Tendra poder absoluto sobre ti, tu mismo se lo entregarás

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-Buenas tardes- dijo Cameron cordialmente hacia Jc. ¿Tardes? ¡Casi son las siete de la noche! ¡¿Qué son estas malditas horas de venir Zachary?! ¿Y de qué prostíbulo sacaste a esa perra?
-Buenas tardes, Lí- se levantó Jc y ambos se dieron un apretón de manos.
-¡Muy buenas!- dije en un tono elevado y grosero. EL deseo por lanzármele a Cameron a los brazos y comérmelo a besos frente a la maldita pelo de fuego era más intenso que cualquier faje desenfrenado, pero la presencia de Jc me estorbaba para hacerlo. Además me vendería completamente ya que Sasha estaba ahí.
-Hola, Marisol- saludó Sasha saliendo de la cocina- Buenas tardes, señor- ¿Marisol? ¡¡Es una maldita amante!! Tenía sus sección de condones en la gaveta de la oficina de la universidad. Desgraciada ¿Cómo se atreve a traerla aquí? ¡Maldito! Está aprovechando que Liz no vive aquí para traer a sus putonas ¡Me está usando! Fingí un tosido.
-Marisol, ella es Jane, la niña que cuido- dijo Cameron haciéndome sentir la más tonta. Niña ya no, y que cuidas...bueno, no sé di fajar es cuidar.
-Bueno señor, me retiro- dijo Sasha tomando su bolso- Adiós, Jane.
-Adiós, Sasha- le guiñé el ojo, ella sonrió.
-¿Cómo van las clases?- preguntó Cameron a Jc.
-No hemos comenzado- murmuró apenado.
-Pues comiencen. Marisol y yo estaremos arriba viendo unos proyectos arquitectónicos que está diseñando- ¡Ni quien te lo crea!
-Con permiso- subió la pelirroja por las escaleras. Miré a Cameron fulminante pero su mirada fue inexpresiva, siguió los pasos de aquella mujer por las escaleras.
Jc y yo nos sentamos en el sofá y comenzamos a ojear un libro.
-¿Entendiste lo de la teoría del conflicto?- preguntó. Yo estaba endelezada con mi oído agudo hacia el segundo piso- ¿Me estás poniendo atención?- cerró el libro molesto.
-Si, claro que sí- mentí- Usted es un gran profesor. Muy sexy, por cierto.
-Si tanta mente le pones a mi clase... Dime tres principios básicos de la teoría de interaccionismo simbólico- me miró burlón.
-Estem...Los significados y los símbolos permiten a las personas actuar e interactuar, A diferencia de los animales inferiores, los seres humanos están dotados de capacidad de pensamiento- rodé mis ojos- y...Las pautas entretejidas de acción e interacción constituyen los grupos y las sociedades ¿Puedo ir al baño un minuto?- Jc estaba boquiabierto, seguro no esperaba que me supiera las respuestas. Albert Einstein fue expulsado del colegio por ser considerado una influencia negativa para sus compañeros. Él y yo no tenemos mucha diferencia cerebral, la única diferencia entre nosotros es que mi purro es imaginario. Jc asintió boquiabierto y yo subí por las escaleras. Lo primero que hice fue pegar el oído a la puerta de la habitación de Cameron. No escuché sonido alguno ¡Pero si unos golpes de la otra habitación! Corrí hacia allá y nada menos que gemidos ¡¡Que asco!! Muy bien, Cameron. Veamos que piensa tu hermanita de esto. Bajé las escaleras y ahí estaba Jc admirando la foto de mi madre. Este lugar esta por estallar.
-¡Profesor Caylen!- bajé alarmada.
-¿Qué pasa, Jane?- se levantó.
-El director tiene un ataque de asma y la única que tiene su inhalador es su hermana ¿Usted sabe donde vive?
-Si, si. Está muy cerca...Iré a ver a Cameron.
-¡No!- lo detuve- No perdamos el tiempo, vamos por el inhalador- salimos de la casa, me subí en su auto hasta llegar a una casa azul de dos plantas a unas considerables millas de distancia. Golpeamos la puerta y Liz salió.
-¿Jane? ¿Qué pasa?- me miró alarmada. No le agradaba mi visita.
-Cameron...digo el director esta muy mal.
-Tiene un ataque de asma ¡Necesita un inhalador!- dijo Jc.
-¿Qué¿ Pero si Cameron no padece de asma- dijo extrañada,
-Pues lo padece ahora eso es lo que vi, estaba ahogándose sin poder hablar en la habitación donde dormías tú.
-Pero estoy sola con los niños, no puedo dejarlos- dijo preocupada. Uyuyuy, que buen idea.
-No te preocupes, yo los cuido- me ofrecí sonriente. Ella negó con la cabeza.
-Vamos, por favor, Cameron está en peligro- Jc la haló del brazo arrastras la subió al auto y se fue, yo sonreí victoriosa agitando mi mano. Entré; la casa sentía todo un aspecto acogedor y familiar, me daba asco. Atravesé unos pasillos con luz ténue.
-¿Quién eres?- escuché una niña tras de mí. Di un salto del susto y la miré. Una niña rubia, ojos verdes con visibles trastornos mentales.
-Hola. Vengo a cuidarte- me apoyé en mis rodillas para verla a los ojos- ¿Cómo te llamas?
-Lily- sonrió.
-Lily...¿Ya cenaste?- asintió-¿Quieres unas galletitas? Vamos di que sí, no les echaré mucho veneno- di una carcajada- ¿Dónde está tu retardadito hermano? No quiero entregar malas cuentas- dije sarcástica. Ella señaló hacia arriba de las escaleras- Voy ir a verlo. No te muevas de aquí- subí las escaleras y abrí la primera puerta, estaba vacía, igual que la segunda, peor la tercera había un niño... de unos cuatro años, dormido. Me acerqué a él, se miraba tan tierno, aún traía puestos los zapatos así que se los quité y lo arropé. Bajé de nuevo y Lily estaba sentada en las escaleras- Ven, producto de condón roto- la halé del brazo. Me senté en el sofá, ella se puso a jugar en el suelo con unos bloques de colores plásticos.
-Eres muy bonita.
-Y tú estás bien fea- reí- Es broma, pensé que serías más de lo que ya eres.
-Mami dice que nadie nos puede decir feos.
-Yo lo hice y no me pasó nada.
-¿Tú eres la niña mala que cuida mi tío Cameron?- asentí.
-Que buena fama me da tu mamá- caminé hacia la cocina y abrí el refrigerador. Botarle toda la comida sería muy desalmado, así que tuve una idea mejor- ¿Dónde están tus medicinas?
-En el botiquín- señaló una caja en la pared.
-¿Ve a seguir jugando, quieres?- ella se fue. Saqué todas las medicinas y las recetas. Jeringas, jarabes, polvos y un aparato de tortura. Cambié de frascos todas las medicinas, y las mezclaba unas con otras- Pobre, Liz- cerré la puerta del botiquín. Me senté de nuevo en el sofá.
-¿Me cuentas un cuento?- se sentó a la par mía aquella niña- Aunque me das un poco de miedo- hizo un puchero.
-Y deberías tenerlo- la miré seria- Ven- di unas palmadas en mis piernas indicándole que se sentará en ellas. Me miró dudosa- Ven retardadita, no como niños- la halé del brazo. Ella se sentó.
-¿Por qué eres grosera?- me miró temerosa- Pero no eres muy mala.
-¿De qué hablas?
-Miré que arropaste a Dani... mi hermanito.
-Pues...-miré hacia las escaleras-...cuando lo vi me recordó a Edward.
-¿Quién es Edward?
-Mi hermano- suspiré.
-¿También tienes un hermano? ¿Cuántos años tiene?
-17, Somos gemelos- comencé a trenzar su cabello.
-¿Y se comunican telepáticamente?
-No ¿Quién te contó esa mierda?
-Ighh- jadeó- Dijiste una mala palabra.
-¿Quieres que diga otra?
-Mi mamá dice que no debemos decir malas palabras.
-Yo digo las que quiera. Mierda, puta, culo, coño, purro, faje.
-¿Qué es purro y faje?
-Lo que le clava tu papá a tu mamá, y faje es cuando se lo clava hasta los intestinos- anudé el final de su trenza.
-No entiendo nada.
-Porque eres una retrasada...A ver ¿De qué quieres el puto cuento?
-Amor.
-Iugh- hice un gesto de asco.
-¿No te gusta el amor? Yo amo el amor- se recostó a mi pecho.
-Está bien- suspiré-...Había una vez...
-¡Una jirafa!
-¿Qué?- fruncí el ceño.
-Que la chica sea una jirafa y él sea un elefante.
-¡Okay! Jirafa y elefante ¡Gran combinación!....La jirafa quería...al elefante, pero el elefante era un maldito bastardo.
-¿Qué es eso?- me miró.
-Que al elefante le gustaban las perras.
-¿Habían perras?
-Muchas- resoplé.
-La jirafa quería matarlas a todas...
-¡Estaba celosa!
-¡¡Claro que no!! No digas estupideces- halé una de sus trenzas.
-¡Auch! ¿Qué más?- me sonrió. Seguí inventando cosas para contarle a Lily hasta que se quedó dormida. Acariciaba sus trenzas, ella no tenía culpa de lo que me había hecho su madre, pero si era el punto débil de Liz, tendría que sacrificarla. Escuché el auto de Cameron estacionándose y luego un par de portazos.
-¡¡No entiendo como la dejaste aquí!!- gritaba Cameron.
-¿Qué más iba a hacer? ¡Mientras tu estas con tus calenturas esa loca puede estar despellejando a mis hijos!- reclamaba Liz.
-¡¡Es obvio que ella planeó todo esto y tú caíste!!
-¡Eso no te salva de lo que acabas de hacer! ¡Profanaste nuestra casa! ¡Donde nuestros padres nos crió!
-¡¡Abre la maldita puerta y déjame de tratar como a un niño!- escuché que la puerta se abría, yo acomodé mi cabeza sobre la de Lily fingiéndome dormida.
-¡¡Jane!!_ gritó Liz, y suspiró al verme.
-Eres una exagerada- dijo Cameron y escuché sus pasos hacia mí- Jane, despierta- abrí mis ojos.
-¿Cameron? ¿Qué pasó?
-Te quedaste dormida- dijo serio, el director Mánchester no estaba nada feliz.
-Iré a ver si Daniel sigue con vida- dijo Liz.
-Está bien. Jane le quitó los zapatos y lo arropó- dijo Lily frotándose los ojos. La cara de Liz era de un millón de dólares.
-Vamos a dormid, amor- Cameron cargó a Lily hasta su habitación.
-¿Qué tramas con todo esto?- me reclamó Liz.
-¿Yo? Cuidar a tus hijos es lo único que hice, no seas malagradecida- alcé una ceja.
-Cameron no tenía asma, sólo querías que fuera a detenerlo que estaba haciendo.
-Lo sé, de nada- me dirige a la puerta. Liz me tomó del brazo con fuerza. Nos miramos a los ojos- Gracias por cuidarlos- simplemente sonreí. Cameron bajó.
-¿Y a mí no me va a cargar?- bromeé. Él me ignoró y salió.
-Con el genio que anda mejor subes al auto antes que arranque y te deje.
-No querrás tener el placer de darme hospedaje en tu casa- di una carcajada burlona y subí al auto. Cameron arrancó a toda velocidad. Llegamos a la casa, él entró dando un portazo. Me senté en el sofá e hice todas las tareas que habían dejado hoy. Pasó una hora cuando subí y me pinté las uñas de los pies en mi habitación, hasta que escuché un grito.
-¡¡¡¡¡¡¡Jaaaaaaaaaaaneeeeeeeeee!!!- era Cameron, yo solté un sonrisa victoriosa, pasaron sólo segundos cuando mi puerta se abrió de un tirón y entró Cameron.
-Hola, amor- reí.
-¡¡¡Qué es esto!!- me mostró la tela de toda su ropa.
-Su ropa- seguí pintándome las uñas. Él se acercó, tomó el pequeño frasco de pintura violeta y lo lanzó contra la pared dejando que la pintura se corriera por el piso- ¡Oye!
-¿Por qué lo hiciste?- resoplaba.
-Quería darle un mensaje- señalé la tela.
-¿Este?- abrió aquella sábana dejando mostrar el mensaje en spray que decía 'Se ve mejor sin todo esto' No pude evitar reír- ¿Ah, te parece gracioso?
-Sus inseguridades corporales no son mi culpa- lancé la brocha de pintura.
-¿Con qué putas voy a ir a trabajar mañana?
-Mire el lado bueno, a sus amantes les gustará la idea.
-¿Así que por eso lo hiciste? ¿Por Marisol?
-¿Marisol? Esa es una perra más- me levanté y salí de la habitación.
-Eres una inmadura, Jane...Aunque me causa gracia que estés celosa de Marisol- susurró detrás de mi oído.
-¿Celosa yo de esa? ¡Nunca!
-Tal vez envidias su cabello- sonrió.
-¿Ese cabello a sangre de caballo? ¡Obvio no!
-A mi me gusta- entró en su habitación. ¿Le gusta el rojo? ¡Bien! Busqué en la cocina todo el vino tinto que pude encontrar y lo esparcí por toda la sala, regando los muebles, los sofás blancos, la alfombra y las paredes.
-A ver qué tanto te gusta el rojo- subí las escaleras y me dormí.
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-¡¡¡¡¡Jane!!!!!- abrí mis ojos y una vez más sonreí. Me levanté, me quité mi pijama y dejé a luz mi hermoso trasero en bragas y me quité la camisa para quedar en sostén. Bajé las escaleras y miré a Cameron de espalda tomando su cabello mirando aquél desastre rojo.
-Buenos días- bostecé. Él se volteó y me miró furioso, pero su expresión cambió a 'babeante' cuando me miró en aquellas fachas- ¿Cómo amaneció?- me acerqué a él.
-¿Q-q-qué haces vestida así?- me miró de pies a cabeza.
-Nada ¿Le gustó sus sorpresa?- alcé una ceja.
-¿Por qué hiciste esto?- su mirada se endureció.
-¿No que le gusta el rojo? ¡Aquí tiene todo el rojo que necesita! Y si no le basta puedo matar a sus perras y derramar su sangre, incluso le preparo un baño con ella- presioné mi mandíbula.
-Estás desquiciada.
-Lo sé...- me acerqué a él.
-Odio que me encanten tus demencias- se acercó más a mí.
-Y yo odio que se revuelque con esas perras- dije a centímetros de su rostro.
-¿Quieres que sólo sea tuyo? Soy hombre, tengo necesidades, y si tú no las puedes cumplir las cumplirá otra- ¡Maldita sea! Mi psicópata se retorcía hincándome la médula furiosa.
-Pues que lo satisfagan siempre, porque yo no toco huellas ajenas, así que olvídese de mi cuerpo, soy exclusiva y demando lo mismo.
-¿No te gusta verme con otras, cierto?- me miró con sus ojos sensuales y llenos de deseo.
-¡Me arde verlo con otra! ¡Usted tiene que ser sólo mío!- me lancé sobre él. Tomé su cuello con mis brazos y mis piernas rodeaban su cintura. Lo besé apasionadamente. Él acariciaba mi trasero con pasión y deseo.
-Nunca he dejado que ninguna de mis amantes decida si tengo mujeres o no.
-De eso ya me di cuenta...¿Pero por qué? ¿Tiene miedo de dejarlas a todas por una y ese lo deje solo y su soledad le recuerde a una persona?- lo miré fulminante.
-¿De qué hablas?- dijo alarmado.
-Dígame algo, director faje...Cuando me besa, me toca, me habla, o me hace el amor...¿Ve a Paulette en mí?

Mala JaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora