Todos necesitamos un amigo gay

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Sábado. Un buen día para no hacer nada y que mi mente siga torturándome. Que el dolor de las pérdidas me carcoma un poco más y le encuentre menos sentido a mi vida conforme avanzan las horas.
Tirada en la cama del hotel pasando los canales una y otra vez sin siquiera poner mente en cada uno de ellos. Ver por la ventana y tener las ganas casi imparables de lanzarse de este décimo segundo piso, pero sé que en el infierno arderé sin poder cambiar una sola cosa de mi existencia. La puerta suena y sé que es el desayuno.
-Está abierto- murmuro monótona arrastrando la voz y casi parezco ebria.
La puerta se abre y entra un chico de ojos azules, cabello castaño sonriente con una mesa rodante hacia mi cama.
-Buenos días, señorita- dice muy animoso.
-¿Qué tienen de buenos, Stiff?- dejo apuntar con el control hacia el televison dejándo caer mi brazo sobre la cama de casi dos metros.
-Me llamo Zachary, señorita- ríe.
Me suspendo en el aire al escuchar su nombre, lo miro inmediatamente y mi pulso se acelera a mil por minuto, una corriente eléctrica recorre mi columna vertebral y sonrío sin tener idea porqué.
-¿Zachary?...H-Hola- parpadeo un par de veces y lo examino con la mirada de arriba hacia abajo.
-Sí. Le traje su desayuno, no ha comido nada desde la mañana de ayer- destapa la comida y me muestra unos pancakes y los rocía con miel de maple.
-No tengo apetito- hago un puchero hacia la comida. Me entra un asco inmediato imaginandome todo eso en mi boca.
-Los huéspedes se han quejado un poco de gritos provenientes de esta suite. ¿tiene algún problema?- frunce el ceño y ladea su cabeza. Lo miro serena y creo que es patético lo que estoy a punto de hacer pero no hay más palos para ahorcarse.
-¿Tienes tiempo, Zac?
-¿Disculpe?- parpadea un par de veces confuso.
-Que si tienes tiempo y oídos...
-Los tengo, señorita- hace un gesto y sonríe amable y exageradamente. Pestañea más de lo normal, pero no le pongo atención.
-Dime Jane...-miro alrededor de la cama y suspiro antes de hablar- ¿Quieres sentarte?- palmeo un lado de la cama.
-Si usted así lo desea- se sienta a unos buenos centímetros de mí, un metro tal vez, sus piernas están más juntas de lo normal, como si intentara mantener una compostura correcta.
-¿Te has enamorado alguna vez?- me acerco a él esperando su respuesta.
-Sí- bufa- ¿Quién no?
-¿Alguna vez has matado?- mi voz se apaga al darme cuenta de lo estúpida que suena esa pregunta.
-No. Ni Dios lo quiera- su expresión se congela y se persina. Yo ruedo mis ojos.
-¿Qué harías para sanar una herida del corazón?... una ajena, quiero decir.
-Lo mismo que se hace en una real...Darle tiempo y cuidado. Nada sana de un segundo a otro, debes dejar que cicatrice, pero asegurarte que no se infecte...ya sabe, tratar de limpiarla aunque arda para que cierre más rápido.
-Tú sí que sabes de amor, Zachary- bufo y me siento a su lado mirando los pancakes.
-¿No va a comer?- señala el plato.
-Sólo si me acompañas...Estoy muy sola- froto mi rostro y cuando abro los ojos me encuentro con la cara exageradamente sonriente del chico.
Miro hacia abajo y hay dos platos vacíos: uno frente a mí y otro frente a él.
-Claro- dice sin acortar su sonrisa. Toma los pancakes y los deja caer sobre los platos- Sólo espero que no me despidan por esto...-luego de unos segundos suelta una risita y se sonrroja- O que crean que estoy dando otro tipo de servicios, ya sabes, indecorosos- suelta una risotada exagerada y parece un pavo.
Corto un trozo de pancake e intento tragarlo, la verdad no está tan mal. Mi esófago se entumece cuando trago pero mi estómago lo recibe sin más.
-¿Qué edad tienes? ¿No estás muy joven para trabajar en cinco estrellas? Sin ofender, digo- murmuro atragantada.
-Tengo veinte años, estoy haciendo mis prácticas en este hotel. El primo de un tío del mejor amigo de mi hermana conoce al sobrino del gerente de aquí, hablé con él y aquí estoy- dice orgulloso. Me pierdo en la cadena justo despues que menciona al tío del amigo o algo así.
-Tú si que tienes contactos- bromeo bebiendo de la botella de jugo de naranja.
-¿Cuánto piensas hospedarte aquí?- pregunta curioso, me doy cuenta que ya ha tomado confianza. Una pequeña ola de esperanza de una posible amistad recorre por mis venas, es tan irónico cuanto necesito un amigo ahora.
-Hasta saber que hacer con mi asco de vida- me lanzo hacia atrás.
-¿Tu vida es un asco? Límpiala, sencillo.
-Sencillo- repito para mí misma.
El teléfono del hotel suena.
-¡Ay, no! ¡Ya me hallaron!- da un salto. Lo miro extrañada y contesto el teléfono.
-Hola- respondo con la vista en Zac quien está aterrado.
-Señorita Dallas, tiene una visita. El señor Jack Gilinsky desea verla- dice cordialmente la recepcionista.
Doy un salto al escuchar su nombre, ¿Jack ha venido a buscarme?
-Q-Que suba- balbuceo y estampo el teléfono contra la base- ¡Jack ha venido a buscarme!- doy un brinco de alegría, al menos alguien no me odia...<O viene a burlarse de tí> No, Jack no es así.
-¿Quién es Jack? ¿Me van a despedir?- hace un gesto de confusión y recoge los platos. Yo corro hacia el baño.
-No sé ni qué es mío pero ¡Alguien vino a verme!- me miro frente al espejo del baño y me lanzo agua en la cara. Me miro las ojeras e intento pellizcarme las mejillas para coloreármelas. Sujeto mi cabello en una coleta alta y hago dos gárgaras de enjuage bucal en tiempo récord.
-Eh, ¿Quieres que me vaya?- se asoma Zac por la puerta.
-Yo...-dudo. ¿Qué tal si Jack viene a torturarme la conciencia como los demás?- Estarás cerca, ¿No?
-Trabajo aquí- se encoge de hombros, su sonrisa no desaparece nunca.
-Bien- sonrío y él sale con todos los restos de comida y los platos. Justo cuando sale Jack entra, le lanza una mirada y el chico le sonríe con su simpatía mil.
Arrastra su mirada hacia mí. Yo extiendo la mejor sonrisa que puedo y finjo un poco de simpatía imitando a Zac. Debo portarme bien, tal vez si soy amable Jack no me odie como todos.
-Hola- susurra viendo alrededor.
-Hola, ¿Cómo estás? ¡Ponte cómodo!- digo entusiasmada. Alguien vino a verme, alguien no me odia tanto, y no importa que ése alguien sea Jack.
-Bien, saliendo de la cárcel- rueda sus ojos y avanza hacia mí- ¿Cómo estás tú?- dice manteniendo su debida distancia.
Miro hacia el techo y las paredes alrededor y suspiro.
-Sóla- susurro, mi pecho se entumece y juraría que estoy haciendo un puchero.
-Me doy cuenta- se sienta en la cama y un poco de tensión se rompe del ambiente, esto me tranquiliza, trato de no forzar las cosas así que me acerco a la base de la cama sin sentarme- Siete años por cómplicidad en asesinato- ríe hastiado.
-Lo siento...-trato de evadir esas lágrimas que quieren asomarse por mis ojos.
-Está bien, yo mismo me lo busqué- alza la vista y sus ojos chocan con los míos.
-Todos me odian. Cameron me dejó, Edward no me conoce y mi madre está muy decepcionada- admito como si confesara mis pecados esperando que estos se disuelvan en el aire.
-Lo sé- dice indiferente-...Y el único que no te dio la espalda fue el que más has maldecido en la vida- sonríe como si gozara de la ironía de la vida, sé que es así.
-Así es. Mi madre me desheredó y me quitó todo; mi padre es quien está corriendo por todos mis gastos...es el único que me reconoce y me habla- siento mucha decepción de mi misma al escucharme hablar. Mi voz tiembla y lucho por no romper en llanto.
-Hablé con tu hermano y con Danielle hace unas horas...se regresan a Londres- se levanta.
-¿Qué?- siento los síntomas de un infarto en ese momento.
-Pensé que te interesaría saberlo. Sabes, Jane...-se acerca a mí y me toma de los hombros- No te odio ni te guardo rencor, no tengo porqué hacerlo, yo mismo sabía lo que eras y aún así me metí en tu vida. Tal vez no seremos los mejores amigos de la vida pero, si te da un mega ataque de locura y soledad...llámame, tal vez hasta nos lleguemos a tomar un café juntos.
-Gracias- susurro en un suspiro, y es el agradecimiento más grande y sincero que he dicho en mi vida. Abro los brazos e intento abrazarlo pero él retrocede.
-Tranquila, fierecilla...no estoy en ése sentido- me detiene, pero luego sonríe y me extiende la mano, la miro dudosa.
-Louise tiene mucha suerte de tenerte- tomo su mano y la estrecho firmemente.
-Soy yo quien la tiene...-suelta mi mano y da media vuelta hacia la puerta.
-¿Te vas ya?- intento no sonar desesperada pero no funciona.
-Sí, sólo estaba de paso- abre la puerta y sale de la habitación.
-Adiós, Jack- dejo caer mis hombros.
-Hasta luego- me corrije, hace una seña militar y cierra la puerta.
-¡¡Alguien no me odia!!- grito saltando sobre la cama <Das pena> ¡No me importa! ¡Alguien no me odia! <<¿Tu vida es un asco? Límpiala, sencillo>> Recuerdo las palabras de Zac...¡¡Zac!!
Tomo el teléfono y marco el cero. Es un poco patético que recurra a mi amigo desde hace sólo media hora para hablar. Aunque eso de hablar con gente desconocida me da buenas advertencias.
-¿Sí, señorita Dallas?- dice la recepcionista con voz suave y melodiosa.
-Zachary, el que me trajo el desayuno, ¿Puede decirle que suba?- mi voz es agitada por los saltos que estaba dando.
-¿Necesita algo?
-Eh, sí. Necesito que me ayude a...-miro hacia todas direcciones buscando una excusa que no sea ''Necesito contarle mis penurias'' <Cortar el césped>- ¡Cortar el césped!- me doy un manotazo en la frente dándome cuenta que he dicho lo más estúpido que se me pudo ocurrir.
-¿Césped?- su voz se agudiza.
-Sí, es que...olvidé darle propina, haga que suba, ¿puede?- empuño mis ojos esperando la respuesta.
-Enseguida- cuelga, y yo miro por la ventana. Un aire de esperanza se mezcla en mis pulmones y la puerta suena.
-¡¡Entra!!- me volteo y la puerta se abre.
-¿Me has llamado?- dice Zachary cruzando la puerta. Corro hacia él y lo abrazo con fuerza.
-¡Jack no me odia! ¡Alguien no me odia! ¡Zacote, alguien no me odia!- doy brincos en el lugar colgada del cuello de Zac quien ríe a carcajadas y me aparta luego de unos sengudos.
-Sí que estás loca- ríe a carcajadas y luego se torna serio por completo- Pero no le vayas a decir a mi jefe que te lo dije.
-¡Cállate!- digo entre risas y vuelvo a abrazarlo- ¿Quieres salir a cenar conmigo esta noche?- le animo pero veo que él hace una pequeña cara de asco, me asombra por completo, pensé que le caía bien.
-Jane, ¿cierto? Mira, eres muy agradable y todo pero...soy gay y no tengo planes de hacerme heterosexual...-dice serio y doy todo de mí para no reventar en risas pero no lo logro y exploto a carcajadas, estoy demasiado felíz para tomarme algo a mal.
-¡Zac, no quiero fajar contigo! ¿Cómo te explico? Mi familia, mis amigos y el hombre que amo me odian y ahora vienes tú y me hablas, ¡Es el paraíso, por Dios! ¡Por mí no te hagas heterosexual nunca!- expreso de manera muy alegre, como si mi posición fuera la más afortunada. Puede parecer muy tonto, pero nadie sabe lo que es tener a media humenidad aplaudiéndote todo, amando todo de tí y teniendo apoyo por todas partes y de la nada ser odiada por todos.
-Entonces sólo quieres ser mi amiga- se asegura.
-Completamente.
-Bien, pero lo siento, trabajo hasta tarde esta noche, mañana por la tarde regreso a Doncaster donde veré a mi mamá y regreso en dos días- se encoge de hombros, y cada vez me siento más pequeña, sola de nuevo.
-Está bien- suspiro, pienso en pedirle su número pero recuerdo que no tengo celular, al menos lo apuntaré- ¿Me das tu numero?
-Claro- dice entusiasmado. Ya decía yo que ese entusiasmo era muy optimista para ser de alguien con el purro bien puesto. Me dicta su número y lo escribo en un sticker y lo guardo en mi cartera- Debo seguir trabajando, nos vemos- sale y quedo encerrada de nuevo. Aparte de Zac y Jack, todos me odian, pero debo encontrar la manera de ganármelos de nuevo, sea como sea.
Domingo. Día perfecto para reconciliarme con el mundo. Recuperar mi familia, mis amigos, mi vida...y a Cameron. Me despierto y telefoneo a Zac. Su buzón de voz me recibe.
-Hola, Zac, quería saber si tienes algunas pocas horas para ir de compras conmigo antes de irte a Doncaster, llámame- justo cuando dejo el teléfono la puerta se abre y Zac se asoma con su carrito de comida y su sonrisa gay.
-¡Hola, hola! ¡¡Buenos días!! ¿Hoy si son buenos?- se detiene un segundo y sigue avanzando cuando asiento- Mira, hoy tenemos una taza de café bien cargado y huevos fritos con tocino- sonríe un poco más y se inclina hacia mí- Pero no te preocupes, no son los míos. Es cierto que quisiera arrancármelos pero nunca te los daría de comer- susurra y luego sonríe sacudiendo su cabello.
-Que buena noticia- digo sarcástica- ¿Por qué antes no te comportabas gay?- tomo la taza de café y soplo sobre ella.
-Mi jefe me lo prohibió, pero aquí me siento ¡Libre!- salta de la manera más homosexual que pude haber visto. Perfecto. Un amigo gay.
-Te dejé un mensaje de voz, ¿A qué hora te vas a Doncaster?- comienzo a devorar los huevos y el tocino.
-A las tres de la tarde iré al ferrocarril, ¿Por?- se sienta a mi lado.
-Quiero que vayas de compras conmigo, ¿puedes?
-Ay, bebé- hace un gesto y duda.
-Porfavor, hoy planeo recuperar al hombre de mi vida, debo verme presentable- hago un puchero.
-¡¡Lo hubieras dicho antes!! ¡Con el amor no se juega!- da una palmada en su pierna y camina hacia la puerta- ¡Vengo por tí en media hora!- da un portazo y yo termino el desayuno.
Me doy una ducha por primera vez en una semana y me visto, me maquillo un poco y espero a Zac sentada en la cama. Una capa ligera de entusiasmo cubre el hoyo negro y escalosfriante que es mi vida ahora. Trato de ignorar el gran nudo en mis pulmones realista que me dice que mi vida no volverá a ser como antes, pero soy Jane Dallas, consigo todo lo que quiero, y esto no será la excepción. La puerta suena y de un salto la abro y Zac trae un overol, una remera manga larga blanca y unas vans negras.
-¿Lista?- sonríe y agita su cabello.
-Qué sexy- comento y cierro la puerta.
-Espero que tú invites porque no me pagan hasta finales de mes- dice mientras entramos al ascensor.
-No te preocupes- respondo sonriente.
Zac y yo pasamos dos horas en tiendas comprando ropa y accesorios, luego nos encontramos en una cafetería chismeando y riendo. No entiendo como me fui a hacer amiga del mucamo, pero en casos desesperados, medidas desesperadas.
Es una cafetería en el centro de Mánchester, estamos sentados en una barra en dirección a la calle, hay una pantalla enorme donde están dando las noticias. Cruzo mis dedos para que mi noticia no salga y por suerte es así. Regresamos al hotel y me vestí lo mejor que pude. Zac alisó mi cabello y tenaceó las puntas para crear rizos sueltos, deje mi flequillo libre y usé un poco de gloss en los labios.
-¡Fantástica! ¡Ve por él!- me da una nalgada y salgo al estacionamiento, luego recuerdo que olvidé mi cartera y regreso a la habitación, la tomo y regreso.
Arranco el auto y enciendo el radio, necesito animarme un poco, verme arrepentida pero no demacrada, esta canción suena en la primera estación que encuentro
-Linda canción- dicen de la parte trasera del auto. Doy un mini grito del susto y veo detrás de mí, Zac está sonriendo como siempre.
-¡¿Que. Haces. Aquí?!
-Dándote apoyo moral, no te preocupes, estoy contigo- toca mi hombro y yo suelto el aie contenido.
-Casi me matas de un susto- me quejo.
-Lo siento- hace un puchero y se sienta- ¿Dónde vive tu galán?
-En las afueras...
Llegamos a la casa de Cameron y me estaciono a unos metros. Tomo la mayor cantidad de aire posible y abro la puerta, salgo del auto y camino hacia la entrada, mis piernas tiemblan y trago para deshacer el nudo que estorba en mi garganta.
Me encuentro frente a la puerta de la entrada. Extiendo mi puño y golpeo la puerta. Nadie me abre. Lo intento de nuevo pero no hay respuesta. Rodeo la casa hasta llegar a la parte trasera. Están en el jardín; Sasha, Jc, Cameron y...Caryol.

Mala JaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora