Guardaré en mis ojos, tu ultima mirada

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-¡Matt, boca floja!- empuño mis ojos y los presiono contra mis puños. Cuando los abro las chispas se deshacen dejándome un panorama de un chico gay sonriéndome como si fuera la niña más dulce del planeta.
-Relájate. Yo no creo que hayas hecho esas cosas a propósito y tampoco quiero tu versión del asunto. Soy tu amiga no la policía- da una risita y pone su mano en mi hombro suavemente- ¿Verdad que no estás sola?- susurra mirándo hacia la puerta.
Niego con la cabeza y mantengo mi vista baja.
-Jane, ¿no lo ves?- me sacude el hombro- ¡Sigue ahí! ¡Por algo sigue ahí!
-Sí, porque casi mueres radicalmente afuera de su casa- aparto su mano de mi hombro y me levanto.
Zachary bufa y se lanza de espalda sobre la almohada.
-Mira, Jany, lo bueno de ser yo es que tienes lo mejor de ambos mundos- murmura. Pone sus manos detrá de su cabeza y mira hacia el techo- Sé lo que ese tipo esta pensando en este momento. Ese hombre te ama, se le nota en los ojos. ¿Acaso no viste como te miraba cuando estábamos en su casa? ¡Por Dios! Ya quisiera yo que un trasero abundante con un doctorado en salud me viera así- hace un puchero.
-Ay, Zac. Mejor cambiemos de tema, me estás poniendo mal- murmuro, mi voz está seca.
Me siento a su par viendo hacia la pequeña pantalla de televisón enfrente.
-¡¡¡Mi mami!!!- grita Zachary desbocadamente.
Doy un salto del susto y me caigo de la cama.

Narra Cameron:

<<Una semana atrás>>

-¡Me niego! ¡¡Rotundamente!!- exclamo agitando mis manos.
-Cameron, por favor, no grites- susurra Matt.
-¡Es que no entiendo cómo pueden pedirme eso! ¡Es lo más absurdo que he escuchado!- me volteo pero Oriana me toma del brazo.
-Cameron, Matt tiene razón, él es el doctor y debemos hacer lo que el dice- murmura con su voz ronca pero suave. Sus manos están frían y me aparto de ellas.
-Es mi hermana y no permitiré que le hagan eso.
-¡Es lo mejor para ella! Está sufriendo aquí, está desesperada- interviene Samantha.
-Si Wyatt estuviese en el lugar de Liz, ¿qué elegirías tú? ¿Serías tan egoísta de matarla sólo por conseguir la información que trata de decir?- jadeo incrédulo.
-Cameron tiene razón, es mejor hacer lo que él dice. Es su familia más cercana y tiene derecho a elegir- se rinde Samantha.
-Pues yo no estoy deacuerdo- dice Oriana.
-Lo bueno es que a nadie le importa si estás deacuerdo o no- murmuro de forma cortante. No es algo muy común en mí comportarme así con mi familia, e inmediatamente todos lo notaron.
Matt se limitó a dar una carcajada sorda.
-Uuuuh, Cameron, ¡Pero qué pasa contigo! ¿Mucha Jane te está haciendo daño?- se burla Berlín.
-No me voy a poner a discutir con una niñita. Oriana controla a tu hija. Más le vale que con Jane no se vuelva a meter- la amenazo con delicadeza.
-¡Por favor, concentrémonos en Elizabeth!- suplica Delfina.
-Señora Delfina, usted conoce a su hijo, sabe que estará deacuerdo conmigo- me dirijo a ella con respeto y suavidad.
-Cameron está en lo correcto. Su familia más cercana existente son su esposo y su hermano, ellos decidirán. No tenemos porque meternos en sus desiciones y ya que Cameron es el único presente hay que mantener su desición hasta que Martín venga, ¿deacuerdo?- dice Nina con voz de autoridad.
Todos permanecen en silencio en señal de aprobación
-Bien, regresaré al trabajo. Gracias al presidente Lincoln que la inundación familiar ha evacuado, pero todavía hay mucha gente- Matt da media vuelta y se va.
Me volteo de nuevo hacia mi familia. Berlín me sonríe y veo que no es una señal muy buena. Se levanta y se acerca a mí.
-Tío adorado, lo siento, no quise causarte molestias, ¿me perdonas?- agudiza su voz mientras sonríe falsamente puedo jurar.
-No pasa nada- la ignoro.
-¿Me invitas a un café?- da un par de saltitos.
-Sí, vamos- digo de mala gana.
Berlín me toma del brazo y caminamos hacia la cafetería.
-¿Y cuándo me dejarás entrar de nuevo a Mánchester?- dice con voz angelical puramente fingida.
-Cuando Jane se gradúe- bromeo.
-¡Jane, Jane, Jane! ¡Todo es Jane! ¡Toda tu vida gira entorno a Jane! ¡No soporto eso!- se detiene para hacerme una escena.
-Berlín, estamos en un hospital. No es momento para ataque de celos de sobrinita mimada- la reprendo.
-¡¿Ves?! Si fuese Jane quien te hiciera la ''escenita'' la besarías para callarla y terminarían en amores- me reclama. Sus ojos están exaltados y sus mejillas hinchadas.
-¿Y qué quieres? ¿Que te bese a tí?- digo sarcásticamente mientras ruedo mis ojos.
Ella permanece en silencio viendo hacia el suelo y alza la mirada como perrito acusado. No puede ser, su silencio me habla. Le gusto a mi propia sobrina, y no como tío. Qué asco.
-Vamos por el café- murmura con voz apaga, me toma del brazo de nuevo y seguimos caminando hacia la cafetería.
Llegamos y pedimos un café latte para ambos. Nos sentamos en las mesas y comenzamos a hablar de Liz.
-Ojalá ella pudiera decirnos qué fue lo que pasó realmente- murmura Berlín.
-Lo mismo que le pasó a Dallas, sólo que peor- susurro evitándo que mis ojos lagrimeen.
-Tío, quiero preguntarte algo...
-Adelante- digo soplando mi café.
-¿A quién has querido más...? ¿A Jane...o a Paulette?- sonríe y espera mi respuesta ansiosamente.
Estoy a punto de contestarle cuando mi teléfono suena. Es el número de casa.
-¿Hola?- respondo.
-Cameron, estoy en casa. Me encontré a Dallas en el hospital y me vine aquí- es Jane, se nota nerviosa, algo pasa.
-¿Por qué no me avisaste? Jane, deja de perderte tanto, me preocupas- le reclamo con suavidad, no quiero que se enoje pero realmente me había preocupado.
-Estoy bien, estoy en casa acompañada- dice cortadamente.
-¿Con quién estás?- digo sorprendido. ¿Estará con Jack? No, Cameron, bájale a los celos. Jane no lo haría.
-Con Antonella Serfield- responde luego de unos segundos.
Mi estómago se entumece al escuchar que está con ella.
-¿Qué? ¿Qué hace ella ahí? ¿Qué hace ella ahí contigo?- alzo un poco el tono, estoy desesperándome.
Berlín me mira haciendo mala cara.
-Luego te explico, se quedará a dormir.
-No, Jane. ¡No puedes hacer eso! ¡Ella no es buena!- me cuelga antes de que yo haya terminado de hablar.
Me levanto de la mesa arrastrando la silla hacia atrás. Berlín alza la mirada y me mira.
-¿Qué pasó?- pregunta inocentemente.
-Debo irme. Dile a la familia que tuve una emergencia.
-¿Emergencia? ¿Más que tu hermana agonizando?- se levanta- Mejor les digo que tu amante tiene una calentura de entrepierna y tú prefieres írsela a quitar que quedarte con tu hermana- me amenaza.
Rodeo la mesa y me acerco a ella, la miro unas cuatro pulgadas hacia abajo.
-Diles lo que quieras. Pero tú nunca...nunca vas a hacer que te prefiera sobre ella- doy media vuelta y camino hacia el estacionamiento rápidamente.
Encuentro mi auto y subo en él lo más rápido que puedo, acelero y recorro las carreteras a toda velocidad. Jane no puede estar con Antolina, ella no es buena. Puede hacerle cualquier tipo de maldad a propósito. ¿Qué habrá pasado ahora con ella y Nathan? ¿Desde cuándo Jane hace obras caritativas? Y justo con la persona que menos debe. Veo detrás de mí un par de luces rojas y azules persiguiéndome, esto no podía ser mejor. Me detengo y la patrulla de estaciona detrás de mí, sale un oficial del auto y se asoma por mi ventana.
-Amante de la adrenalida, ¿eh?- bromea.
-No, oficial. Mi novia está en problemas y debo ir a rescatarla- digo viendo hacia el parabrisas.
-Resolver problemas es el trabajo nuestro, no el tuyo, hijo. ¿O quieres hacerte el héroes para ser recompensado con besitos?- ríe.
Deslizo mi mirada hacia sus ojos. Él está sonriendo burlonamente, yo permanezco serio, él al ver mi expresión endurece la suya. Se acalara la garganta y escribe en su libreta.
-Voy a nacesitar tu licencia, hijo. Quiero ver tus antecedentes. Luego podrás ir a hacer de superman con tu novia.
-De hecho planeo proponerle matrimonio esta noche.
Alza la mirada y me mira asombrado, se aparta de la ventana y me hace un saludo militar.
-Que la suerte te acompañe, hijo- hace un gesto como si estuviera a punto de llorar.
-Gracias- digo serio.
Arranco el auto y sigo a toda velocidad por la carretera hasta llegar a casa. A veces me pregunto porqué carajos tengo que vivir tan lejos de la ciudad. Ah sí, ya recuerdo porqué. Porque en mi etapa de locura le regalé mi apartamento a mi exnovia y a su amiga psicótica.
Llego a casa muy tarde y las luces están apagadas.
-Por Dios, ya la mató- digo para mí mismo.
Miro mi móvil y veo que son las dos de la mañana, sonrío ante mi fondo de pantalla. Jane nunca se dio cuenta que le tomé esta foto dormida la primera noche que durmió aquí, cuando no me atrevía a decirle que me gustaba, claro, en aquél entonces tenía los pies puestos sobre la tierra, ahora todo mi cuerpo está poseído por ella.
Entro a la casa y busco rápidamente señales de sangre, pelo, plumas o lo que sea. Subo a la habitación donde dormía Jane y suelto un suspiro silencioso al ver a Jane recostada en la cama con Antolina. Al menos sigue viva, me dije a mí mismo. Cierro la puerta y bajo a la sala de estar. Me recuesto en el sofá y me pongo a pensar, no puedo dormirme si Antolina está aquí.
Busco en los escombros de mi cabeza y recuerdo lo que le dije al policía hace unas horas. Casarme...casarme con Jane. ¿Es una locura? No, es lo que yo más desearía. Pasar el resto de mi vida con ella, sé que no será fácil llevarla pero es tan perfecto el futuro que imagino. Ya vivimos juntos, y tener un hijo...eso sería increíble, un pequeño niño que Jane lleve en su vientre y que sea mío. Sería un sueño hecho realidad. Bueno, ella apenas tiene dieciocho años, pero yo ya no estoy tan niño. Nos casaremos, le daré dos años y le pediré un hijo. Sí, lo haré. Mantengo mi celular en mi mano y mis ojos se cierran sin poder controlarlo. Me quedo pensando entre dormido y despierto en la situación de Liz hoy. Pensé que el que hablara significaba que estaba mejorando, pero tal cual lo dice Matt es sólo una lucha que tiene por decir algo que no puede callar. Nos dieron a decidir entre devolverla del coma para que hable aunque no tenga la fuerza suficiente para seguir respirando o dejarla descansando en el coma dándole las posibilidades de que despierte cuando su cuerpo esté capacitado, aunque corramos el riesgo de que ése día no llegue. No puedo permitir poner el riesgo de la vida de mi hermana sólo por saber lo que quiere decir. Prefiero saber que intento hacer que se recupere. Me pierdo en los pensamientos hasta que me consumo en un sueño profundo.
Siento un dulce roce en mi cabello, es tan suave, es imposible que un gato me esté arañando, es algo más tierno lo que me toca, que bien se siente, un poco más, sí, me están masajeando la cabeza, siento los bordes de sus uñas rozándome el cuero cabelludo, pero no me lastima, todo lo contrario, me relaja.
Siento presión en mis párpados, es algo húmedo y terso. Abro mis ojos, mi panorama favorito da a luz cuando mis pupilas encuentran su rostro. Veo esos ojos verdes, invitándome a perderme en él, acepto. Sonrío como un tonto al ver cuan hermosa se ve. Su cabello está diferente; sus rizos han desaparecido y tiene una porción de cabello corto colgando entre su frente y su mejilla.
-Desobediente- la nombro con voz ronca de recién despierto, ojalá no se le ocurra besarme.
-Rebelde, fiestera, loca y mala...-enlista.
Suelto una risita, amo su forma loca de ser, aunque no la resistiría en ninguna otra persona que no fuera ella.
-Bésame- le indico. A la mierda mi sabor matutino, ella se acaba de despertar tambien, tal vez no lo siente.
Jane se lanza sobre mí y succiono sus labios suavemente, están tan dulces y suaves. Presiono su cabeza contra mi boca, mi corazón se acelera y mi pulso aumenta, ciertas partes de mi cuerpo aclaman el suyo inmediatamente. Es increíble sentir como me descontrolo por una niña. Sólo ella sabe como adueñarse de mí sólo con tocarme.
Se aparta ligeramente y yo persigo su boca en busca de más. Abro mis ojos y veo que me mira sonriendo, sabe lo que ha provocado en mí. Me planta un beso ligero en los labios y me pregunta sobre el estado de salud de Liz.
La conversación da un giro de trescientos sesenta grados cuando pregunto por Antolina, un grave pleito se avecina, ella la defiendo con uñas y dientes, como si fuera su refugiada...hasta que Antolina aparece con un aspecto de lo más despreocupado. Empezamos una pelea bastante gruesa gracias a ella, pero repentinamente terminamos besándonos, pero no dura mucho y continuamos peleando. La história de mi vida, tal vez las peleas sean entretenidas pero las reconciliaciones son mi parte favorita.
La suelto en la cama de mi habitación, me recuesto a la par suya y mis nervios comienzan a salir a flote, no sé si esté preparado para decirle esto pero lo haré de todos modos, porque estoy seguro de lo que quiero, y debo asegurarme de que ella lo quiere tambien.
-Necesito hablar contigo- mascullo contra su mejilla izquierda.
-¿Qué pasa?- frunce el ceño y me mira extrañada.
Vamos Cameron Zachary Lí Sellers. Tú puedes, díselo...¡Te amo, Jane Claire Dallas! Quiero que te cases conmigo. No, no, muy intenso y ella odia los dramas. Algo más simple, así rutinario, ella es muy práctica y no le gusta eso de flores y serenatas. Pero ¿y si lo tomo a mal? Algo así de simple puede creer que no me importa. Debo decírselo intermedio...Algo así como; ''Jane, hemos pasado mucho tiempo juntos, bueno te conozco desde hace casi cuatro meses pero la verdad quiero que pasemos muchos más y ya vivimos juntos pero yo...'' ¡No, no, no! ¡Eso está horrible! ¿Que tal si sólo digo...''Jane, ¿quieres casarte conmigo?''? No, no, muy de sopetón le va a caer grueso. Mejor ablandando terreno, tal vez así voy asegurando mi respuesta.
-¿Soy buena pareja?- macullo. Me doy cuenta de lo estúpido que sonó la pregunta, pero ya la hice y debo conseguir una respuesta.
-¿A qué te refieres?- me mira extrañada. Sé que sabe que tramo algo.
-Responde- me limito a decir.
-Sí, fajas muy bien- sonríe.
Supuse que contestaría algo así, mejor trato de otra manera.
-¿Te imaginas el resto de tu vida conmigo?- pregunto esperanzado.
-Cameron, sabes que no soy buena en esto del sentimentalismo, eso se te da mejor a tí con todo lo del Claro de Luna y el cielo y todas esas cosas que combinas para que me ponga loca de amor por tí- rueda sus ojos y no sé como interpretarlo.
¿Por qué las mujeres son tan complicadas de analizar?
-¿No puedes contestar una simple pregunta?- mascullo entre dientes, si no acabo con esto de una vez me voy a volver loco.
-No me hables en ese tono- dice ofendida y se aparta de mí.
-Sólo te estoy preguntando, responde- me inclino y me poso frente a ella.
La pelea empieza con gritos y reclamaciones, mis celos por Jack salen a relucir a todo dar, ella lo niega todo. Matt me aseguró que las palabras que dijo Liz sobre Jane y Jack podían interpretarse de muchas formas y no era tan literal, sino un mal juego de palabras en posición equivocada, pero no puedo evitar sentir celos. Seguimos gritándonos y esto me está poniendo la cabeza revuelta. Jane termina diciendo:
-¿Por qué estás tan nervioso, maldita sea?- estalla como loca. Se pone tan roja como Tinkerbell.
-¡¡Porque no hallo la manera adecuada de pedirte que te cases conmigo!!- grito. Me doy cuenta que he metido la pata pidiéndole matrimonio enmedio de una pelea de gritos. Me volteo y sólo escucho mis respiración, quisiera ver que cara tiene Jane en este momento.
Luego de un minuto completo ella habla:
-¿Hablas enserio?- susurra.
-Sé que no es el mejor momento ni el mejor lugar pero...quiero que seas Jane Lí, y quiero que lo seas lo más pronto posible- me volteo al fin y la miro, está perpleja, ni ella ni yo estábamos preparada para esta conversación en este momento.
-Cameron, y-yo no sé que d-d-decirte- dice mientras tiene un tic nervioso con los dedos.
Jane se queda mirando sobre mi hombro, como ida hacia el más allá, se petrifica, está pensando, imaginando, no lo sé, su silencio me revienta de combustión las venas, está por darme un colapso cerebral. Su rostro se oscurece y se entume a medida avanzan sus pensamientos, luego de unos minutos decido romper el silencio:
-Un sí sería lo que yo más quisiera oír- trato de fingir una sonrisa pero mis labios tiemblan.
-Estoy confundida- retrocede conforme avanzo hacia ella.
-¡Jane, no! Lo siento, es que estoy muy nervioso...- me apresuro hacia su presencia y pego mi frente con la suya, cierro mis ojos e intento comenzar de nuevo de la forma más simple posible- Jane Dallas, ¿Quieres ser mi esposa?- susurro. Esta es la mujer que amo, esta es la que quiero para madre de mis hijos, la que quiero ver en las mañanas y en las noches al dormir, quiero que sea ella quien llore sobre mi tumba cuando muera. Estoy seguro.
-¡No!- se exalta. Se aparta de mí y mi corazón se petrifica, al igual que el resto de mi cuerpo- Lo siento, Cameron. No. No quiero casarme, no quiero, lo siento. No quiero ser tu esposa- corre por la puerta.
La encuentro en su habitación guardando sus pertenencias. Se está yendo, me está dejando.
Trato de impedir su marcha pero se abstiene. Camina por el pasillo y me arrodillo frente a ella pidiéndole que no me deje. No puedo dejar que se vaya, ¿qué haré yo aquí solo? Estaré vacío, sin mi hermana, sin mis sobrinos, sin el amor de mi vida. Estaré perdido. Se va ella, se acaba todo. Mi mundo es ella. No puedo permitirme ser tan idiota de no detenerla. Suplico por su estadía pero comienza a usar palabras ofensivas contra mí, me niega su amor y se marcha. Escucho la puerta cerrarse y el universo completo me cae sobre la espalda. Me quedo en el suelo esperando despertar de la pesadilla, pero no, ella se ha ido. Me ha dejado y no va a regresar. La he espantado, todo es mi culpa.
-Uy, eso si que estuvo grueso- ríe Antolina saliendo por la habitación de Liz.
-No quiero ser grosero Antolina, pero necesito que te vayas, quiero estar solo- mascullo entre dientes viendola a los ojos.
-¡Está bien, está bien! Me voy, no necesito que me corran. Pero creo tener información que puede interesarle- saca su celular y lo muestra.
-¿Qué?
-Es sobre su adorada Jane, ella no es quien usted cree- se acerca a mí, me levanto y la encaro.
-Mira, Antolina, si pretendes hablar mal sobre Jane en mi presencia tendré que ser grosero por primera vez. Te pido que circules el área, perdón si no tienes donde quedarte.
-Ah, está bien. Todos los hombres son unos imbéciles. Nate se merecía lo que le contagié- da una carcajada y baja por las escaleras mientras murmura: -Pero ya sabe, si quiere la información algún día, lo estaré esperando justo donde me encontró- escucho otro portazo y mis miedo se vuelven realidad. Estoy solo, completamente solo.

Mala JaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora