Capítulo 15

442 46 26
                                    

Sebastián no dejaba de escuchar todo lo que Emile decía sobre su historia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sebastián no dejaba de escuchar todo lo que Emile decía sobre su historia. La chica solo se detenía a probar su helado napolitano y continuaba hablando. Verla allí sentada y con aquellas expresiones llenas de emoción, no tenía precio, en verdad estaba encantada y a él le gustaba verla así.

─Confió en ti ─la interrumpió.

─¿Perdón?

─Que confió en ti. Por eso te he dejado leer lo que he escrito. Hay cosas a las que no tengo respuestas o las palabras, pero es cierto... confió en ti, Emilie.

─Gracias. Yo quiero que lo hagas, Sebastián. Seré tu mejor amiga.

─Mi única amiga, así se escucha mejor.

─Y lo soy ¿verdad?

─Lo eres.

─Sebastián, quiero leer más.

─Podría traerte otra historia. Con una condición.

─Mas condiciones, está bien.

─Sal conmigo el viernes, hamburguesas y coca cola ¿Qué dices?

─Eso no es una condición, me estas invitando a salir.

─Sí ─asintió─. Cenemos juntos, me agrada tu compañía.

─Lo pensare... si, acepto.

─Bien ─Sebastián sonrió contento por su manera de ser tan espontánea.

─Pero yo también tengo una condición, quiero papitas, Sebastián.

─Papitas serán.

Emilie se perdía en aquellos ojos y en su sonrisa de medio lado.

─¿Puedo saber por qué escribes?

─Porque me gusta soñar despierto y porque creo mucho en el amor ¿y tú?

─Yo también creo ─escondió aquella sonrisa muy obvia─. Sé que estuviste enamorado ─decir esas palabras la incomodaba─. Te dolió olvidar ─lo observó asentir con mucha tranquilidad.

─Dolió.

─¿Su corazón aún está roto?

─No. Dejé el pasado atrás, me levanté y caminé por sí solo, a pesar de ese mal sigo creyendo en el amor, solo que esta vez pienso diferente.

─¿En qué sentido? ─tenía temor de que se cerrará a ella, pero su curiosidad no se quedaba atrás.

─Entregaré mi corazón, pero será para siempre, amaré a esa persona para toda la vida, la hare feliz sea quien sea, y también haré que se sienta orgullosa de lo nuestro.

Emilie suspiro profundamente al escuchar aquellas palabras. De pronto aquella sonrisa se escondió con timidez, estaba tentada a llevar su mano a la suya. Sus impulsos eran cada vez incontrolables, se moría por un beso suyo.

«Estoy aquí, mírame»

«yo soy esa persona»

─Debes ser amado, Sebastián, que te amen todos los días como te mereces.

─Me gustaría que así fuera.

─Creo que es tu corazón quien crea todas esas historias hermosas, su corazón dormido.

─Mi corazón dormido... no solo está dormido... está protegido.

─Todos nos protegemos.

─En eso tienes razón.

─Sería feliz conociéndote, convivir un poco más, como ahora, y si en algo puedo ayudarte, lo haré, Sebastián. Créeme que lo haré ─y allí estaba, ese singular brillo en sus ojos que la contagiaba. Vio cómo se llevaba la taza de expresso a la boca «que labios».

─Gracias por este momento, Emilie.

─A ti por invitarme.

Emilie no quería que se marchara, quería más tiempo para compartir a su lado.

─¿Puedo acompañarte a tu casa? ─aquello fue sorpresivo, Emilie no podía ocultar su reacción.

─¿De verdad?

─Si... ¿no está bien?

─No... no es eso... si, puedes acompañarme, por favor.

Se despidió de ella con un apretón de manos y después la vio desaparecer por aquella puerta con su singular sonrisa. Mientras caminaba de regreso pensó en lo bien que se la había pasado con ella, había disfrutado en todo momento de esa charla mutua, de su compañía a pesar de que era su alumna, en sí comenzaba a verla de otro modo, era una excelente amiga.

Al llegar su departamento comenzó buscar esa historia preguntándose si podría gustarle. Abrió la portada y sobre la primera hoja encontró el título Con o sin maquillaje, te amaré.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Enséñame a AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora