Nos besamos. Natalie y yo nos besamos. No puedo evitar llevar una sonrisa permanente en mi cara mientras atravieso la puerta de casa, aún con el cosquilleo de sus labios en los míos. Ha valido la pena hacer todo esto si con ello puedo hacer que regrese a mí de nuevo. Me dirijo a la habitación y me tiendo bocarriba en la cama para revivir una y otra vez lo sucedido hoy. Mi sueño se ha hecho realidad.Mis sueños, más bien. Porque haber tenido a Natalie entre mis brazos es un sueño más grande que cualquier otro. Cierro los ojos suspirando, deseando que nunca desaparezca este sentimiento que me hace sentir tan lleno.
Max me lanza un periódico mientras yo desayuno un cereal en la mesa de la cocina. Se sienta en frente de mí y espera expectante a que lo abra. Quiero hacerlo rabiar un poco y no abrirlo, pero finalmente suelto la cuchara, ya que mis ganas de saber qué dice son mayores que las de hacerle suplicar. Lo desdoblo y puedo leer con grandes letras negras en un titular "El nuevo gran artista local: Conoce la obra de León Goretzka". Mi sonrisa emerge de la nada de nuevo.
—¡Fue un auténtico éxito amigo mío! Siempre lo supe, que serías un gran artista — dice Max mientras mordisquea una galleta.
Leo por encima la noticia, todo son elogios hacia mí y hacia mi forma de hacer fotografía. ¿Se puede estar más feliz? Bajo el periódico y fijo mi mirada en Max.
—Siempre me decías que abandonase mis sueños porque éramos lo peor de la sociedad. ¿Estás ya demente a esta edad?
Él pone una mueca, fastidiado, mientras me mira entrecerrando los ojos.
—Rencoroso —susurra.
—Te he oído.
—Entonces ya deja de perder tú tiempo conmigo y busca un amigo famoso—exclama mirando su galleta
—No Max tu eres mi amigo no necesito otro
Acabo de leer la noticia y retomo el desayuno. Max come también del mío.
—¿Y cómo fue la sorpresa a tu chica? —me pregunta.
Vuelvo a sonreír como un idiota.
—Se quedó sin palabras —dejo la taza en la mesa—. Me sentí tan raro. Aunque sabía que era Natalie, cuando me miró a los ojos sabiendo quién era yo... Sentí cosas que nunca había sentido antes. He estado toda mi vida esperando reencontrarme con ella. Pero ella me miró furiosa al principio, reprochándome el haberla dejado allí en el internado, sola. Sin amigos, sin nadie en quien confiar.
—Entonces, ¿se besaron o no? —pregunta Max extasiado por la historia.
Lo miro y rio. Ansioso por naturaleza.
—¿Solo te importa saber si nos besamos? —pregunto burlón.
Él asiente siguiéndome el juego.
—Sí. Lo hicimos.
Exclama un fuerte «Oh» y viene a darme unas palmadas en la espalda. Lo detengo porque se pasa de fuerza.
—¡Qué campeón! La rana besando a la princesa... Es cuestión de tiempo que deje al estirado de su prometido y se venga contigo.
Mi sonrisa se borra.
—Tú no viste cómo me miraba.
—¡Pero te besó!
—Sí, pero no fue ella la que dio el paso, fui yo el que prácticamente se abalanzó sobre ella. Aún me reprocha todo, ella me lo dijo y yo lo vi en sus ojos. Por mucho que nos besáramos, una grieta se abrió ese día entre nosotros.
ESTÁS LEYENDO
El amuleto León Goretzka
FanfictionNovela corta Dos niños, un amor Dos niños, un amor, una promesa Dos niños, destinos opuestos, una promesa rota Un chico, una chica, una boda y mil gatos Una promesa, un amuleto, un sueño cumplido