Veinticinco días para amarte [Larry Stylinson] (Terminada)

Capítulo #31: Rendirse. (1/2)

Soundtrack: Parte I: Photograph –Ed Sheeran || Parte II: Fall for you –Secondhand Serenade || Parte I y II: Wake me up –Ed Sheeran. 

 

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Amar siempre será doloroso, sin importar el momento, la persona o la situación. No obstante, ¿quién dijo que no se puede encontrar la felicidad a través del dolor. 

Hay amores que son mucho más hermosos al despertar, cuando la mente se mantiene adormilada y una burbuja risueña puede crearse, alejando todo aquello que recuerda el dolor y haciendo de las risas alegres lo único importante.

Hay amores que merecen ser capturados en una fotografía, guardando así cada felicidad, cada palabra, cada beso, cada sonrisa… para poder admirarlo cuando ya no exista, y tener una fiel prueba de que aquel precioso affaire sí fue real, al menos una vez en la vida.

Y, por último, están esos amores tan poderosos que son capaces de cortarte la respiración, calarse entre tus huesos e incrustarse en lo más profundo de tu corazón, cegándote así de la realidad y del ineludible destino que se avecina. Y lo único que querrás hacer será entregarlo todo; tu vida, tu alma, tu cuerpo y cada uno de tus sentimientos porque, por alguna razón, algo en tu interior advierte que aquello a lo que te has aferrado está por irse, y sólo podrás intentar retenerlo hasta que lo inevitable llegue.

Rendirse ante el amor será la única opción.

 

«Esta noche es la noche en la que quiero dejar mi corazón en tus manos, entregarme a tus caricias, olvidar lo que perturba mi mente y me arrebata la fuerza. Esta noche es la noche en la que me rendiré a ti; cumpliré cada uno de tus deseos y te entregaré hasta mi último suspiro. Eres todo aquello que jamás pensé tener. Esta noche es la noche en la que sólo seremos tú y yo, y tus brillantes ojos serán los únicos que iluminen mi agónico camino hacia la nada… Esta noche es la noche en la que caeré por ti.» 

 

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Día 16.

Despertar a su lado podía considerarse lo mejor que había decidido hacer en toda su jodida vida. Y el que su amante yaciese aún placidamente dormido junto a él sólo mejoraba las cosas.

Entre sus brazos, Louis admiraba el sereno rostro de Harry, observando hasta el más mínimo detalle. Lucía mucho más joven de lo que ya era, como un bonito niño pequeño; con su boca entreabierta, dejando escapar sus tranquilas respiraciones mientras aquel abanico de oscuras pestañas rizadas mantenían cubiertos sus preciosos ojos brillantes. Louis ya calificaba a Harry como lo más cercano a un ángel pero, viéndolo dormir, el chico llegaba a ser un ser celestial mucho más hermoso que un simple ángel.

Se preguntó si, cuando muriese, conseguiría disfrutar de la dicha de poder admirarlo por siempre desde algún lugar.  

Su móvil sonó desde la mesita de noche, sacándolo de sus cavilaciones, y atendió la llamada con rapidez antes de que el molesto sonido despertase al niño a su lado.

—¿Si?

—Louis, cariño, estaba tan preocupada —habló Jay al otro lado de la línea, sonando aliviada—. ¿Dónde estás? ¿Te encuentras bien?