. Solo un día─. Ahora continuemos ¿en dónde nos quedamos?

─En este texto de investigación que es un martirio.

─Cierto ¿quieres otro helado?

─Si, por favor.

Caminaba junto a él, era algo sencillo, pero para ella lo era todo cada segundo que pasaba a su lado. No le gustaba tener que despedirse y esperar hasta el día siguiente para volver verlo, los fines de semana se deprimía un poco porque le parecían eternos. Quería más, más de él.

─Estas un poco distraída ¿todo bien?

─Si, solo estaba pensando.

─¿Algo que te preocupe?

─No, nada.

─Por que no quieres decirme.

«Por qué te amo, Sebastian»

─Es que son cosas que no puedes saber ─al instante se sintió una tonta por no haber pensado en algo mejor que decirle, en su rostro se había hecho una especie de incertidumbre─. Perdón-

─No, déjalo así. No tienes que darme explicaciones ─Emilie no tenía idea de cómo solucionarlo, el ambiente se volvía tenso a cada paso─. Aquí nos despedimos, yo iré por ese camino.

─Entonces nos despedimos.

─Cuídate y estudia las observaciones ─sentía que un hueco surgía de su pecho─. Por cierto, mañana no voy a poder presentarme en clases, pero les dejaré instrucciones.

─¿No voy a verte?

─No lo creo, tengo una junta con los maestros y la rectora.

Lo vio alejarse, quería que volteara, pero no lo hizo. Emilie se sintió sola. Lo único que podía hacer era ir a su casa, encerrarse en su habitación y leer para tratar de quitarse ese malestar, pero muy en el fondo sabía que no lo iba a poder lograr.

Aquel sábado Sebastián decidió no levantarse de la cama en todo el día, la junta estuvo llena de temas que no tenían que ver con lo académico, no había visto a Emilie ni siquiera sabía de ella, intentó marcarle, pero no comprendía porque al final desistió.

El hambre comenzaba a hacer estragos, no tenía más remedio que salir de su cama en pijama y sin playera le gustaba pasearse así por su departamento. Se metió a la regadera, quería sentirse fresco y después comer algo, cuando salió de la regadera vio la pantalla de su teléfono estaba iluminada, tenía una llamada perdida. De pronto su corazón comenzó a latir más rápido de lo normal, las manos le temblaban, tuvo que aclararse la garganta, y después le devolvió la llamada. Espero los tonos hasta que escucho su voz del otro lado.

─Buenos días, Sebastián, solo quería saber si todo está bien ─era una voz tierna, alegre y tenue.

─Si, todo bien ¿tu como estas? ─tenía interés de saber de ella.

─Bien, algo ocupada, tareas más tareas y tengo que preparar la comida.

─¿Qué vas a preparar?

─Enchiladas verdes, son mis favoritas ¿te gustaría probarlas?

─Claro que me encantaría.

─Sebastián.

─Dime ─le pareció escuchar un suspiro del otro lado.

─Eres importante para mí, eres mi amigo, y no quería que te ofendieras.

─Emilie, tranquila ¿sí? Estamos bien. Recuerda que tenemos planes para hoy en la tarde.

─Por eso me estoy apurando, quiero la tarde libre contigo

De pronto un pequeño silencio se produjo, Sebastián sonreía sin un por qué.

─Entonces te dejo para que termines.

─Sebastián, no te vayas aún, dame un minuto.

─Yo... me siento... muy bien cuando hablo contigo... eres mi mejor amigo... el único. Solo quería que lo supieras.

─Yo siento lo mismo, tu amistad me hace muy bien, me gusta nuestras conversaciones, me agradas, Emilie. Te veré a las seis, paso por ti.

─Te estaré esperando. Nos vemos más tarde.

Después de aquella llamada se miró al espejo, era irreconocible aquel hombre; no dejaba de sonreír, se acercó lentamente y miro sus ojos. Eran más brillantes.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Enséñame a AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora