Capítulo 10: Sumisión

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Tsunayoshi había escapado dejado mal herido a uno de sus custodios, al mismo que no le haría falta un brazo, y al otro dejándolo inconsciente con un grave golpe en la cabeza. Claramente Kyoya estaba furioso porque a más del celo, torturas y personalidades, no le había sacado nada a ese castaño, y lo que progresó solo se refería a experimentos que él aplicó, pero sin ser tan cruel como los ancianos. Cosas como la época de hibernación también se le ocurrió, sólo funcionó con un clase A que tenía características de un oso, dormía casi todo el día durante el invierno que aún estaba latente. Pero ahora su mayor frustración era que el castaño que se escapó. El invierno ya empezaba a acabar, faltaba poco y por eso el suelo aún estaba lleno de nieve. Kyoya tenía malditas pistas evidentes que podían derretirse en cualquier momento, pero eso no le hacía fácil el trabajo

Frunció su ceño y alistó sus armas, les gritó a todos que eso lo resolvería solo, porque no quería más incompetentes dándole doble labor. Solamente él se salió del campamento y se internó en la zona de aquella pequeña ciudad de la que estaban liberando de criminalidad. Hibari bufaba molesto y gruñía bajito pues su lobo interno estaba indignado, cuando atrapara a ese muchacho le iba a dar una lección. Había tratado a Tsunayoshi como a una persona, se forzó a ser razonablemente comprensivo en esas etapas que el mocoso tenía, la más fastidiosa era la perezosa o la melancólica que se asomó poco después de las otras. Ese mocoso no se iba a salir con la suya, no señor, mucho menos le iba a dejar ir por allí con la puerta abierta para que destajara a cualquiera. Tenía que pararlo como sea



Sangre...



Un hombre de edad media ya había caído presa de las fauces del castaño, era la primera pista visible que no fueran huellas en la nieve. Kyoya chasqueaba su lengua al ver el vientre abierto y el olor agrio envolviendo el ambiente, parecía como si fuera un maldito juego ya que las entrañas formaban un caminito hacia la siguiente presa. ¿En qué pensaba ese castaño? ¿era hambre lo que tenía o simplemente el lado sádico se abrió? ¿era un maldito juego? Percibió entonces un aroma fino, conocido y que despertó memorias en su mente. Un aroma dulzón, como a flores entre tanta mugre, al principio solo le pareció estúpido percibir eso entre tanta sangre, dudó en que su mente estuviera sana y desechó la idea. A pocos pasos de nuevo aquel aroma le impacto de frente, leve, pero estaba allí y era el mismo que tenía Tsuna después del baño con agua caliente que le otorgó hace fechas, pero también el que captó aquella vez que lo siguió hasta donde estaba la hembra en celo. Una sonrisa entonces se asomó por pocos segundos, ya entendió de donde provenía ese comportamiento

Sus pasos lo adentraron en un conjunto de casas, el aroma era como un hilillo que podía seguir y era Tsuna el que inevitablemente lo dejó. Poco después, Hibari encontró otro cuerpo, era una mujer a la que unas cajas cubrían, pero el charco de sangre evidenciaba que tal vez no sería agradable de ver la apariencia de la misma. El azabache entonces se tranquilizó un poco, sentía que de cierta forma ese leve aroma lo tranquilizaba porque su presa estaba cerca. Buscó a Tsuna siguiendo las huellas de sangre, una gota, a veces un charco o un pedazo de piel, llevaba ya varios minutos siguiendo aquello en conjunto con ese olor y se había hundido entre los edificios que se encontraban en el centro de la ciudad. Uno de sus superiores se comunicaba por la radio, una amenaza y una reprimenda por haber salido sin autorización. Todos estaban en alerta por la pérdida de una herramienta, pero Kyoya les rectificaba, juraba que iba a encontrar a castaño por sí solo

Kyoya ignoró los múltiples cuerpos que en el camino se encontró, seguía simplemente el rastro. Mandó al demonio a un vagabundo que se había quedado en la zona restringida, le rompió la nariz y lo dejó atrás, poco le importaba la vida de un imbécil que no sabía seguir las órdenes y reglas. No tardó mucho más en encontrarlo, pues se habían salido de nuevo a la zona en donde solo había casas y pequeñas localidades comerciales. Usando su olfato podía predecir por donde rayos preferiría ir Tsuna, evitando obstáculos y lugares con presas a disposición. Más o menos descubrió las preferencias de ese castaño en esos largos meses, a Tsuna le gustaban los aromas dulzones, por eso, si un perfume o simplemente una tienda tenía esta característica, Kyoya iba directamente hacia allí. Contó cuatro cuerpos, asesinados de un solo ataque, destajados o simplemente decapitados, Hibari pensaba que esa gente tal vez ni siquiera se dio cuenta de cuándo o por qué murió

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