Capítulo #25: Veinticinco días... (3/3)

11.5K 784 897
                                    

(…)

—Necesito un descanso, siento que he caminado por horas —se quejó Harry, desplomándose con modorra sobre la primera banca que observó. Louis lo siguió; la verdad se sentía algo fatigado y no podía darse el lujo de agotarse sabiendo las consecuencias.

Habían pasado unos veinte minutos, aproximadamente, y la noche ya estaba presente; las odiosas nubes no dejando admirar las estrellas titilantes en el cielo. Tras ellos se encontraba un pequeño parque casi solitario. Sólo unos cuantos niños, al parecer, inmunes al frío estaban teniendo una guerra de bolas de nieve y un par de adultos jóvenes leían algún libro en la lejanía. Las tiendas de al frente ya estaban cerradas y ni un solo automóvil se paseaba por la avenida. El viento susurraba a sus oídos en un idioma inentendible y el silencio inquietante que cayó de repente sobre todo el lugar daba la impresión de que estaba a punto de ocurrir una gran catástrofe —como en las películas de terror—, o como si ya no quedase mucha gente sobre la Tierra; como si todos se hubiesen marchado y lo único que quedase vivo fuese ese pequeño trozo de planeta. Al menos así lo sentía Harry, con extrañeza, quien miraba como lentamente comenzaba a nevar.

—¿Alguna vez has pensado qué harás durante los próximos, no sé, diez años? —preguntó el chico rizado, sin escuchar muy bien sus propias palabras, mientras cavilaba y observaba como los minúsculos copos de nieve se posaban sobre el beanie de su compañero; dándole un aura angelical—. ¿Has pensado a qué quieres dedicar tu vida?

Louis fue tomado desprevenido con aquella pregunta, dirigiendo su mirada aturdida al muchacho curioso a su lado. Un plan de vida era algo que él jamás tendría el lujo de realizar, de eso se había asegurado hace un par de años atrás. Esta vez, realmente, quiso decir algo como: “No creo tener otros diez años de vida”, pero aquello jamás sería una opción. Así que aclaró su garganta, intentando ser lo más sincero y no hiriente posible.

—No malgasto mi tiempo en esas tonterías —dijo con desaire, y la expresión en el rostro de Harry lo obligó a explicarse más—: Es decir, ¿para qué hacer un plan de vida si, de por sí, ni la vida misma la tenemos asegurada? Podría idearme todo lo que quiero hacer, de principio a fin, y no sé… ¿morirme mañana? Entonces no habrá valido la pena tener esas estúpidas esperanzas. Sería bastante triste y patético.      

En el momento que calló, Louis pensó que había hablado de más, dándole entender al otro chico lo que de verdad pasaba con su vida; haciéndole entrar en razón. En su pequeña paranoia incluso podía imaginar como el menor se levantaba con rapidez y comenzaba a vociferar: ¡Oh, Dios! ¡Estás a punto de morir! o alguna tontería así. No obstante, Harry sólo se quedó pensativo y, cuando finalmente tomó la palabra, por la mente del castaño ya habían pasado mil y un maneras de cómo huir de allí. Correr era la más accesible.

—Tienes razón, en cierta parte —corroboró Harry, girando en su asiento para quedar frente a su compañero. Debía aprovechar la oportunidad para intentar conocerlo mejor, aunque fuera un poco—. Pero no puedes ser tan negativo, digo, no es como si fueses a morir realmente mañana.

Louis tragó grueso, intentando no mandar a la mierda el día tan perfecto que había tenido. No quería tener esa conversación, por nada del mundo, ni ninguna otra que implicara la palabra vida, pero tampoco quería arruinarlo como siempre lo hacía. Una parte muy profunda de él deseaba ser capaz de poder hablar sobre cualquier cosa, de su vida, de su pasado, de sus deseos, de sus miedos… quería recuperar la fe en el ser humano con plenitud, quería responder cada una de las dudas que albergaba ese niño frente a él; quería hacerle saber que tenía su confianza.  Sin embargo, sabía que no lo podía hacer. No aún.

Veinticinco días para amarte [Larry Stylinson] (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora