Capítulo #18: Atracción clandestina.

12.9K 927 867
                                    

Soundtrack: R U mine - Arctic Monkeys. 

 

------------------------------------------- 

Hay cosas que surgen de una manera tan vertiginosa que es difícil analizar cómo o porqué comenzaron, sintiéndonos presos de nuestros propios sentimientos y viéndonos obligados a seguir adelante con aquella obsesión; ese deseo que nubla nuestra lógica y nos empuja más hacia la locura. Así como cuando escuchas una nueva canción que te fascina y en cuestión de minutos te ves enfrascado en la búsqueda frenética del repertorio completo de ese artista o banda; sintiendo la necesidad de saber todo de aquellas personas incluso cuando apenas vas enterándote de su nombre y su existencia. O como cuando ves a alguien o algo en la calle y captura tu completa atención dejándote incapaz de mirar o pensar en otra cosa que no sea en eso, o en ese.

Esto pasa con las atracciones clandestinas; te ciegan, te obsesionan, te atrapan de tal manera arrancándote la cordura de tus pensamientos y dejando a cambio una eufórica pasión – casi demente – gobernando tus acciones y cada una de tus ideas. El deseo y la necesidad por obtener eso que anhelas se impone sobre lo bueno o lo malo, asignando una sola cosa a tu mente: hacerlo tuyo.

Y no, no importa si ese sentimiento invasor lleva meses, semanas, o incluso minutos contigo. No importa el tiempo que lleve mandando tus sentidos cuando su intensidad quema con furia dentro de tu ser como ninguna otra cosa lo ha hecho.

Aquel ingenuo chico de rizos había caído – a pesar de su buen juicio y sin poderlo evitar – ante las tácticas descaradas y la mirada tentadora del joven castaño con muchos tatuajes sobre su piel. Y por otra parte éste último terminó siendo víctima de su propio juego, sus intenciones se torcieron a mitad de camino y su plan de derrocar al otro chico quedó casi en el olvido; mientras más se veía obsesionado por el sabor de aquellos delicados labios más caían abajo sus propias defensas, y esa pared de hielo que lo envolvía y protegía del mundo exterior quizás estuviese recibiendo por primera vez pequeños rayos de sol que amenazaban con quebrantar todo en lo que hasta ahora se había convertido…

 --

Una semana.

Se sentía atrapado en una especie de burbuja de la que debía pero no quería salir.

Y es que para Harry todo era una especie de pesadilla que se había trasformado en el más asombroso de los sueños; uno extraño, confuso e ilógico pero definitivamente maravilloso. La sonrisa en su rostro parecía no abandonarlo jamás y, combinada con la profunda felicidad que lo invadía, sus ojos brillaban ilusionados dándole el aspecto de un pequeño niño siendo apremiado por sus buenos actos.

Todo esto era una locura.

Pero le gustaba.

Desde lo sucedido aquel viernes en el aula de arte gótico con el castaño, ambos chicos habían tenido encuentros similares desde el inicio de la semana. Los vestidores, las aulas desoladas, los sanitarios, puntos medios y ocultos de las escaleras de emergencia e incluso los pasillos solitarios eran escenarios perfectos para hacer de las suyas cada vez que sus miradas se cruzaban y, a pesar que el rizado se mostró reacio los primeros dos días – exigiendo una explicación a toda ese arrebato y rehusándose a continuar –, ya para el miércoles pasado había caído de lleno en el juego de Louis, esperándolo con ansias apenas pisaba el instituto.   

No conversaban, no se hablaban, escasamente se dirigían la palabra. Sólo una mirada de aquellos ojos celestes bastaba para que Harry lo siguiera a donde fuera que quisiera ir y, asegurándose que estuvieran lo suficientemente lejos de todos, lo besaba con necesidad increíble; como si su vida dependiese de ello. 

Veinticinco días para amarte [Larry Stylinson] (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora