Capítulo 29: Despertar

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Los clase A que daban a luz necesitaban de un tiempo para recuperar sus fuerzas, mucho más cuando se era un varón, puesto que la cicatrización de la herida dada por la cesárea demoraba... pero en el caso de Tsuna, ese tiempo se extendió todavía más de lo normal debido a que se negó a ceder ante una muerte inminente y prefirió quedarse dormido durante todo el tiempo en que su cuerpo ganaba estabilidad nuevamente.

Reborn se había hecho cargo del pequeño bebé que necesitaba de cuidados constantes en sus primeros meses, manteniéndolo con él durante el mayor tiempo posible. A eso se le sumaba Coel, quien no se despegaba del cuarto de Tsuna o del lugar donde su hermanito menor se quedaba. Todos los demás miembros de la manada tuvieron que acoplarse a ese cambio de rutina, pero sin cierta molestia las cosas se calmaron bastante y aunque a I-pin le doliera admitirlo, hasta ella estaba más tranquila.

Lambo fue condenado a quedarse en aislamiento hasta que Tsuna despertara, Reborn tomara una rutina más calmada, y ambos juzgaran el futuro del muchachito. Era como un condenado que esperaba el día de ejecución, pero que, en su caso, Verde aseguraba que la muerte no sería su futura compañera. Sonaría extraño para cualquier miembro ajeno a la manada que el "asesino en masa, Reborn" no hubiese degollado al causante de todos sus males, pero en la manada nadie se atrevía a cuestionar esa situación. Aunque eso estaba por cambiar y todos lo sabían con sólo escuchar los gritos dados en una de las plantas subterráneas de la madriguera.

Muchos se asustaron por la potencia de esos gritos repentinos, algunos entraron en pánico, pero después de pocos momentos todo se calmó y la mayoría emitían un suspiro de alivio porque ya era hora de que su segundo líder diera muestras de vida. Se escucharon las rápidas pisadas de quienes acudían a ese extraño llamado, se vio a todos agitados y a los niños siendo encerrados en los cuneros hasta que alguien informara sobre la situación. Después de todo, si Tsuna rugía de esa forma tan alarmante, nada bueno podría estar pasando


—Calma... cálmate — exigía el primer enfermero que lograba sujetar al castaño sin dejarlo levantarse de la camilla, pero este pataleaba y forcejeaba con fuerzas únicas de los clase A — ¡Necesito apoyo!

—Tsunayoshi-sama... ¡Ya pare! ¡No pasa nada malo! — Gritaba Asu mientras se trepaba a la camilla y se sentaba encima del castaño menudo que intentaba quitarse a los tres enfermeros que lo sujetaban

—¡DUELE! — sólo eso repetía constantemente mientras sus ojos saltaban de un punto a otro en la habitación en la que permaneció por dos meses y una semana — ¡DUELE!

—Está en un estado de shock — Shion preparaba una inyección con un tranquilizante fuerte — sujétenlo, le aplicaré...

—No le harás nada — la voz autoritaria de Reborn resonó desde la puerta — déjalo... que se desahogue cuanto quiera

—No se puede — Shion miró a su líder y suspiró — se hará daño. Seguramente piensa que aún está en el parto


Obviamente el médico fue ignorado. Reborn pasó a su lado sin siquiera mirarlo, alejó a uno de los enfermeros que a duras penas podía sujetar el brazo de Tsuna y él tomó el lugar. No dijo nada mientras atrapaba el brazo y hombro del castaño, evaluaba la situación, para finalmente llamarlo con voz autoritaria. Tardó un poco, pero cuando Tsuna lo enfocó, empezó a calmarse progresivamente al mismo tiempo que lloraba sin consuelo susurrando cosas inentendibles. Uno a uno, los enfermeros se fueron apartando de sus dos líderes hasta que salieron del lugar, cediendo privacidad a quienes se miraban en silencio.

Reborn dejó que el castaño se lanzara a sus brazos y temblara como un bebé debido al frío. Le besó los cabellos, le acarició la espalda, en silencio lo reconfortó hasta que fue capaz de besarle la frente y conectar sus miradas. Juntaron sus frentes y cerraron sus ojos. Fue el propio Tsuna quien unió sus labios con los del mayor antes de suspirar, brindar su primera sonrisa sincera, aliviada, y emitir su primera exigencia. «Quiero ver a mis hijos». Reborn lo ayudó a ponerse de pie, verificaron que Tsuna apenas podía mantenerse firme y al final el azabache cargó en su espalda al más joven para encaminarse lejos de ese lugar que desprendía aroma a medicina

Problemas de ClaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora