Capítulo #22: Amantes distantes.

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Soundtrack: The world is ugly My Chemical Romance. 

 

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Hay cosas que están destinadas a surgir, pero no a perdurar por mucho. Sucesos relevantes de nuestra vida que, a pesar de ser hermosos, únicos y perfectos, terminan antes de siquiera haber comenzado. Y abren una brecha tan grande en tu corazón que es imposible de cerrar.

Historias de amor no consumado dentro de otra historia de amor, por así decirlo; romances igual de clandestinos que el principal, igual de apasionados, aunque con un final muy prematuro y doloroso.

Hay una historia olvidada que se encubren tras esta historia recién iniciada y, a pesar los trajines que sufrió, no tuvo un final feliz.

Porque la vida no es un cuento de hadas y escasamente hay finales felices.

Mientras aquel par de chicos tan disparejos comenzaba a complementarse, sin notarlo, había otros dos; verdaderamente enamorados, que a pesar de dar todo el uno por el otro la agonía del silencio los consumió hasta dejarlos como simples amantes distantes.  

 

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Eran las tres de la madrugada y Louis seguía sin poder dormir. Los sucesos vividos hace apenas unas horas se entremezclaban en su mente, dejándolo mareado y confundido.

Las últimas palabras de Harry habían logrado silenciar por completo sus advertencias, sumergiéndose entonces en la melodía que él mismo tocaba; repitiendo la sonata una y otra vez perdido, pensando en la nada, hasta que sus dedos se entumecieron y el reloj de pie del gran salón anunció las doce en punto con ligeras campanadas. Al moverse un poco fue que notó al rizado incómodamente dormido sobre su hombro; su respiración era tan ligera que difícilmente se le notaba respirar y así, sin necesidad de más, Louis supo que sería un pecado despertarlo. Por eso, contrario a cualquier cosa que hubiese hecho antes y con algo de esfuerzo, lo tomó en sus brazos como si fuese un pequeño bebé y lo acostó con sumo cuidado sobre el sofá color crema que estaba en la habitación. Harry podía ser más alto pero, sin duda alguna, era más delgado que el castaño.

Louis se sintió fuera de sí mismo en ese instante —tomando las mantas que estaban en el respaldar del gran sillón y colocándolas sobre el niñato de rizos—. Era como si alguien mucho más tonto y cariñoso hubiese poseído su cuerpo y él se encontrase sólo como espectador de sus acciones sin poder comprender absolutamente nada de lo que ocurría. Se había sentado en el suelo, frente a Harry, algo abrumado y desconcertado; ¿Qué rayos le estaba pasando? ¿Por qué actuaba tan extraño? Sin embargo, al fijar su vista en el rostro del menor, ese sentimiento desagradable se deshizo en segundos. Y es que si de por sí aquel niño de ojos lindos tenía carita de ángel, estando dormido parecía el querubín más hermoso jamás visto en la Tierra. Sus pestañas castañas parecían más largas al tener los ojos cerrados y su boca de labios rosados hacía muecas graciosas, como si soñase con algo, cosa que hizo sonreír a Louis inconscientemente. El ojiazul se quedó observándolo por un largo tiempo, reteniendo en su memoria cada detalle perfecto de aquel bonito niño, admirándolo, preguntándose cómo rayos él había sido capaz de intentar dañarlo... Entonces, al cabo de una hora, quizá, decidió que ya era tiempo de irse; no sin antes dejar un beso en la frente de Harry y susurrar un “Dulce sueños, muñeco”  que a sus oídos sonó bastante patético pero le importó una mierda.    

—Maldita sea —gimoteó Louis, apretando una almohada en su rostro y deseando asfixiarse con ella. 

Veinticinco días para amarte [Larry Stylinson] (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora