Me visto en mi cuarto hecha un manojo de nervios. La exposición es en una hora, y no he podido aún encontrar algo adecuado que ponerme. Mi ropa está desparramada por el suelo, por encima de la cama y por todos lados. Me ponga lo que me ponga, nada me convence.
En un ataque de impotencia, me echo en la cama bocarriba pataleando como una niña pequeña. ¡¿Por qué no tengo nada que ponerme?! Una pregunta muy irónica si le echas un vistazo a mi bien surtido vestidor. No, no es que no tenga nada que ponerme, es que quiero ponerme algo que a él le guste.
«Reconócelo Natalie el fotógrafo te gusta».
—¡Ni hablar! —exclamo en voz alta sentándome en la cama de repente—. No es posible. ¡No es posible!
¡No es él!
Grito más alto de la cuenta y me tapo la boca. ¿Qué me pasa? Sacudo mi cabeza para sacarme esas tonterías de la cabeza.
«¡Él no es León!»
Thomas asoma su cara a través de la puerta. Lo miro fastidiada. Tiene un talento oculto para aparecer en los momentos en que menos quiero verlo.
—¿No te han enseñado a llamar a la puerta? —le pregunto algo grosera, mientras me pongo de pie y sigo rebuscando entre mis vestidos.
Nuestra relación de «amigos» ya no es como antes. Todas estas semanas me ha perseguido buscando perdón, ha intentado llevarme a mil actividades para que olvidase todos los percances, me ha mandado infinidad de ramos de flores. Pero eso no sirve para cerrar la gran brecha que se ha abierto entre nosotros con todo lo sucedido en el último mes.
Por Dios, dijo que se estaba enamorando de mí. ¿Podría burlarse aún más? Estoy cansada de sus juegos.
Él entra y cierra la puerta.
—¿Han entrado a robar? —pregunta sarcástico al ver mi ropa tirada.
Lo ignoro y sigo buscando entre la ropa algo adecuado.
—Tu hermana me ha dicho que vas a una exposición. ¿Es esa que has estado preparando?
—Te ha informado bien —le contesto secamente.
—Es la exposición de ese fotógrafo—me dice. Pero lo dice con un tono algo celoso.
—Ese fotógrafo es un cliente más. Solo hago mi trabajo.
—No creo que estar con él sea tu trabajo.
Me giro y lo miro.
—Y el tuyo tampoco es buscar pelea. Él me lo contó.
—Él me provocó —dice él excusándose.
—¿En serio? Es curioso que él fuera el que te pegase, recordando el episodio en el cobertizo. Me hace preguntarme quién es el violento en esta historia.
—Está bien, no quiero discutir más, Natalie. —Se pasa la mano por la cara. Sus ojos azules se ven cansados—. ¿Algún día me vas a perdonar por ser tan hijo de puta?
Lo miro y no puedo evitar sonreír de lado al escuchar cómo se insulta él mismo.
—Puede... —digo secamente mientras saco un vestido de encaje de color azul oscuro con un hombro al descubierto y con vuelo en la falda. ¡Sí, este es perfecto!
Lo observo contenta de haber encontrado al fin el indicado y me percato de que Thomas aún sigue de pie, observándome fijamente.
—Te acompañaré —dice decidido.
—No puedes. No voy a disfrutar de la exposición. Voy a trabajar. A supervisar que todo sale bien.
Eso parece molestarle.
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El amuleto León Goretzka
FanfictionNovela corta Dos niños, un amor Dos niños, un amor, una promesa Dos niños, destinos opuestos, una promesa rota Un chico, una chica, una boda y mil gatos Una promesa, un amuleto, un sueño cumplido