¿A que sabrán sus labios? ¿como sera su mirada? ¿algún día me vera como algo mas?
Emilie, una chica joven con un amor cálido profundo hacia su profesor, Sebastian, un hombre con un corazón dormido.
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Sebastián se sentó en uno de los lugares vacíos de su lugar secreto. No había escrito gracias a los nervios, y es que jamás había mostrado sus letras a ninguna persona. Eran sólo suyas, pero por alguna razón confiaba en ella. En Emilie. Observó el reloj de mano, el tiempo se había agotado, era hora de regresar.
Entró al salón de clases, de camino a su asiento miró a su alumna; aquella sonrisa estaba llena de ilusiones o al menos era lo que él pensaba. Como siempre era la primera en darle los buenos días.
Dedicó la clase entera a explicar algunos conceptos básicos, detalladamente escribió sobre la pizarra y retomó su asiento en el escritorio mientras sus alumnos tomaban nota.
Cuando volteo, su alumna le sonrió, observó que escribía en su teléfono.
Siendo sincera quiero leer lo que ha escrito.
Eso me emociona.
Sebastián dibujó una tenue línea mientras miraba el teléfono.
No imaginas lo nervioso que estoy.
¿Por qué?
Porque nunca se lo he mostrado a nadie.
Seré la primera.
Si.
Eso es maravilloso.
Guarde su teléfono.
Perdone, profesor.
No es verdad ja-ja
Muy gracioso 😁
Tome sus apuntes.
Si, lo que usted diga.
Continuó con la clase hasta que todos tomaron sus cosas y se marcharon, todos menos ella quien se acercaba. Sebastián tenía los nervios de punta, no sabía cómo entregar algo tan valioso.
─Me gustó la hamburguesa de ayer. No salgo mucho que digamos.
─Hay muy buenos lugares ─dijo ella.
─A veces puedo ser muy aburrido ─metió la mano en su maletín, tomó la libreta con la portada desgastada y se la entregó─. Espero lo disfrutes.
La chica lo tomó en sus manos, lo abrió y miró la primera página.
─Con todo mi cariño, con todo mi amor. Es un buen título. Me siento aún más emocionada.
─¿Sí?
─De verdad. Me encanta leer, cuando me confesó que le gusta escribir en ese momento me dije que tenía que leer sus letras.
─Solo espero no defraudarte. Cada letra me ha tomado tiempo y esfuerzo. He volado muy alto... demasiado.
