Capítulo 35

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Emilie dedicó los próximos días a visitarlo en el hospital después de clases, según el diagnóstico del médico las costillas tardarían en sanar, Sebastián necesitaba limitar sus actividades para evitar que su situación empeorara.

Caminó por el pasillo con dirección hacia su habitación y como ya era costumbre siempre estaba custodiada por un hombre de traje, alto e intimidante.

─Se ve intimidante igual que mi escolta ─escuchó decir a Greta, era la primera vez que visitaba a Sebastián─, suerte que se quedó afuera no puedo ni siquiera ir sola al baño.

─Dímelo a mí, el primer día mi mamá pensó que andaba metida en malos pasos, sino fuera por José quien le explico la situación no me creería.

─Ese hombre tiene un aura amenazadora.

─¿José? Para nada es muy amable.

─Lo que tu digas.

Una vez que se acercaron a la puerta de la habitación el hombre les pidió identificaciones y revisó sus bolsos, Emilie sabia el protocolo ya que todos los días era lo mismo.

─No traigo una bomba ─Greta parecía estar disgustada.

─Lo siento, señorita, pero son órdenes. Pueden pasar.

Dentro Emilie dibujó una gran sonrisa al verlo, se le veía un poco agotado, pero no dejaba de lado ese singular brillo en su mirada, se acercó a la cama y sostuvo su mano sin antes darle un beso.

─Hola, nena, ¿Cómo estás?

─Soy yo quien debería preguntarte como estas.

─Pues con ansias de irme de aquí, el doctor dijo que mañana me dará de alta, pero debo mantener mis cuidados en casa.

─¿Estás seguro de querer irte? ¿No es precipitado?

─Llevo una semana aquí, Emilie, el hospital no saldrá barato, recuerda que estoy desempleado.

─El señor José dijo que no tenías que preocuparte por los gastos.

─No quiero deberle nada a ese hombre... Stilman.

─Sebastián, por favor, escúchame yo sé que te duele, aunque aparentes frente a mí que no, yo no estoy pasando por lo que tú, solo quiero que te recuperes, que hay de malo en aceptar un poco de ayuda ─Emilie apretó su mano.

─Yo opino lo mismo que Emilie, profesor, creo que lo primordial es que usted se recupere, que hay de malo en aceptar ayuda, mejor deje su orgullo ¿de qué se ríe?

─No me esperaba que tu vinieras a visitarme, y tampoco verlas a las dos juntas, se caían mal.

─Si bueno eso era antes, profesor. Pero aún no veo el chiste.

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