1000 gatos después (Final)

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Entramos en mi apartamento sin parar de besarnos como un par de adolescentes. No me puedo creer lo que Natalie acaba de hacer. Max se queda de piedra cuando nos ve entrar, a ella vestida aún de novia y descalza y yo llevándola entre mis brazos, besándola sin parar.

—Te lo explicaré luego —le susurro rápidamente.

Y vuelvo a besarla mientras la llevo a mi habitación, a mi cama y hacemos el amor toda la noche. Natalie ... Todo en lo que puedo pensar es en ella, y en lo feliz que me hizo escuchar ese gran «No» en la catedral. Nunca pensé que fuese a hacer eso, pero fue la palabra más maravillosa de mi vida.

El vestido de novia es una bonita alfombra en medio de mi moderno cuarto. Estamos abrazados en la cama y los rayos de sol ya brillan en nuestra piel. La miro y la beso en la frente.

—Gracias —le digo.

Ella sonríe y me acaricia la mejilla.

—Yo soy la que te debería dar las gracias. Si no hubiese sido por lo que me dijiste en aquella llamada, ahora estaría casada.

—No, no lo estarías —confieso.

Ella me mira extrañada.

—¿Crees que yo no tenía un plan? —La miro sonriéndole—. No iba a dejar ir a la mujer de mi vida, eso era algo obvio.

—¿Ibas a interrumpir la boda? —pregunta con los ojos brillantes de emoción.

Yo asiento.

—Sí, algo así.

—¿Ibas a secuestrarme en el altar? ¿A tomarme de la mano y salir corriendo como en las películas? —pregunta divertida.

—Algo así. Lo siento, mi cabeza no daba para planes más originales.

Ambos reímos juntos y le acaricio el pelo.

—Eres lo mejor que me ha pasado. —Sé que estoy siendo un cursi total, pero es lo que tiene el amor.

—¿Sabes? Siento que todo valió la pena solo por conocerte.

—Te quiero, Natalie.

No le doy tiempo a que me conteste, porque me lanzo sobre ella y la beso, el primero de los muchos besos que nos daremos a lo largo de nuestra vida, porque ahora ya tengo a mi modelo conmigo. A mi Natalie.

La dejo dormir un poco más y salgo a buscar a Max para explicarle la situación.

Lo encuentro frente a la televisión con la boca abierta. Me siento a su lado, está viendo las noticias y sí, somos la gran noticia. Ponen las imágenes de la ceremonia, Natalie lanzándole furiosa el anillo a Thomas, diciendo no, y corriendo hacia a mí.

Nuestra huída y nuestro beso por supuesto también están documentados, así como la historia de nuestro pasado. Cuentan nuestra historia como si de Romeo y Julieta se tratase, pero también informan de la otra cara de la moneda, y es que la familia de Thomas ha quedado indignada con tal escándalo y ha retirado el dinero de la fianza y dejado a su suerte a la familia Kimmel. Aunque estoy muy feliz, algo me oprime el pecho.

—León ..., ¿en serio? —pregunta Max impactado—. ¿Esto es verdad?

—¿Necesitas más pistas?—pregunto irónico. Nos vio entrar anoche, ha visto las imágenes, ¿acaso no es obvio?

—Ella... se ... —sus palabras se traban en su boca, no sabe qué decir.

—Sí, me fugué de mi boda.

Su voz nos sobresalta. Ha estado detrás de nosotros y lo ha visto todo, pero no nos hemos dado cuenta de su presencia. No puedo leer en su cara cómo se ha tomado la noticia de lo de sus padres.

El amuleto León GoretzkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora