El cuarto día empezaba sin prisa. Ya muchos dormían al aire libre, todos trataban de huir de los constantes ruidos creados por aquellos que poco a poco se perdían en su instinto. El hambre, el dolor, la furia, no sabían qué demonios les dominaba a los clase A en ese instante, pero se expresaban con los sonidos animales que describían su naturaleza. Los carceleros estaban sucumbiendo al cansancio, la falta de sueño los hacía navegar en la cuerda floja de la demencia, tan absurdo como eso sonaba. Lo peor de todo, era que la orden no cambiaba, «aún no es hora. Deben esperar». Xanxus no mentía cuando les dijo que vivirían un infierno por culpa de sus compañeros. Uno de ellos no se había mostrado en los jardines con los demás, no aun, no era hora... porque debía averiguar algo primero
—HAYATO... HAYATO – gritaba desesperado desde su jaula
—cállate, por Dios – se quejaba el mencionado. En esos días soportó con calma el comportamiento debido al hambre de Takeshi, no impidió las inspecciones de los superiores para que los clase A estuvieran enclaustrados como se debe. Obedeció las órdenes y encerró a Takeshi en su jaula con las ataduras necesarias. No había nada fuera de lugar – no te comportes así — pedía con cansancio
—sé lo que planean – se quejaba arrodillándose y posando su rostro contra los barrotes. Su voz trémula, baja, cambiante de tonalidad, pues pasaba de ser quejidos a agresiones – un asesinato masivo... un exterminio... una masacre de la que yo seré protagonista, de la que todos los clase A seremos protagonistas – decía mirando directamente a la espalda del albino, quien se hallaba sentado en medio de la sala mientras leía algo
—si ya lo sabes, resígnate entonces
—no me hagas esto Hayato, por favor. Sabes que yo no quiero asesinar a nadie – sus lágrimas empezaron a brotar entonces – por favor. No me hagas perder el control... ya siento como la necesidad, el hambre, me llama. Mis sentidos se agudizan, las cosas se ponen de color rojo... me duele la cabeza y mi cuerpo se calienta
—Takeshi Yamamoto – decía mirado al mencionado y acercándose dos pasos – no puedes comer, es la orden y...
—ME TRAICIONAS – gritó mostrando sus dientes y logrando percibir el leve aroma a miedo que desprendía Hayato – no me traiciones... te lo suplico. Yo te protejo, yo te obedezco... yo te amo
—no me amas — frunció su ceño — Sólo sientes por mí, una necesidad de pareja que ya fue complacida
—no es así – sollozaba con desespero mientras trataba de quitarse el maldito bozal que traía – por favor... no es así
—¡cállate! — estaba perdiendo los estribos, los días se volvían terribles. La falta de sueño, a veces lo hacía tener pesadillas con los ojos abiertos, muchas, en donde Takeshi le arrancaba la garganta — pronto serás libre y podrás alimentarte — expresó desdén en esa voz neutral
—¿a coste de otra vida? – decía soltando una risita nasal que denotaba la burla – no me obligues — susurraba con la voz ronca y solo para que Hayato lo escuchara — no quiero hacerte daño
—entonces, mantente cuerdo – le exigió, sentándose en frente del prisionero – sopórtalo porque pronto acabará
—DAME DE COMER... ¡SÁCAME!... NO IMPORTA LO QUE HAGAS, SÓLO LLENA MI ESTÓMAGO — exigía mientras golpeaba los barrotes con su frente
—¡CÁLLATE! — su paciencia se terminaba. Gokudera ya no estaba para ser comprensivo
—¡ESTO ES TRAICIÓN! – gritaba con enfado golpeando los barrotes con su cabeza, con sus hombros, con lo que podía – es traición y sabes lo que hago con eso — decía calmándose un momento solo para mirar directamente al carcelero
ESTÁS LEYENDO
Problemas de Clase
FanfictionCuando tu brillo sale a flote, yo sucumbo sin siquiera darme cuenta. Cuando opacas, yo debo brillar para compensar la situación. Si tú me usas, yo te usaré después. Si tú me celas, yo te celaré el doble. Si tú te atreves a traicionarme, yo te las co...