Capítulo 23

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Ese día Emilie se encontró con Sebastián, lo tomó de la mano con toda la libertad del mundo, caminaron como dos personas enamoradas mientras conversaban, hicieron una pequeña para solo para comprar café, pero antes de entrar a la universidad Sebas...

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Ese día Emilie se encontró con Sebastián, lo tomó de la mano con toda la libertad del mundo, caminaron como dos personas enamoradas mientras conversaban, hicieron una pequeña para solo para comprar café, pero antes de entrar a la universidad Sebastián soltó su mano, le dijo que solo era una medida para no perjudicarla, que lo que menos quería era levantar rumores negativos, Emilie tardó en comprenderlo y es que seguía siendo su profesor dentro de aquella institución, antes de despedirse le dijo que era su novio solo de ella, y que no le podía sonreír a nadie. Le gusto tanto ver aquella sonrisa de medio lado.

Emilie se sentó en una mesa vacía a desayunar, tomo su teléfono y no perdió tiempo en enviarle un mensaje, desde muy temprano no aguantaba las ganas de hacerlo, pero no quería incomodarlo mientras impartía sus clases. La contestación llegó de inmediato.

Te quiero ver

Yo también ¿se puede?

Hay un lugar que nadie visita

¿Cuál es ese lugar?

Mi lugar secreto.

Quiero verte. Por favor.

El edificio viejo. Te estaré esperando.

Emilie no lo pensó dos veces, se levantó de aquella mesa y fue hacia ese lugar. Aquel edificio estaba alejado de la vista, lo único que sabía era que se usaba como bodega y que en unos meses más sería derribado.

Continuo derecho por la biblioteca hasta perderse en aquel camino de gravilla suelta. Miró el edificio a la distancia, apresuró el paso para encontrarse con Sebastián. En cuanto llego subió los escalones con muchos nerviosa, pero con el corazón lleno de felicidad. En el segundo piso lo vio, guapo como siempre y con esa mirada encantadora.

─Este lugar no están secreto, amor.

─Solo el encargado de mantenimiento lo visita, descuida no estará hasta más tarde.

─¿Qué haces en este lugar?

─Ven ─le dio la mano y sin dudar Emilie la tomó─. Te mostraré mi lugar preferido.

Aquella sonrisa era totalmente diferente, estaba llena de misterio, pero también de tranquilidad. A su lado sentía que todo era mágico, como en sus novelas, todo era perfecto.

No solo aquella sonrisa era diferente, también ese agarre, Emilie sentía que Sebastián se aferraba a ella.

─Te amo, Emilie ─le dijo mientras caminaban por el pasillo, ella sonrió mientras llenaba cada centímetro de sus pulmones con oxígeno─. Es aquí.

Emilie vio que era un salón de clases, pero diferencia de los demás que estaban sucios y llenos de cosas este permanecía casi intacto. Emilie miró a través de los cristales, las sillas en filas algunas malgastadas, la pizarra en su posición, luces casi brillantes, sobre aquel escritorio viejo reconoció aquel maletín.

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