Capítulo 40: La traición y el ataque inicial

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La oportunidad más segura que tenía para interactuar con el mocoso era en los periodos de revisión, en donde Ricardo se daba el lujo de sacar a Tsuna por la fuerza y hacerle el chequeo rutinario. Kyoya ignoraba eso, él sólo se sentaba junto a la celda y cerraba los ojos, quedándose pendiente del bebito que dentro de la jaula dormía pero que, por los ruidos ocasionados por los médicos e investigadores, despertaba de improvisto y lloraba como cualquier otro infante. Hibari se quedaba ahí, esperando, analizando si ese niño le tenía la suficiente confianza como para acercarse y pedirle auxilio o protección, sin embargo, la respuesta fue obvia en la mayoría de ocasiones. Sora sabía que no debía salir cuando personas que desconocía entraban al departamento, seguramente Tsuna le instruyó eso

Pero siempre se podía cambiar la mentalidad de ese pequeño.

Mientras Tsuna sufría los efectos de una nueva droga o lo que fuera, Kyoya decidió dar su primer gran paso: sentarse en frente de esa jaula y tratar de llamar la atención del bebito que se aferraba a la camisa del castaño quien evitaba dar cualquier signo de dolor a pesar de que apenas podía moverse. Tardó horas para una mirada y dos ocasiones diferentes en poder captar la atención de Sora, pero lo hizo... En uno de esos días cuando el pequeño se cansó de llorar, gateó hasta él, se sostuvo de los barrotes y lo miró con lágrimas aun queriendo brotar, murmuró algo que asemejaba a unos maullidos y esperó. Kyoya no sabía qué demonios quería el mocoso, pero decidió que acariciarle la cabeza sería lo mejor. En silencio pasó su mano por los cabellos azabaches del pequeño ignorando el gruñido de Tsuna, pero la orden de un padre se tomaba en serio y por eso Sora volvió a acercarse al castaño papá que tenía.

No fue la única cosa que Hibari hizo, después de todo en esa ocasión Tsuna se quedaría en cama por al menos tres días, según le dijeron. Así que planeó algo más. Ofreció comida, porque el pequeño no tenía quien lo alimentase y él decidió hacerse cargo de eso pues cambiarlo de pañal jamás lo haría. Aunque, la tarea de aseo parecía ser cumplida por el castaño quien, con las pocas fuerzas que tenía, hacía eso en las noches ya que Hibari notaba que en las mañanas aparecía un traste sucio en una esquina de la jaula. Bueno, era normal suponía



—Abre la boca — un día más, el cuarto para ser exactos, Tsuna aún no podía levantarse y Kyoya aprovechó la nueva oportunidad — ¡Vamos!

—¡Baba! — Sora protestaba mirando la cuchara que estaba dentro de un plato que contenía algo blanco

—Abre la boca — dictaminaba con seriedad mientras elevaba la porción de arroz y la acercaba a los barrotes. El pequeño entendió entonces, separó sus labios y esperó con la cabeza levemente levantada — buen chico — susurró el carcelero antes de darle esa porción



Kyoya vio la más brillante muestra de emoción: una sonrisa que podría compararse con una perla que es iluminada por el sol. Esos ojitos azules tomaron vida cuando esa pequeña lengua saboreó algo tan seco y simple como el arroz, pues era el primer bocado decente que tenía desde que ingresó a ese infierno y Hibari lo sabía.

El mayor sonreía de lado porque logró su cometido, usó la comida para que ese mocoso se acercara al punto en que él pudiera tocarlo un poco entre cucharadas, mas, no duró demasiado porque Tsuna se arrastró hasta poder sostener la ropita del pequeño y alejarlo de los barrotes. Kyoya, por puro instinto y egoísmo, no dejó que eso pasara; agarró la parte de enfrente del suéter del mocoso y tiró de él porque nadie le quitaba su diversión, sin embargo, grande fue su sorpresa al sentir los pequeños dientes de ese niño incrustarse en su brazo.

Fue un acto de autodefensa, Sora aun no confiaba totalmente y priorizaba las órdenes de Tsuna... Interesante



—Si quieres, tendrás que acercarte — mantenía algo especial en esa ocasión y no le importó tener que esperar al siguiente experimento que inhabilitara a Tsuna para aplicarlo — supongo que nunca has probado helado, ¿verdad? — habló con seriedad mientras se acuclillaba cerca de la reja, tomaba un poco de dulce con una cucharita y la ofrecía

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