Capítulo 9: Conocimiento

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El escape había tenido consecuencias, entre ellas, la pérdida de más de la mitad de carceleros estables y a disposición. Los soldados que conformaban aquella armada tenían como obligación la protección de la nación. Los trabajos eran varios, que iban desde brigadas de ayuda ante desastres relacionados al caos de la madre naturaleza, hasta otros específicos como aquel grupo especial que conformaba el escuadrón de cacería de clase A, B o C. Los carceleros constituían un grupo pequeño, seleccionado, capacitado y con un índice de vida por debajo del promedio de cualquier persona con cualquier otro trabajo. Pocos eran los imbéciles que se postulaban para ejercer aquella labor, cualquier persona con cerebro se negaría a llevar a acabo aquello por el simple hecho de que, compartir con un asesino todo el maldito día era cosa de locos. Por eso su personal era escaso, e allí el problema más grande de esa organización, puesto que necesitaban seguir con aquellas capturas contantes y progresivas puesto que, como en cualquier comunidad, el crimen no cesaba

Falta de personal y el hecho de que los clase A castigados no podía moverse en alrededor de un mes hasta su recuperación, obligaba a la armada a sacar sus reservas celosamente guardadas. Pocos eran los carceleros más sanguinarios, conocidos por su falta de tacto para con sus allegados y enemigos, así como la notable característica de ir acumulando años sin ningún problema. La longevidad en esa armada era altamente respetada, pues significaba que ese "alguien" logró mantener a su clase A, o a los varios que se le fueron asignados,a su lado sin que la muerte tocara su puerta. Entonces, sacar esa clase de "armamento" era aprovechar la fortaleza de los hombres y mujeres más experimentados, e incluso hasta más dementes, en esos casos de necesidad.

Se convocó entonces, a los expertos cazando clase A, entrenadores con las tácticas más demenciales, torturadores físicos que no tenían reparo en arrancar alguna parte del cuerpo de su enemigo para demostrar su dominio. A los altos mandos nunca les importó lo que cada carcelero le hiciera al enemigo designado, es más, si la táctica de entrenamiento funcionaba, ellos requerían la información y una prueba para ascender al novato a un rango más elevado, cediéndole con eso algunos privilegios que llegasen a acordar en beneficio de ambas partes. Lo que significaba que aquellos que salían en el escuadrón de recuperación rápida eran lo mejor de lo mejor, y aun así sólo recuperaron la mitad de todos los fugitivos. Los que no fueron recuperados, habían sido simplemente declarados como amenaza latente y sus rostros puestos en cada estación de vigilancia existente

Los perímetros eran revisados en totalidad, no había zona sin revisión exhaustiva, pero luego de dos semanas, no se halló nada más de lo que encontraron en los primeros cuatro días. Se mantenían las alertas en cada escuadrón de vigilancia en las zonas aledañas, así como en aquellas en las que algunos clase A fueron hallados. Se trataba de mantener todo ese problema, refiriéndose al escape y masiva matanza de carceleros, en el más oscuro secreto para no alterar a la nación, pero ni eso calló las protestas de los que perdieron a sus clase A favoritos.

Los carceleros exclusivos solían salir del perímetro de la zona de resguardo cuando se les diera la maldita gana, pues siendo ese lugar simplemente un desierto con edificios en su centro, alejados de toda interacción humana que no fuera la de esa armada, no les ofrecía lo que ellos necesitaban. Dejaban a su clase A bajo el cuidado de algún soldado de menor rango, simplemente para que le tirara las raciones de comida correspondientes y mantuviera el departamento libre de polvo. Esos tipos tenían pase libre para hacer lo que les viniera en gana, nadie les decía nada porque tenían un pase de oro dado por los ancianos y enterarse que su mascotita desapareció, no les hizo ninguna gracia. Uno de esos malditos era Xanxus, uno de los más viejos carceleros, pero solo de nombre porque no superaba los treinta años, y para rematar era el hijo de uno de los altos mandos. Se lo conocía por su holgazanería, su mal carácter, sus entrenamientos sádicos, muertes violentas, participación en masacres masivas y aun así había mantenido con él a su clase A por más de 8 años



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