Capítulo 27: Vendetta

434 42 54
                                    




Sólo uno de los hermanos Bovino logró entender lo que significaba ingresar al círculo familiar que los clase A profesaban. Bastó con una sola muestra de cariño impropio de alguien, como para replantearse su comportamiento y su predisposición. No fue fácil, pero tampoco imposible. Además, la felicidad de un ajeno podía ser un buen incentivo



—Pensé que jamás harías las cosas por voluntad propia, I-pin — Skull ingresaba a paso ligero a la cocina donde a esas horas de la mañana nadie la usaba — ¿tenías hambre? — se posó junto a I-pin para darle un beso en la mejilla, algo que hacía cada que se la encontraba

—No, pero... no sé — elevaba sus hombros quitándole importancia al asunto mientras batía la mezcla del molde — se me antojó algo dulce

—Claro — sonrió divertido mientras olfateaba lo que había por allí — ¿por qué hay moldes de osito para galletas?

—Deja eso, maldición — criticaba mientras le quitaba de las manos aquellos objetos que encontró por allí — largo, ¿no tienes cosas qué hacer?

—Me gustan las galletas de vainilla — ignorando la mala actitud de su esposa, siguió revisando qué no más estaba en la mesa de trabajo — a los niños les gusta las de chispas — miró a I-pin con curiosidad — ¿debería preguntar?

—Si quieres acostarte conmigo esta noche, no preguntarás — advirtió con el ceño fruncido y sin mirar al culpable de su enfado

—Le estás poniendo mucha azúcar — se apoyó en el filo de la mesa para colocar su codo y en su mano posar su quijada — no quieres ver a los niños con exceso de energía, te lo aseguro

—¿Quién dice que son para los niños? — pero Skull sólo sonrió mientras elevaba otro molde de galletas con formas de estrellas — me gusta esa forma — pero Skull mostró un paquetito que I-pin había escondido entre las tantas cosas que sacó de los reservorios y la elevó

—Chispitas de chocolate... interesante — rió suavecito mientras esquivaba el golpe de su esposa — eres un poquito parecida a Reborn

—No bromees conmigo, tonto — decidió ignorarlo y seguir en lo suyo. Batir y batir hasta llegar a la consistencia necesaria para luego usar sus manos y acomodar la masa

—Cuando Reborn está estresado ingresa aquí en silencio. Sin decir nada toma muchas cosas, las agrupa en un montón y se va — Skull seguía revolviendo los ingredientes, colocándolos en una fila y luego haciendo una torre con los moldes para galletas — lo hace porque la siguiente persona que llega a la cocina sabe que es una orden indirecta para el menú del día

—¿Y eso qué tiene que ver?

—Lo hace para los niños

—Si insinúas algo mejor dímelo directamente. No tengo paciencia para...

—Tu instinto está despertando — sonrió con burla — aunque lo niegues, eso está en tu sangre y no puedes evitarlo

—No digas estupideces

—Me hace feliz que al fin dejes que tu lado maternal reaccione. Te has estado conteniendo demasiado y eso te puede hacer daño — revolvió los cabellos de I-pin y se alejó de inmediato evitando el manotazo defensivo. Era divertido hacerla enojar

—¿Maternal? — bufó con burla — vete a la mierda Skull — dejó la mezcla en la mesa y de un tirón se quitó el delantal que llevaba — esas cosas no son lo mío — sin darle tiempo a Skull para seguir hablando, caminó hacia la salida haciendo resonar sus pisadas

—Nuestra raza despierta el primer celo cuando está preparado para procrear y por lo que veo me quieres dar un cachorrito, tal vez dos o más — rió suave al escuchar el portazo dado por I-pin al salir, pero estaba seguro que ella lo escuchó claramente — al menos en la mayoría de nosotros así despierta el celo... Lambo es un caso diferente — suspiró — me da pena el pobre — susurró antes de tomar el delantal y colocárselo. Él iba a terminar lo que su esposa empezó, después de todo, estaban tan bien entrenados que seguir una receta para galletas era pan comido

Problemas de ClaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora