Capítulo 19

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Con muchos nervios Emilie le contó absolutamente todo, como fue creciendo ese sentimiento desde que lo vio aquella vez mientras ella se dirigía hacia la preparatoria, había pasado mucho tiempo observándolo de lejos, llegar a la universidad fue más...

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Con muchos nervios Emilie le contó absolutamente todo, como fue creciendo ese sentimiento desde que lo vio aquella vez mientras ella se dirigía hacia la preparatoria, había pasado mucho tiempo observándolo de lejos, llegar a la universidad fue más que una simple casualidad.

─Es mucho tiempo ─lo escuchó decir mientras su mirada se posaba en la suya. Después de aquellos besos en la sala de cine decidieron ir a un lugar más tranquilo donde pudieran conversar y estar solos. Una cafetería de paso había sido la única opción y es que ambos no querían esperar mucho tiempo.

─He estado enamorada de ti desde que te vi, Sebastián.

─Aun estabas en la preparatoria, eres una niña ─ella negó con la mirada.

─Soy toda una mujer. Fue más que suerte el enterarme que serias mi profesor ─Emilie solo quería saber que pensaba.

─Siento que estoy soñando, aun no asimilo que nos hayamos besado, pero es momento de hablar ─observó cómo suspiraba con mucha tranquilidad, pero por alguna razón se sentía demasiado alarmada─. Durante todo este tiempo que hemos convivido juntos me he sentido diferente, tu presencia me hace bien. Nunca te lo había dicho, pero, odiaba llegar a casa, porque durante un largo tiempo me he sentido solo. Mi vida no tenía ningún rumbo. Conoces poco de mí, sé que eres una chica muy curiosa ─le encantaba aquella sonrisa, observo sus labios, labios que ya había probado y sabían a gloria─. Te quiero, Emilie, esa es la verdad, déjame entrar en tu mundo... yo te dejaré entrar en el mío, quiero que conozcas todo de mí.

─Yo quiero entrar en tu mundo, Sebastián. Me gustas mucho, y no solo porque eres guapo, sino también porque siento que eres una persona de sentimientos nobles. Te amo. Te amo, Sebastián, estoy enamorada de ti desde hace mucho tiempo ─por fin podía decirlo sin tener que censurar sus labios, las palabras salían por si solas desde lo más profundo de su corazón─. Sebastián.

─Dime ─estaba embelesada por su sonrisa.

─¿Quieres ser mi novio?

No hubo una reacción, los segundos parecían eternos, era aturdidor que el tiempo se detuviera. Un momento después parecía estar sorprendido y a la vez feliz, observó cómo suspiraba con toda esa tranquilidad que emanaba de sí mismo y que a su vez la contagiaba.

─Si, si quiero ser tu novio, Emilie ─su mano atrapó la suya por encima de la mesita, se sentía muy cálida, suave, tenaz, pasiva y cariñosa. Ya anhelaba volver a sus labios.

─Es el mejor día de mi vida ─expresó apretando su mano─, bueno el segundo porque el primero fue cuando me enamore de ti ─estaba tan feliz que su sonrisa era tan espontánea.

─Hoy no te lo he dicho, pero... sin maquillaje te ves muy preciosa. Y no se diga de tus labios, son tan suaves y calientitos. Creo que tus mejillas están rojitas.

─Pues a ti también se te pondrán rojitas.

─¿Segura?

─Porque hay una persona que sabe lo que siento por ti. Mi mamá.

─Oh dios. Oh dios, Emilie... todas esas veces sabía que algo pasaba por su mente ¿cómo la veré ahora?

Emilie disfruto de esa escena, se tan llena de magia y plenamente emocionada que no se lo podía creer.

─Tranquilo, no te matara.

Caminaron juntos tomados de la mano, tenía mucho que contarle a su mamá, decirle que ahora Sebastián no solo era su profesor. Cuando llegaron a la puerta se abrió, del otro lado se encontraba su mamá un tanto seria tal vez por lo tarde que ya era.

─Buenas noches, señora.

─Emilie, entra.

─Mamá, yo-

─Hija, entra a la casa ─el tono de su voz había cambiado─. Quiero hablar con tu profesor.

─Sebastián, lo siento ─Emilie observó por última vez esa media sonrisa que parecía apenas mostrarse. Después de cerrar la puerta no volvió a saber de él.

Los nervios delataban a Sebastián, pero se mantenía fuerte y tenaz.

─Señora, lo lamento, no volverá a ocurrir, vimos la película y después nos fuimos a una cafetería cercana. Estuvimos conversando un poco, y no me di cuenta de la hora. Es mi culpa, no la reprenda por mi error. Le juro que no volverá a ocurrir. Yo entiendo que quiere mucho a su hija, es una buena chica ─sus manos comenzaron a sudar─, en el tiempo que llevo de conocerla me ha brindado su apoyo incondicional y muy sincera su amistad, es una chica impresionante, tiene una visión sobre lo que quiere, está segura de lo que desea, yo solo soy un profesor pero me ha hecho mirar hacia atrás para darme cuenta de muchas cosas perdón... yo... es que... cuando estoy nervioso... bueno... ya no sé qué estoy diciendo ─respiro profundamente y tomo el valor que tenía guardado─. No se enoje con ella, hágalo conmigo, no volverá a ocurrir, se lo prometo, lo cumpliré.

─Veo que está muy nervioso, profesor ─las expresiones de esa mujer se suavizaron un poco─. Cumpla su promesa. Mi hija es mi tesoro, es mi mundo, mi vida, y no permitirte que nadie la corrompa o la lastime. Sé que tienen una amistad muy natural, mi hija habla mucho de usted ─Emilie tenía razón sus mejillas se encendieron, saber que su mamá sabía todo─. Creo que ya es tarde, debería ir a casa.

─¿Podría decirle a Emilie, que le agradezco este día?

─Yo se lo diré, profesor.

─Bien. Que pasen buenas noches las dos.

─Muchas gracias, vaya con cuidado.

Mientras caminaba Sebastián recordó todo lo que había sucedido, desde el beso hasta su confesión. Sin dudar Emilie era una chica especial, una chica que poco a poco se fue adentrando en él, y ahora...

«Despertaste mi corazón, Emilie»


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