La maldita me apunta con el arma, en sus ojos se ve lo desquiciada que está, no más que yo perra.
-¿Y tú crees que yo voy a creer el cuento que eso trae balas?- bufé.
-¿Quieres probar?- resopló. Tal vez las traía, tal vez no. Pero miedo era lo que menos tenía.
-Claro, Agustina, Dispara- alcé mis manos. Ella se levantó con ojos furiosos, la niña sólo miraba normal.
-Tú, tú destruíste mi vida, tú y tu hermano- su mano temblaba.
-¿Y qué esperas? ¿Me darás el típico monólogo de villana para dar tiempo que vengan a rescatarme? ¡Díspara, zorra!- me acerqué.
-¡Lo haré enserio!- me amenazó.
-¡¡Te estoy esperando!!- me acerqué.
-¡Aléjate! Voy a dispararte- lagrimas comenzaron a salir de sus ojos.
-Ya te estás tardando- rodé mis ojos.
-¡¡Jane!!- escuché esa voz conocida tras de mí, volteé y era como un sueño. Cameron.
-¡Aléjate! ¡Aléjate o le disparo!- le advirtió a Cameron. Él alzó sus manos.
-No traigo armas, te prometo que no me acercaré, suéltala- dijo nervioso. Agustina me apuntó con la pistola, luego a él, y luego a mí. Este perra estaba nerviosa y loca.
-Tú ¿Quién eres?- dijo nerviosa.
-Se llama...Cameron- dije enfatizando su nombre, Agustina dejó caer el arma. Tomé su brazo y le hice una llave que me había enseñado mi madre en las clases de MMA. Dejándola en el suelo, tomé la pistola, puse mi pie en su pecho y apunté hacia su cabeza. Todo fue en fracciones de segundo, Cameron permanecía en shock- Yo no hablo tanto para tirar de un gatillo, Agustina- preparé el martillo del arma, lástima que no es una ametralladora, esas las sé usar muy bien.
-¡Jane, no lo hagas!- pidió Cameron- ¡Detente!
Sentí el miedo de Agustina bajo mis pies quien respiraba con dificultad.
-Jane, no me mates. No puedo dejar a mi hija sola- susurraba.
-¿Tu hija? Si quieres la mando al infierno contigo- miré hacia atrás, la niña lloraba- Ven, hija de algún pepino...-no se movía- ¡Ven, estúpida o la mato!- dije sin paciencia. La niña dudó pero se acercó. La tomé del pelo y la tiré al lado de su madre- ¿Quién quiere morir primero?
-Jane, basta. Esta no es la manera- murmuraba Cameron.
-Por favor, Jane- suplicaba Agustina.
-¿No me llamaba Agostina?- reí, quité mi pie- ¡Levántate!- ordené, ella se levantó inmediatamente.
-Jane, dame el arma- Cameron se acercaba.
-¿Qué haces aquí, Li-Sellers?- lo miré- ¿Te gusta mi pistola? No es tan grande como la tuya, la mía si mata- reí malévola.
-Estaba preocupado por tí.
-¿Cómo me encontraste?..¡¡Arrodíllense!!- les ordené. Agustina y Agostina se arrodillaron llorando.
-El rastreador en tu teléfono. Dame el arma- se acercaba.
-Reveréncienme ¡Ahora!- solté del gatillo apuntando hacia el cielo, efectivamente traía balas. Agostina soltó un grito al escuchar el tiro- No voy a matarte, Agustina. Si quisiera hacerlo ya lo hubiese hecho, yo no soy de hablar y no hacer nada. Pero haz lo que te digo porque me puedo arrepentir. Inclínense- Ellas se inclinaron hacia mí.
-¿Por qué haces esto?- Cameron ya estaba muy cerca.
-Porque esta maldita trató de dispararme y no lo hizo- Miré a Cameron. Oh por Dios, su mirada me derretía ¿Por qué nos pasa todo esto? Desaparezca todo el mundo, que nos dé uno de sus flash los hombres de negro y olvidemos todo.
-Dame el arma, vamos a casa- rozó sus dedos por mi cintura ligermante descubierta. Su toque me hizo estremecerme. Mis manos comenzaron a temblar.
Sentí que de la nada el arma se soltaba de mis manos, Agustina me la arrebató y nos apuntó, la pequeña Agostina se escondía tras ella empuñando sus manos en su camisa verde neón. Cameron instantáneamente se paró frente a mí bloqueándome- Agustina, podemos arreglar esto. Baja esa arma.
-No- lloraba- Tú no me quisiste y ahora vas a morir de nuevo- ¿Está loca? Está confundiendo a Cameron con mi padre.
-Él no es...
-Shh- me calló Cameron.
-Agustina, las cosas pueden ser diferentes- se acercaba a ella extendiéndole su nombre.
-Sólo quería ser feliz contigo- lloriqueaba, a mi no me podía dar más fastidio.
-¡¡Deja el drama, maldi...-Me aparté de Cameron para golpear a Agustina. No pude terminar la oración. Luego del sonido de una bala dirigiéndose hacia mí sólo sentí como mis entrañas de enroscaba en mi cuerpo y una presión agonizante se establecía debajo de mi costilla derecha.
-¡¡Jane, no!!- Cameron me tomó antes que cayera al suelo- ¡¡Mira lo que hiciste!!- le reclamaba a Agustina, la miré ella corrió lejos, la niña la seguía- ¡Jane, háblame!- sostenía mi cabeza. Miré mi mano luego de tomar mis costillas, había mucha sangre- Resiste, todo estará bien- decía nervioso. Luego de ver como todo se tornaba negro me desvanecí.
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-¿Te gusta?- sonrió mi papá frotándome el brazo derecho.
-¡Está increíble!- dije emocionada mirando hacia el auto blanco frente a mis ojos.
-¡Felíces 16!- me abrazó.
-Sin duda es el mejor, ya me podré ir de farra toda la noche.
-No no no- me arrebató las llaves- No puedes venir despues de las once con el auto, y nada de conducir tomada.
-¿Tomada yo?- volví a arrebatar las llaves y subí al auto. No aparecí por mi casa en tres días, mi papá ya me había reportado a la policía.
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Abrí mis ojos, estaba en el hospital, escuchaba el pitido de mi corazón en aquella máquina, aparte de la intravenosa que tenía en mi mano izquierda. Me duelen los costados, sobre todo el derecho. Revisé rápidamente con mi vista la habitación y en una esquina permanecía recostado mi padre. Traía pantalones blancos y una sudadera negra, me miraba serio.
-Papá...-susurré, él se acerco.
-Siempre fuiste mi pequeño desastre- tomó mi mano y la besó.
-¿Estoy soñando?- dije asustado, sus manos estaban tibias.
-Ya quisieras estarlo...No dejaré de insistirte en que no lo hagas- presionó mi mano.
-¿Hacer qué?- murmuré desesperada.
-Evita...el fuego...no te quemarás sola- susurró.
-¿De qué hablas?- fruncí el ceño.
-Vas a perder lo que más amarás- soltó mi mano y retrocedía.
-¿Dónde vas? ¿Nos dejarás solos de nuevo? ¡Edward te extraña, mi mamá también!- hice esfuerzo por sentarme, pero no podía moverme.
-Pero tu no, tu vida es mejor sin mí. Sólo vengo a decirte que no lo hagas.
-¿Cuál fuego? Papá, regresa...-abría la puerta, dio media vuelta y me miró con decepción.
-Eres todo lo que acusas a los demás- cerró al puerta y se fue.
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-¡¡¡Papá!!!- me senté desesperada. El pitido de la máquina sonaba descontroladamente.
-¡Jane, tranquilízate!- decía un hombre en bata blanca, un doctor. Comencé a jadear asustada.
-¡¡¡No!!!! ¡¡Regresa!!- gritaba.
-Póngale anestesia- ordenó el doctor.
-¡No puedo! Padece problemas en el miocardio, debemos calmarla- contestó la enfermera que me sostenía desde el otro lado de la cama.
-¡Va a sufrir un infarto si no la tranquilizamos ya!
-¡¡No podemos ponerle anestesia!!
-¡Traigan a alguien de su familia! ¡Rápido!- ordenó el doctor. Yo seguía espantada, sentí un miedo increíble, me sentí en una cárcel, quería correr fuera.
La enfermera regresó con Edward. ¡Oh Edward!
-Jane, hermanita ¿Qué sucede?- me tomó de la mano.
-Necesitamos que la tranquilice, no podemos usar anestesia y si no se calma inmediatamente puedo sufrir un ataque al corazón- le advertía.
Edward se sentó en la cama y me abrazó. Yo rodeé mis brazos en su espalda y comencé a soltar lárgimas de desesperación.
-Ya, nana ya tranquilízate, aquí estoy- susurraba.
-Cameron...Ca-Ca-Cameron- lloraba.
-Por favor, llamen al señor que está afuera, es a quien llama- la enfermera volvió a salir y entró con Cameron. ¡No! ¡Me refiero a Dallas no a este pelagato!
-¿Qué sucede?- dijo asustado.
-Debemos tranquilizarla ¡Ya mismo!- ordenó el doctor desesperado.
-Necesito que salgan ¡Ahora!- ordenó Cameron.
-Pero...-objetó el doctor.
-¡Salgan! ¡Sé como calmarla! ¡¡Edward!!
-Es mejor que lo hagamos- Edward abrió la puerta y salió con el doctor y la enfermera.
-A ver Jane- me soltó- Te vas a calmar, ya mismo- Tomó el cuello de mi bata con sus puños y la rompió con fuerza dejando mis pechos al aire. Me empujó contra el colchón, se subió en mí sin dejar caer su peso. Unió sus labios con los míos y me besó con fuerza mientras acariciaba mis pechos, los tomaba con su mano abierta y los presionaba masajeándolos. Se apartó, terminó de rasgar mi bata dejándome completamente desnuda. Mi respiración se aceleraba pero mi corazón se tranquilizaba. Cameron lamió su mano y la pasó por Venus haciendo círculos. Puso uno de mis pezones en su boca y halaba de él con sus labios mientras rozaba su lengua en la punta. ¡Oh Dios! Esto era tan placentero, que cambio de sensaciones tan intensas.
-Cameron- dije en un gemido.
-Ahora más vale que no hagas ningún esfuerzo porque estás herida, y ahora ya me calentaste así que te quedas quieta- se parto, bajó el cierre de sus pantalones y liberó su anaconda venenos, lo que logró sólo calentarme más. Separó mis piernas con sus rodillas y entró en mí llenándome de un solo, sus movimientos eran suaves y medidos. Yo me sujetaba del respaldo de la cama. Cameron aceleró sus movimientos- No te muevas- dijo agitado. Entraba y salía con paciencia pero firmeza. Sentía que llegaba a mi punto límite, todo se reducía a esta sensación, el clímax, solté unos gemidos cuando me liberé completamente al mismo tiempo que Cameron. Salió de mí y abrochó sus pantalones. Yo había quedado exhausta, Cameron tomó una colcha y me cubrió con ella, me dio un beso en la frente- ¿Cómo te sientes?- Mis ojos permanecían cerrados. Los abrí levemente, pero apenas podía mantenerlos entreabiertos, pesaban demasiado- Descansa, estuviste estupenda- sonrió, intenté devolverle una sonrisa pero sentí que caía en un pozo profundo y oscuro.
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Mala Jane
Fiksi Penggemar**Segundo libro de la saga de Niñas mal** ''Sentirás que es tu mayor fortuna... y cuando ya estás dentro, te das cuenta que es tu mayor perdición'' -Jack Gilinsky ''Su insensibilidad te asombrará más que sus pensamientos'' -Danielle. ''Desearás mat...