Capítulo 8: El monstruo

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La jaula estaba cerrada, el desorden ya estaba hecho, Reborn estaba calmado y aprisionado. Lambo se terminaba de vendar la última herida que tenía en ese día, una nueva marca en su piel de porcelana, no podía evitar soltar una risita al sentirla punzar. El ruido no era un problema, para esa época todos estarían pensando en que estaba "entrenando" a Reborn, porque generalmente el maltrato físico era la única opción para aplicar ese deber de carcelero. Suspiraba al recordar las palabras de su antiguo maestro, "muestren ser superiores a esos animales y ellos cederán ante ustedes", era patético. Lambo bufaba porque tenía hambre de nuevo, hacer ejercicio lo agotaba más y por ende necesitaba reponer energías. Su relación con Reborn había progresado bastante y ahora solo tenía que cumplir con un pedido más antes de que otra maldita locura se le ocurriera a ese viejo... pero eso iba a ser divertido... a menos que...





-LAAAMBOO

-Diablos – se quejó cuando escuchó aquello, un grito desde el piso abajo del suyo – seguro me escuchó – corrió para intentar cerrar la puerta con seguro, pero no la alcanzó. La luz del día penetró con potencia dejándolo ciego, estaba perdido – joder, joder... ¡estoy ciego! – se quejaba dramatizando aquello con exageración

-maldito hermano – gruñía mostrando sus dientes y su mirada afilada – ¡cómo te atreves! – sus dientes crujían por lo apretados que estaban y eso era mala señal

-no hice nada – se quejó retrocediendo, un leve escalofrío le recorría entero. Miraba a su hermana con terror... tal vez a la única que le tenía miedo era a ella – te juro que no fui yo

-te conozco lo suficientemente bien – dijo mientras entraba y notaba que su hermano solo traía pantaloneta y vendas por su cuerpo – aparte de eso, eres tan idiota como para dejar que Reborn te muerda sin descanso

-I-pin... en serio. Sea lo quesea, no fui yo – se quejaba mientras retrocedía, diablos, odiaba ver a su hermana enfadada

-¿quien más puede usar mi nombre para retirar la ración de dulces que me correspondía? – decía apretando su puño y afilando su mirada

-en verdad no fui yo – Lambo ya planeaba un escape mientras retrocedía – de veras – con rapidez veía las rutas posibles, pero... I-pin las cubría todas. ¡Estaba en problemas!

-Lambo – su aura pesada daría miedo a cualquiera

-joder – Lambo chocó con los barrotes de la celda de Reborn y sintió pánico. Con la única que no quería pelear era con I-pin, ¡era su querida hermana por dios! A ella no podía hacerle nada, era la única familia que le quedaba... más o menos – demonios

-el aroma a miedo siempre es tan agradable – Reborn se pegaba a los barrotes, pues había escuchado todo en silencio y lo estaba disfrutando. Se acercó al que trataba de escapar de la furia de aquella mujer, terminaba aspirando el aroma de Lambo y rozándolo con el bozal

-ni siquiera él – miraba a Reborn – te salvará de esta, Lambo – I-pin se acercaba con pasos firmes y Lambo tembló

-me gustaría ocasionar ese miedo en ti, vaca estúpida

-púdrete Reborn – se quejó – tu amenaza me vale madres... la de I-pin sí me da terror

-pues buena suerte... te aconsejo correr – se burlaba pegándose a la puerta de su celda, quería ser espectador en primera fila

-Reborn... no intentes escapar – susurró Lambo antes de esquivar el primer golpe de su hermana y agacharse para no recibir la patada voladora de la misma. I-pin era el diablo cuando se enojaba





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