Los seres humanos solemos arrepentirnos mucho de nuestras acciones; de aquello que alguna vez hicimos, o de lo que no nos permitimos hacer. Como sea, siempre terminamos arrepintiéndonos de algo, y más si este algo se hace o se dice mientras estas bajo la influencia del alcohol u otras sustancias parecidas. Porque una persona ebria o drogada es más libre de sí mismo, más despreocupado, más instintivo... Y, llegados a cierto punto, es capaz de hacer lo que sea, de dejarse llevar o, simplemente, de sincerarse consigo mismo y permitirse hacer aquello que cuando sobrio su consciencia se lo prohíbe.
Disfrutar del licor y lo que te hace sentir tiene sus ventajas -si no excedes de éste- pero, como toda cosa, también tiene sus desventajas. Puede hacerte decir o reaccionar de alguna forma que jamás deseaste; pueden ponerte en una situación tan embarazosa que terminan arruinando el momento, o dejándote con una enorme vergüenza interna, o arruinándote la vida... Aunque Harry aún no estaba claro hasta que punto llegaba semejante 'aberración' en la que participó. Bueno, así él lo define; como algo atroz.
-Flashback-
Sus respiraciones agitadas estaban coordinadas, ahora era el rizado falto de conciencia quien acercaba aún más al mayor hacía él; tomando el rostro de Louis en sus manos y profundizando el beso.
Perdido, Harry estaba totalmente perdido y aislado de cualquier pensamiento lógico, dejó de analizar, dejó de preocuparse y sólo se limitó a disfrutar; a sentir, como si volara por los aires... Totalmente ajeno al plan que maquinaba el ojiazul allí presente.
Repentinamente, como cuando te das cuenta que estás haciendo algo errado o recuerdas que lo que tenías que hacer no era precisamente así; Louis se estremeció. Fue cuestión de un segundo, algo imperceptible, pero lo suficiente para que el mismo recordara lo que realmente debía hacer y dejara de sentir esa cosa extraña en su estómago que no lograba reconocer. Por otra parte, Harry sintió como éste se separaba poco a poco de él, dejándolo con ganas de más; de sentirlo más. Pero lo que pasó a continuación no fue nada de lo que la inconsciente alma del chico de ojos esmeralda esperaba.
Una risa, cargada de burla y lo que podía reconocerse como maldad, resonó dentro de las cuatro paredes de la oscura habitación, retumbando en los oídos del rizado haciéndolo despertar del ensueño en el que había caído; abriendo sus ojos y mirando asustado a su alrededor sólo pudiendo notar un par de luceros celestes brillando con intensidad y una sonrisa ensanchada de perlas blancas aunado a un rostro que casi no podía detallar pero que estaba muy cerca de él.
“Acaso… ¿qué rayos fue lo que hice?”
– Vaya, bonito, debo admitir que besas muy bien. – dijo el castaño en voz baja, suprimiendo una carcajada, podía adivinar que el mas alto se estaba muriendo de la vergüenza y eso sólo lo hacía sentir más triunfante. Acercándose un poco más, susurró a su oído; – Pero, tu sabes, prefiero a las chicas. Sólo quería asegurarme de que tan marica podías llegar a ser, y no me equivoqué.
Y así, como aquella vez en los sanitarios del instituto, depositó un beso en su mejilla y enmarañó sus rizos mencionando después un “Nos veremos pronto, muñeco” con ese tono de voz que indicaba una sentencia segura para el joven y dejándolo con palabras no dichas atoradas en la garganta. Sólo que esta vez, inmerso en la oscuridad de la madrugada; se estaba muriendo de una vergüenza interior mucho mayor y había algo que amenazaba con volverlo literalmente loco.
Ahora, tirado en una cama desconocida con lágrimas de culpa amenazando salir de sus ojos y la mente hecha un total caos; sucumbió al sueño y a la real inconsciencia, deseando que nada de eso hubiese pasado o que, al menos, al día siguiente no lo recordara.
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Veinticinco días para amarte [Larry Stylinson] (Terminada)
Fanfiction«Le tomó casi dos meses aceptar que ese chico sería más que un muñeco, una semana para conocerlo y veinticinco días para amarlo...» O una historia en donde Harry posee esperanza y felicidad inacabables y Louis sólo camina por allí, de la mano con su...