Turbulencia en casa

381 37 8
                                    


Corro por las escaleras de casa y no paro hasta llegar a mi cuarto. Comienzo a llorar en la cama. ¿Por qué demonios hago esto? ¿Por qué soy así de mala con él? Aplastó al único chico que me ha importado. Sabía que me estaba siguiendo, lo vi bajarse del taxi. Pero fui cobarde para enfrentarlo. Y quise que viese con sus propios ojos que mi vida ha cambiado, que me voy a casar con Thomas. Que no puede venir y poner mi vida patas arriba, tal y como él ha dicho. Me ha costado tanto salir adelante desde pequeña, complacer a esta familia.

Sé que si me rindo a León, les estaré fallando a ellos. Ellos, que me lo han dado todo. No puedo hacerles eso. Por eso quiero que León me odie, me odie tanto que desaparezca de nuevo, aunque me quede destrozada como aquel día en el orfanato.

Lloro hasta que me quedo satisfecha, entonces abro el armario y saco el bote de gatos que él me dio. Me siento en la cama, abrazándolo, pensando en su cara, en su beso.Cierro los ojos suspirando. Es tan perfecto. Tan guapo. Y fue tan bonito todo lo de la sala en la exposición. Toda su vida ha estado pensando en mí, nunca me olvidó.

Guardó mis fotos como un gran tesoro. Me abrazo aún más fuerte a ese pequeño objeto. Lo quiero tanto. Ya lo he dicho. Me siento en la cama, abro el bote y acuno algunas de los gatos en mis brazos. Él me lo dijo: mi sueño se cumpliría si hacía mil gatos de papel. Las observo atentamente, ensimismada, hasta que unos toques en la puerta me sacan de mis cavilaciones. Me seco los ojos rápidamente con las magas de mi abrigo. La puerta se abre y aparece Violeta, que me sonríe.

—¿Puedo pasar? —pregunta.

—Claro —susurro.

Camina hasta la cama y se sienta en frente de mí.

—Mamá y papá están que trinan. Sara se ha echado un nuevo novio, un hippie que fuma marihuana sin parar. Mamá por poco muere cuando lo ha sabido. Se ha puesto a gritar de todo por toda la casa. Por supuesto, le ha prohibido volverlo a ver, con lo que Sara ha respondido que se fuera a dónde tú ya sabes, y se ha marchado dando un portazo.

Consigue sacarme una sonrisa con su historia.

—Es imposible aburrirse en esta familia —dice ella mirándome.

—Ella es la hermana rebelde.

—A veces me pregunto si realmente tenemos una hermana o un fantasma, apenas le vemos el pelo.

Fija su mirada en los gatos.

—¿Qué tal ha ido la charla con el sacerdote? ¿Les ha dado la fecha?

Yo asiento. Y siento mis lágrimas latentes de nuevo.

—Es dentro de un par de meses. Thomas ha querido adelantarlo.

Violeta se sorprende.

—Pero, ¿por qué?

—Tiene miedo de que me vaya a escapar, y lo teme con razón.

Violeta se acerca un poco más y me retira el pelo de la cara para ponerlo tras mi oreja.

—No tienes que casarte si no quieres, Natalie. Sé que lo haces porque piensas que les debes algo a papá y mamá. Ellos no te adoptaron para que le pagaras eso algún día. Limítate a vivir tu vida, disfrútala.

Le sonrío. Ella siempre tiene palabras amables para mí. Me gustaría creer en esas palabras, pero no puedo.

—Gracias, Violeta.

—Y ahora, ¿me vas a contar qué te ocurre?

Es increíble lo perspicaz que puede llegar a ser.

El amuleto León GoretzkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora