Capítulo 33

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Dos días sin verlo en la última clase o en la universidad, tan solo dos días que pesaban tanto, hablaba poco con Eliza desde que la vio con Sebastián. Una parte de ella estaba perdida, sin saber que hacer, al terminar las clases del día se dirigió a la cafetería donde siempre se reunían, ordenó un capuchino con canela y comenzó a mirar las fotografías, una a una mientras sentía esas ganas de llorar.

─¿En dónde estás? ─susurró sin apartar la mirada de la pantalla.

─Justo aquí ─escuchó de repente, alzó la mirada para encontrarse con aquella mirada y su singular media sonrisa.

─¡Sebastián! ─se levantó de inmediato sin poder creer que estaba allí, lo rodeo y sus brazos la envolvieron.

─Mi pequeña.

─No sabes cuánto he querido verte ─escuchaba su respirar cerca de su cabello.

─Tenemos que hablar, Emilie ─lo vio tomar asiento y ella hizo lo mismo.

─Todo es mi-

─Espera, por favor, yo también tuve que ver. Yo me moleste contigo por una tontería, el edificio era como una refugio para mí, con el comentario que hiciste aquel día sentía que poco te importaba, el día de la fiesta Eliza me llamó parecía asustada y lo que vino después fue más que un caos ─Emilie escuchaba con atención sus palabras─, golpeé a ese chico, perdí el control pero claro también a mí me golpearon, te llevamos al hospital espere hasta que tu mamá llego y-

─Lo se ─bajo la mirada avergonzada.

─No supe más de ti, tu mamá me responsabilizó por lo sucedido.

─El día de la fiesta le mentí diciendo que saldría contigo, estaba molesta contigo. En la fiesta no sé en qué momento me drogaron, me practicaron un lavado de estómago, no solo fue la marihuana que fume... incluso me hicieron exámenes porque mi mamá quería estar segura que no habían abusado de mi sexualmente.

─¿Y cuáles fueron los resultados?

─No me tocaron.

─Gracias a dios estas bien.

─Pero tú pagaste las consecuencias de mis actos ─hubo un silencio total por un instante que parecía eterno─. No recuerdo todo lo que pasó.

─¿Ni lo del taxi?

─No ─frunció el ceño─. ¿Qué pasó...?

─Me dijiste que era un estúpido, que no valía la pena, que no sabías porque te habías fijado en alguien como yo. Y que yo no te dejaba vivir tu vida...

─Yo... no lo recuerdo. Perdóname.

─Tu mamá no me abría la puerta, ni tu ni ella me respondieron las llamadas, yo solo quería saber de ti, estaba muy preocupado sin saber nada.

Enséñame a AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora