La luz de la ventana me despierta. Bostezo mientras me estiro. He dormido bien, a pesar de haberme despertado de vez en cuando por culpa de esas pesadillas. Hoy no tengo que ir al hotel a trabajar, no hay bodas que celebrar, pero tengo que empezar a organizar la próxima con Violeta. Me levanto y bajo a desayunar. Entro en el gran salón donde ya está toda mi familia reunida, dispuesta a empezar a comer. Les doy los buenos días mientras me siento y cojo una fresa. Toda la mesa está llena de fruta, tostadas y demás delicias dulces.—Por fin bajas —susurra molesta Helena, mi hermana mayor.
—No te pedí que me esperaras para comer —le contesto con su mismo todo de condescendencia.
—Bajen las armas —dice Violeta interfiriendo.
Los ojos verdes y grandes de Helena se ponen en blanco por un momento. Nos llevamos mejor cuando no hablamos. Y cuando no aparece su prometido de por medio.
Ella y Fabio se casarán dentro de pocos meses. Y él me acosa descaradamente. Sí. Es todo un drama. Desde que se lo dije a Helena, que su futuro esposo mostraba interés en mí, apenas me habla; de hecho, cree que es solo una artimaña para que no se casen. No entiendo esa manía que me tiene desde que llegué a esta casa, como si mi principal propósito fuera arruinarle la vida a ella. Supongo que no le sentó demasiado bien no ser la única hija de nuestros padres. No ser el centro de atención.
Comienzo a comer.
—¿Dónde está Sara? —les pregunto a mis padres.
Mi padre baja el periódico y me mira por encima de sus gafas. Mi madre se toca su caro collar y me mira sonriendo. Me imagino dónde puede estar mi rebelde hermana.
Seguramente en casa de alguno de los amigos hospitalarios que ella tiene.
—Bueno, ya la conoces, no vino a casa en toda la noche—dice mi padre mientras se mete una cucharada de fruta en la boca.
Asiento.
—Tenemos que hablar sobre la boda de la próxima semana, Natalie —me dice Violeta—. Aún tenemos que encargar las flores.
—Lo sé. Hablaremos de ello más tarde.
Ella me sonríe y seguimos comiendo.
Después ayudamos a mamá con el jardín. La jardinería es una de sus pasiones y está empeñada en plantar rosas, así que le echamos una mano, ya que el jardín es enorme y no viene mal una ayuda. Observo a Violeta que, sin parar, planta flores con energía lejos de nosotras, al otro lado de la gran piscina.
—¿Cómo van las cosas con Thomas? —me pregunta mi madre mientras suelta algunas semillas en un pequeño agujerito, aparentemente despreocupada.
Oh no, cuando empieza así es porque «un pajarito» le ha contado algo. Me pongo un poco nerviosa, pero logro tranquilizarme cuando contesto.
—Bien, como siempre. ¿Por qué?
—Es solo que escuché algo.
Asiento, distraída.
—Escuché que lo vieron la otra noche entrar al hotel con una chica que no eras tú.
Me muerdo el labio. Ese imbécil de Thomas, ¿no se podía ir con su ligue a su hotel? ¿Tenía que venir al nuestro?
—Sí..., la chica...era su prima —digo mirando a los ojos azules de mi madre adoptiva—. Me la presentó.
—Solo lo vi a él en la grabación de la cámara que puse en tu despacho, no llevaba compañía aquella noche —confiesa.
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El amuleto León Goretzka
FanfictionNovela corta Dos niños, un amor Dos niños, un amor, una promesa Dos niños, destinos opuestos, una promesa rota Un chico, una chica, una boda y mil gatos Una promesa, un amuleto, un sueño cumplido